Desde hace cuatro o cinco años, trato de sembrar semillas de razonamiento desde medios periodísticos de Salto y nacionales. A esta altura de mi vida no es mi objetivo cosechar en mi provecho el fruto de esa siembra; la he hecho preocupado por la superficialidad política local, por su profundidad en el error (oh ironía) y por la normalización de malas conductas populares han que ha llevado esos caminos.
Hace 54 años nació el Frente Amplio, como respuesta a la lamentable conducción del Estado que hicieron blancos y colorados en casi los últimos cien años. Amiguismo, uso de la cosa pública en beneficios partidarios, jubilaciones dadas sin razón y como dádiva política, sobre carga de empleados de los servicios públicos, y todo lo que se pueda imaginar en detrimento de los bienes generales. Cuando la población estaba a punto de explotar, surgió el Frente Amplio, como transformador de esa rabia en acción política. El país se dividía formalmente en dos pedazos (aún no dos mitades), pero vendría la dictadura a profundizar más las heridas.
Medio siglo después de aquel nacimiento sigue habiendo dos vertientes ideológicas, ahora mitades, pero una de ellas mal colonizada por vicios propios del antifrente. Bajo la bandera de Otorgués se ubicaron personas que no comulgan en la misma iglesia que los congregados en pos de la equidad. Se han juntado personeros de una forma de gobernar que prostituye la democracia; que cambia votos por puestos, que beneficia a sus amigos y denosta a los rivales, muy parecido a la clase abyecta que el Frente vino a destronar.
Mi modestísima siembra de ideas, ha pretendido abrir intelectos sanos, que han creído que hacer política es usar la propiedad del Estado es ejercer un patriarcado que da limosnas.
Qué acabe la caridad y que empiece la justicia!…ha dicho el poeta. En política democrática no puede haber caridad: el Estado es de todos por igual, aunque pensemos diferente. Esa manera de pensar nos ha unido para cambiar Salto y cambiar al Frente de Amplio de Salto. La fidelidad a los ideales no se cambia por “patacones”. Para eso y por eso nació RAICES, a la cual me integré para revalidar el pensamiento demócrata cristiano. Y en eso estoy.
Esta es la última semilla que, por la proximidad de la veda, puedo sembrar desde aquí. Los que no pedimos ni pretendemos nada, porque la Patria ya nos ha dado todo, volvemos para sincerar la ciudadanía salteña.
No merecen, ni deben gobernar quienes se han aprovechado de los bienes públicos. Quienes se han repartido, desde la Intendencia, desde CTM o desde la historia cargos, sueldos, viajes, canastas, terrenos, con la finalidad de obtener un poder que no se consigue porqué si. Ejercer el gobierno es un acto de Amor al Prójimo, un servicio, nunca servirse de la gente.
Esta última semilla va al vuelo. Ojalá caiga en tierra fértil o por lo menos resista en las mentes a la espera de una lluvia de racionalidad.