Las palabras están por todas partes: ordenadas, en los diccionarios; en los diarios, en las revistas, en los libros, contando noticias, inventando situaciones en novelas, cuentos, emocionando en poemas…
Ellas esperan , en el espacio y en el tiempo prontas a entrar en los pensamientos de la gente…Esperan a ser llamadas por los que escriben para ser transformadas en relatos, novelas o poemas…

No puede haber pensamiento sin palabras. El habla nos diferencia de los animales. Ellos emiten sonidos que pueden expresar miedo, alegría, ansiedad, pero no pueden trasmitir un pensamiento, una reflexión o un consejo.
El humano ha avanzado a lo largo del tiempo, gracias al lenguaje. Es maravilloso ver el desarrollo en el niño. Comienza por nombrar lo más cercano: mamá, papá, nene… Luego, la percepción del mundo que lo rodea y el estímulo que se le ofrece, va aumentando su vocabulario.
Y qué importante es que en su entorno familiar suenen palabras que no aporten odio, falsedades ni mentiras. También , que el sonido de lo dicho no sea hiriente o violento…
Cuánto sana el alma dolorida al escuchar las palabras buenas de un amigo, el sabio consejo de una abuela o el hablar manso y bello de un maestro…
Y cuánto mal ha experimentado la humanidad con las palabras de líderes malvados que corrompen las conciencias y mueven voluntades, engañando.
Ah!… si sólo se escucharan las palabras sinceras, cargadas de amor, de sabiduría y de justicia…otro sería el mundo.
Amalia Zaldúa