Quizás y sin quizás, habría que recalar en esa sentencia argumental del diario colega, en cuanto a la destrucción de lo más sagrado: la conexión emocional entre el juego y el hincha.
Al fin de cuentas, un gol que se volvió grito estallando, puede convertirse en abrupto y dominante silencio.
El lector de EL PUEBLO, coincidirá en el chasco para la emoción que ello supone.
Pero además, el fútbol en este caso, puede ir resignando el fuego de la polémica….¡qué también es parte de él!
La polémica en el fútbol nutre a la esencia. ¿O no?
ENTRE LA JUSTICIA Y LA DINÁMICA
En el párrafo final del editorial bajo el título «El fútbol y la sociedad posmoderna», el colega señala a manera de remate: «Ya no se trata solamente de la inconveniencia de la aplicación estricta de los reglamentos, algo que los árbitros saben que no pueden hacer o se desvirtuaría cualquier partido y por eso contemplan el contexto, ponderan permanentemente las situaciones.
Se trata de aceptar los errores (que no significa por supuesto aceptar la corrupción), como algo propio del juego.
Porque la justicia estará dada por una dinámica fundamental, y es que tarde o temprano, siempre hay revancha. Procuraremos entender qué nos dicen estas tendencias y pretensiones que afectan al fútbol sobre el rumbo al que nos conducen ciertos valores de esta sociedad posmoderna».