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sábado, 12 de abril de 2025
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“No me quedo viviendo en el rencor por una infancia desprotegida”

Diario EL PUEBLO digital
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Sonia Susana Martínez Camino y la escritura como “un compromiso”

Nació en Montevideo el 11 de enero de 1947, pero vive en Salto desde hace mucho tiempo. Como escritora ha obtenido múltiples distinciones. Pero hoy nos habla de su propia vida, una vida marcada por “una infancia desprotegida”, que sin embargo no es motivo –sostiene con mucha seguridad- para vivir con rencor. Sonia Martínez protagoniza nuestro Al Dorso de hoy.

1-¿Qué recuerda de sus primeros años? Hermana menor de seis: dos varones y cuatro mujeres y hermanastra de dos, un varón y una mujer. En un hogar “disfuncional” como dicen ahora, padre alcohólico, fuimos entregados al  Estado, en Casa Cuna, a los dos años de edad, y a los cuatro me reunieron con dos hermanas en una dependencia del Consejo del Niño (hoy INAU), llamado “Hogar de Huérfanas”, solo para niñas. Los varones tuvieron otro destino. Yo, con cuatro años, y dos hermanas con nueve y once respectivamente

2-¿Qué nos puede contar sobre ese Hogar de Huérfanas?

Convivían aproximadamente 30 niñas, y en algunas ocasiones aumentaba el número. Dirigido únicamente por una mujer con un gran compromiso asumido con voluntad férrea y valentía, los 365 días del año, sin tomar un solo día de licencia en todo el tiempo que estuvo a cargo del asilo. Aurora Prado, aproximadamente cuarenta años, soltera, con su madre a cargo, a quien llamábamos Abuelita, de cerca de 80 años. El Hogar quedaba en la calle Canelones 1486, a pocas cuadras de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús  donde  tomé la primera comunión, con 6 años.

3- ¿Y en lo educativo, escuela por ejemplo?

Con 5 años concurrí a Jardinera en la Escuela de Práctica No.12 “Cervantes”. Mi primera maestra se llamaba Elvira Scelza y la directora Alba López de Forteza. Mis hermanas

venían atrasadas en el aprendizaje por inasistencias a la escuela, sin embargo abrazaron el estudio con ahínco. Yo no era de las más estudiosas durante esa etapa, era más divertida. Con 12 años, cuando íbamos al almacén, pedía la página del diario donde traía impreso la hoja con crucigramas. Luego de resolverlos aunque no estuvieran completos los pegaba con engrudo en un cuaderno usado y desechado. Junto con el crucigrama venía el resultado del anterior, así que, en ocasiones, cuando coincidían, podía rellenar los incompletos y aprender el significado de las palabras. Al terminar el ciclo escolar fui a la UTU, al curso de Peluquería y Manicura…Año perdido (risas). La directora insistía en que fuera al liceo, pero yo me decidí por “La Escuela Secundaria de la Joven”, en el Colegio y Liceo Ma. Auxiliadora, en Magallanes y Minas, de forma gratuita. Fui por tres años, pero cuando me faltaba el último para terminar, desistí, porque me hubiera recibido de modista, pero ese no era mi destino, definitivamente.

4-Da la impresión que su destino estaba más para el lado de lo intelectual, ¿es así?
Tampoco era una “come-libros”. Para ese entonces admiraba las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, y la rima no me abandonó más, de tal manera, que mi primer cuento para niños conserva la rima de principio a fin. Finalmente hube de aceptar la decisión de la directora, y comencé el liceo con 16 años. Debía prepararme porque con la mayoría de edad, 18, debíamos abandonar el Hogar. Por supuesto, con esa edad no iba a poder completar el ciclo, así que entre mi hermano Luis y mi hermana Iris, referente de lo que es una madre para mí, pagaron unos meses de contabilidad y dactilografía en una academia para que yo pudiera enfrentar el tiempo venidero.

5- ¿Y después? ¿Actividades laborales?
Cumplí la mayoría de edad y fui a vivir con mis hermanos. Enseguida conseguí empleo a través del diario, con un productor de televisión, Roberto Rius, de Canal 10. Entre los actores conocía Cacho de la Cruz. Trabajaban en programas infantiles y mi tarea era escribir los libretos que me dictaba un escritor de edad avanzada, según mi visión de entonces, con voz muy ronca, que me dificultaba escucharlo claramente al unísono con el ruido que producía la máquina de escribir de

forma acelerada. Muchas horas y poca paga, determinaron mi renuncia al puesto. Cuatro días después tenía un nuevo trabajo, con horario cortado y mejor remuneración. En ese tiempo había dejado de escribir, debía mantenerme y ayudar en los gastos de la casa. Pero leía mucho, sobre todo las novelas de Agatha Christie, con sus personajes Miss Marple y el detective belga Hércules Poirot.

6- ¿Cómo llega a Salto, y por qué?

Tiempo después conocí a un salteño y nos casamos aquí el 24 de diciembre de 1968. Volví a Montevideo y seguí trabajando. En diciembre de 1970, nace mi hija. Meses después, dejo el trabajo, me radico en Salto con la decisión de ocuparme de su crianza. Tuve dos hijos varones, salteños. Seguía leyendo. Mi esposo era chofer de camiones. Aún  no habíamos logrado tener la casa propia. Así que se presentó la oportunidad de mudarnos a la ciudad de Artigas. Con los hijos adolescentes, a cinco kilómetros de los centros de enseñanza, con lo que significaba el esfuerzo del traslado diario de los hijos, nos dedicamos a plantar tabaco, criar chanchos, quinta, gallinas, por ocho años. Volvimos a Salto, y nos afincamos en nuestra casa, en el barrio Ceibal.

7-Siempre escribiendo, ¿verdad? Y en Salto pudo dedicarse más a ello a través de grupos, talleres…

Comienzo a escribir algunas letras. Comienzan a emanciparse los hijos. En octubre de 1996 a través de la radio me entero de la existencia del grupo literario Perfiles de Salto. Concurro y formo parte, bajo la presidencia de María Teresa Prinzo. A partir de 1997 comienzo a enviar trabajos a concursos y obtener los primeros logros. En el año 2000 formamos un nuevo grupo, Sociedad de Escritores Salteños 2000. Del 2003 al 2008 concurrí al taller literario Horacio Quiroga, dirigido por el profesor Leonardo Garet. Fue cuando incursioné en obras de teatro. A partir de entonces a la fecha he obtenido 25 distinciones.

8- ¿Podría reseñarnos algunos de esos logros? Categoría Ensayo: Aborto Paternal, en febrero de 2002. En 2009, Mención de Honor, ensayo Honrar la Vida. 2008, Primer  premio: categoría Teatro: Castillo de Arena- 2019- ler. lugar

finalista en el ler. Slam de Poesía Oral en Salto (recitado) de letras propias. Durante ese período por invitación de las maestras, realicé actividades en las Escuelas 8, 9, 10, 103, 117, Jardín 124 y Colegio Ma. Auxiliadora. Bailaron una samba de mi autoría: Recuerdos para mi tata, con acompañamiento de guitarra del profesor Juan José Aramburú. La coreografía fue ideada por mí, gracias a lo aprendido en la niñez, cuando en las escuelas se bailaban todas las danzas tradicionales. También cantaron en la fiesta protocolar: Adiós a la escuela, con acompañamiento de guitarra, de Aramburu, en la Escuela No.8, los niños de 6º año. Comencé a escribir poesía por encargo. Impresas en pequeños murales, guiadas por la situación que me planteara el interesado. Participé en libros nacionales e internacionales, entre los años 1999 al 2008 con: “Palabras al viento”, con los compañeros de la Sociedad de Escritores Salteños 2000. A partir del 2016, comencé a interesarme por escribir letras para tango. El año pasado, en julio, viajé a Montevideo para registrar mis derechos de autor con 148 letras.

9- ¿Qué otras cosas le ha interesado estudiar? Alguna por lo menos, porque sabemos que son varias…

Desde 1998 hasta el 2008 fui discípula Logosófica, una ciencia creada por el argentino Carlos Bernardo González Petcoche. Trata sobre la superación del individuo como persona. Al enfermar mi esposo, no pude continuar con el estudio que fue de una gran ayuda para mi superación personal. Inclusive participé de una entrevista en Canal 8 para hablar sobre el tema. Programa Inquietudes, con la conductora Mariela Silveira, año 2005, acompañada por el condiscípulo de Montevideo L. Raúl Rossi.

10- ¿Cómo se describiría a sí misma? Tengo escrita una novela al respecto, sin publicar. Soy una persona sensible, empática, que se importa por los demás. Por eso he escrito sobre las drogas, sobre la violencia de género. Soy de las personas positivas que no me quedo viviendo en el rencor por una infancia desprotegida, porque soy agradecida a esa mujer que nos contuvo, que nos enseñó valores, que nos hizo estudiar danza, gimnasia, a mí inclusive órgano y solfeo. Tengo la plena convicción que al nacer traemos herencias y que cada uno elige el camino, más allá de las circunstancias que le tocan vivir. Lamentarse no sirve de nada, yo puedo cambiar lo que no me gusta de mi vida y de mi entorno. Las culpas propias y ajenas no nos dejan avanzar, si les damos cobijo. Si escribiendo puedo defender una idea, presentar una historia para ayudar a otro ser humano, es un compromiso que asumo con responsabilidad y alegría.

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