Vamos hoy al rescate de la poesía de un salteño, poco conocido como poeta. Más bien su nombre se identifica con la arquitectura y la docencia: Armando Barbieri Castagna. Arquitecto, hijo del también arquitecto Armando I. Barbieri y de Lilí Castagna, nació en Salto el 10 de enero de 1936 y falleció en Montevideo el 23 de noviembre de 2014. Es autor de los libros “Collar de Perlas” y “Con el canto del sabiá”. A este último, publicado en 2008, pertenecen estos poemas:

TRÍPTICO
Anda andando
el camino
Busca buscando
el destino
Cruza cruzando
la mar
Vuela volando
el ave
Gira girando
la rueda
Vuelta volteando
la vida
sin parar.
DECÁLOGO DEL AMOR
Luna primera de mayo
la de la rosa escarlata
¡qué recuerdos me has traído!
cuando tu rayo de plata
iluminó al amor mío.
Luna primera de mayo
¡cuánta noche, regalabas
junto a la orilla del río!
Taciturna reflejabas
su cuerpo ceñido al mío.
¿POR QUÉ?
¿Por qué quieres
que el poeta cante
con voz llorosa
al final del día?
¡Si mil auroras
nacen ese instante
y mil corolas
brindan alegría!
PARADOJA
A veces hiere más
el pétalo de una rosa.
Acaricia mejor
el puñal más afilado.
Todo es la intención
de la mano que lo mueve.
ECOS DE UNA INFANCIA
El punteo pendular del reloj de la sala
La luz a raudales que entra por la ventana
El recuerdo de la temprana infancia
El presente que parece ya pasado
Los proyectos que se han realizado
Los caleidoscopios de ricos sueños
La maravillosa parábola del tiempo
El cielo azul de mi infancia
Las palabras de los nuestros
El despertar de la adolescencia
Los rumbos de la vida
El misterio de cada día
El carrusel en contante ruedo
El río que pasa llevando mis reflejos
Los ecos maravillosos de la infancia
Son las pautas que brinda la vida
Bajo el ojo siempre atento de Dios.
DIOS
Ante el desafío sempiterno
de la nada
Dios aún conociendo lo imperfecto
del mundo
decide crear el más fuerte
Amor creador
del silencio oscuro y frío
sin soplo de vida
Dios creador, su ejemplo
nos vivifica
y su luz blanca y pura
nos ilumina.
COMENCÉ A VIVIR
Caminaba por mi jardín
y las flores no hablaban
no me decían nada.
Visité la noche sublime
y la luna y las estrellas
también se callaban.
Subí al monte grandioso
y no escuchaba el eco
por más que yo gritara.
Consulté la borra de café
y no formaba nada, nada
no tenía qué predecir.
Miré el vuelo del ave
que nunca antes ha fallado
y tampoco vi nada, nada.
Fui a preguntarle al mar
y este no me escuchaba
callaba, callaba, callaba.
Recurría a preguntar al viento
con susurros y más gritos
me aturdió y no entendí.
Fue cuando apareciste tú
y me miraste tiernamente
a mis ojos aún azorados.
Amor acertó con mil saetas
en el centro de mi corazón
y quedé de ti enamorado.
Y todo comenzó a andar
ahora el tiempo marcha
ahora el mundo me hablaba.
Pero recién cuando tu boca
logró pronunciar mi nombre
entonces comencé a vivir.