«Pérdida» es el nombre que ha dado el salteño Amado Dubarry a un breve relato que se ambienta en un día como el de mañana, 22 de noviembre, pero de 1963, fecha en que el mundo se vio conmocionado ante la noticia del asesinato del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy.
En el caso de este autor, no es nueva su aparición en esta página de lunes, en la que EL PUEBLO suele hacer semana a semana una muestra de creación literaria de salteños contemporáneos.

Amado Dubarry Bernhard nació en 1958. Es un conocido comerciante que, además, ya ha impuesto su nombre en las letras salteñas: obtuvo reconocimientos en concursos literarios (por ejemplo, en uno de “microrrelatos” organizado por Antel y otro que organizó la fundación Camilo José Cela, de España) y tiene publicaciones propias, como la novela “Puñado de piedritas blancas”.
Durante algunos años asistió al Taller Literario Horacio Quiroga, que dirigía Leonardo Garet en la Biblioteca Departamental Felisa Lisasola.
PÉRDIDA (el asesinato de Kennedy)
Eran las cuatro de la tarde de aquel dia trágico. Mi madre cosía en su quejosa Singer mientras yo, echado de barriga jugaba con mi auto de juguete -único, precioso- en la vereda, a esa hora desierta. Hacía mucho calor. Noviembre, ya próximo a su final, presagiaba un verano normal; muy caliente, como todos los veranos. Yo no podía creer que existiera un juguete así. Gustaba de dejarlo como estacionado sobre un montón de arena y me arrastraba marcha atrás para contemplarlo de diferentes distancias durante largo rato. Su color verde y sus ruedas anchas y negras (como de auto de carreras), me encandilaban, y me imaginaba que iba dentro, manejándolo. Por las noches, luego de limpiarlo con un paño húmedo, lo colocaba debajo de mi cama, junto a mis zapatos, y cada tanto me estiraba y lo tocaba, con miedo de que no fuese de verdad. Después de que mi madre me lo regaló, la quise un poco más.
De pronto un grito de ella me sacó de mi fantasia, y olvidándome del auto corri presuroso hacia adentro, al cuarto de costuras. Mi madre estaba con el oído pegado a la radio, y manipulaba de continuo el dial sintonizando diferentes emisoras. Me miró con los ojos brillosos mientras repetia incrédula:
-¡Ay, mataron a Kennedy, mataron a Kennedy…!
Con mis cinco años escasos supuse que sería algún tío lejano, o algún vecino. Lejos estaba de saber que había sido asesinado el hombre más emblemático de la época. Pienso, ahora, que mi madre, como todas las mujeres del mundo, como lo había hecho Marylin, lo amaba un poco. Es que él representaba todo lo que se podía anhelar, poder, grandeza, elegancia, finos modales, personalidad… Creo también que hasta mi padre (que era Castrista acérrimo gracias a la Revolución fulminante y heroica en contra de la corruptela de Batista) secretamente lo admiraba por como había enfrentado a Kruschev, cuando lo de los misiles en Cuba.

Sin poder convencerse, mi madre no dejaba de proferir exclamaciones. Me sentó en su falda acariciándome el pelo, mientras se sucedían las informaciones. Movió una perilla hacia la onda corta del aparato y voces extrañas, de otros países, repetían y repetían lo mismo dando detalles, como para poder creérselo ellos mismos. Así pasó como una hora. Yo sólo quería seguir jugando, porque su tristeza se me estaba contagiando, como un presagio de algo terrible. Por fin mi madre me bajó de su falda y se fue a lavar la cara, entre suspiros. Cuando volví a la vereda, la encontré más vacía que nunca. Me quedé unos momentos parado, mirando hacia todos lados sin ver a nadie, sorprendido. Después, cuando me di cuenta de lo que había pasado, no pude contener las lágrimas.
El 22 de noviembre de mil novecientos sesenta y tres fue un día inolvidablemente trágico para mí; fue el día en que me robaron mi autito de juguete.
Amado Dubarry
KENEDY
John Fitzgerald Kennedy, conocido como John F. Kennedy, fue un político y diplomático estadounidense que se desempeñó como el trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos. Había nacido el 29 de mayo de 1917 en Brookline, Massachusetts.
El 22 de noviembre de 1963, durante una visita a Dallas (Texas) murió tiroteado. Su asesinato impresionó a todo el mundo y los debates sobre su muerte aún continúan. El Presidente recibió varios impactos de bala en la calle Elm de Dallas (Texas) mientras viajaba en un Ford Lincoln Continental Convertible, a las 12:30 p.m. Del 22 de noviembre de 1963, durante su gira política por el estado de Texas. Fue declarado muerto media hora más tarde. Lee Harvey Oswald, el supuesto asesino, fue arrestado en un teatro 80 minutos después de los disparos. Oswald fue acusado de matar a un oficial de policía de Dallas, antes de ser acusado por el homicidio del presidente.Oswald dijo no haber matado a nadie, alegó que él solo era un señuelo.