POR: JORGE PIGNATARO
Eduardo Anchorena podemos considerarlo salteño con total propiedad, porque si bien nació en Paysandú, inmediatamente aclara “pero cuando tenía seis años nos vinimos para Salto, incluso me inscribieron en Salto, soy un salteño más; y soy una persona que escribe desde siempre”.

Nacido en el año 1932, Anchorena trabaja con temas y lenguaje sencillos, pero con un gran cuidado de la estructura de cada poema, basta como ejemplo observar la precisión de los versos endecasílabos (11 sílabas) en el soneto “Si cuando…”, o de los heptasílabos (7 sílabas) de algunos otros como “Invitación a la alegría”.
Para muchos salteños, Eduardo Anchorena es aquel que durante mucho tiempo atendió, con la cordialidad que lo caracteriza, detrás del mostrador de Farmacia La Estrella. Ahora, con esta página, es otra faceta la que se descubre.
Aquí una selección de poemas que el autor ha querido compartir con los lectores de EL PUEBLO:
INVITACIÓN A LA ALEGRÍA
Ríe mi niño y juega
que todo resplandece,
ríe mi niño y juega,
no dejes marchitar
la delicada rosa
que en tu jardín florece
luciendo sus encantos
ávida de aromar.
Ríe mi niño y juega
que es plena primavera
no es hora de zozobras
ni es hora de aprehensión.
Ríe mi niño y juega
que de ti el mundo espera
un rostro sin tristezas
y un noble corazón.
AMIGA SOLEDAD
Amiga Soledad
que fiel me brindas
la firme mano
de tu compañía,
por lo que significas
en mis horas
en franco gesto
yo te doy la mía.
Significas la calma
en que me arrobo
cuando hago un alto
en el vaivén mundano.
Significas la luz
del pensamiento
que a veces vuela
por espacio vano.
Amiga Soledad
no me importunas
ni me inspiras
sentires de quebranto.
Y si elevarme logro
en tu silencio
no serás para mí
temor ni espanto.
SI CUANDO…
Si cuando haya emprendido mi partida
aciertas a encontrarte con mi nombre
evócame tan solo como a un hombre
que no cerró sus ojos a la vida
si bien no trasunté las emociones
que otros sintiendo yo también sentía
supe regocijarme en su alegría
como sentir sus penas y aflicciones.
Supe de sueños que me acariciaron
y acaso realidades no se hicieron
mas no por ello desencanto fueron
sino experiencias que me modelaron
y signos en mi espíritu dejaron
de las tantas lecciones que le dieron.
A JULIO GARET MAS
Cuales mudos testigos
las calles de mi pueblo
auscultando tus pasos
te vieron transitar
ya jovial y sonriente
ya un tanto ensimismado
pulsando por doquiera
tu lira espiritual.
Tus páginas colmaste
de sendos trovadores
en los que complacido
centraste tu atención
y así nos los brindaste
y así los admiramos
como exquisito fruto
de tu dedicación.
Por ello es que te evoco
poeta de mi pueblo
por ello es que te canto
inquieto soñador.
Tu elevado mensaje
tu fina cortesía
mostrándonos tus dotes
en todo su esplendor.
Cuales mudos testigos
las calles de mi pueblo
auscultando tus pasos
te vieron transitar.
(Nota del autor: La expresión “tus páginas colmaste de sendos trovadores”, empleada en este modesto poema, obedece a que nuestro poeta y crítico literario supo deleitarnos en las páginas de su memorable “La cigarra de Eunomo”, con figuras de la talla de Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira, Montiel Ballesteros y otras tantas glorias de nuestro acervo literario).