“Lo único que sabíamos era que estábamos en el lugar más profundo del infierno y para salir había que animarse”
Me avisan por teléfono que en menos de una hora Gustavo Zerbino me recibiría para hacerle una entrevista para EL PUEBLO. Sabía que estaría en nuestra ciudad porque se había anunciado que daría una charla sobre “La gestión de la adversidad” en la Universidad de la República. Me pasan la dirección. Llegó apenas unos minutos antes de la hora acordada, tomo aire y toco el timbre, la puerta se abre y detrás se encontraba Zerbino. Me avisa que teníamos poco tiempo porque en unos minutos lo pasarían a buscar para llevar a un colegio para charlar con unos niños y que de ahí se iría a dar su conferencia en el Aula Magna de la Universidad. Estábamos solos, nos sentamos en torno a una larga mesa rústica de madera y comenzamos la charla, no sin dejar de notar que justo ese día se cumplían 53 años de la caída en la inmensa Cordillera de los Andes del avión en la que viajaba rumbo a Chile. Cuando terminamos la nota, fui a darle la mano para agradecerle la nota y despedirnos, pero prefirió el abrazo, por el que me transmitió una clara e inexplicable sensación de paz. Cuando transcribe lo conversado, me di cuenta por qué.
– Gustavo, justo hoy, 53 años, ¿qué recuerda?
– Es increíble, es la primera vez que voy a dar una conferencia el día de hoy. El 13 de octubre, hace 53 años, chocábamos con una montaña. Ahora, en una hora y media, el avión explota y nos quedamos ahí, en el Valle de las Lágrimas, a 4.500 metros, 73 días, nada, una locura, pero bueno, la vida le ganó a la muerte y hoy estoy hablando contigo. Volvimos 16 y hoy somos más de 150 que descendieron directamente de nosotros. Yo tengo 6 hijos y 5 nietos varones. El último nació hace un mes hoy y dentro de dos meses nace el sexto, así que la vida le está ganando a la muerte.
– Dentro de las historias se habla de leyendas, mitos, hitos, que además también, si no hubieran sido uruguayos, no hubieran vivido esa segunda oportunidad, por cómo estaban preparados, por ser deportistas. ¿Cuál es su explicación de por qué sobrevivieron?
– Bueno, ni yo te podría decir cuál es la explicación. Lo que te puedo decir es que todos los manuales de supervivencia que habían escrito hasta la época, los violamos todos, hicimos todas cosas distintas y por ensayo y error aprendimos, fundamentalmente por qué funcionaba. Y lo nuestro es algo muy difícil de explicar, pero muestra la capacidad ilimitada del ser humano. Cuando se conecta con el amor, el trabajo en equipo, y el yo se transforma en nosotros sin ningún tipo de egoísmos. El tiempo es una convención arbitraria que es muy difícil de medir, porque cinco minutos esperando una ambulancia cuando se desangra un hijo o un padre son siglos, y tres meses de vacaciones disfrutando son quince minutos. O sea que el tiempo que estuvimos en la montaña es muy difícil de calibrar. Son casi tres meses, pero ahí en ese lugar pulverizamos todos los límites.
Hasta el momento conocido nadie sobrevivía una noche a la intemperie de 40 o 35 grados bajo cero. Y nosotros lo hicimos en 33 días sin ropa, sin comida, sin conocer la montaña. Por eso es una historia de errores y fracasos que lo transformamos en aprendizaje. Porque lo único que sabíamos era que estábamos en el lugar más profundo del infierno y para salir había que animarse.
Primero, había que tener la mente abierta como un paracaídas permeable, receptiva y dispuesta, y conectarnos con el sincero deseo. Primero teníamos que creer que se podía, teníamos que querer con todo nuestro ser y después íbamos a tener que hacer lo que se requiera, lo necesario, lo que haga falta, sin excusas. Y bueno, los segundos se hicieron los minutos, los minutos se hicieron las horas, las horas se hicieron los días, los días de la semana, los meses, pero la verdad que si nos hubieran dicho el primer día que nos teníamos que dar 73 días, ahí nos moríamos al otro. O sea que fuimos estirando el umbral y aprendimos que desde el único momento que se puede aplicar el máximo potencial físico, mental, espiritual y emocional, se le presenta.
– Hay varias películas. La que más me impactó es la de Frank Marshall cuando aparecen los helicópteros para rescatarlos. Por la forma en que fue planteada cinematográficamente la aparición de los helicópteros, me emocionó. Me imagino lo que habrán sentido ustedes cuando vieron los helicópteros. ¿Qué sintió usted cuando vio los helicópteros llegando a la montaña?
– Antes de los helicópteros, esa es una película gringa, y a los gringos les encanta John Wayne y el superhombre. Y en verdad, a nosotros los helicópteros nos sacaron de la montaña, pero nosotros fuimos caminando a buscar los helicópteros. Parrado y Canessa caminaron 10 días, 10 mil pasos, casi 80 kilómetros subiendo y bajando montañas, porque se habían preparado para salir y cumplieron y honraron la palabra. Pero antes de llegar los helicópteros, la noche anterior, teníamos telepatía y agradecimos porque sabíamos que habían llegado. O sea que cuando vinieron los helicópteros, a la mañana cuando prendimos la radio para ver si era verdad lo que estábamos intuyendo, escuchamos que habían encontrado a dos sobrevivientes. Y ahí ya nos empezamos a preparar para esperarlos. Los escuchamos casi todo el día, pero los helicópteros no podían cruzar la montaña, porque esa montaña tenía hasta 5.400 metros de altura. Y escuchábamos los helicópteros, pero no aparecían. Tuvieron que volar al norte y pasar por un paso bajito y después volver por Argentina. La montaña donde pegó el avión era del lado chileno y caímos al lado argentino, o sea hicimos una O. Y cuando los escuchamos y aparecieron de golpe (en la película), está muy bien hecho porque salió de abajo. Y eso se lo asesoramos nosotros, cuando hicimos la película con Roberto y Nando, cuando estábamos en Panorama, en British Columbia, en Canadá, donde se filmó.
Pero para mí la película importante es La sociedad de la nieve, y el libro La sociedad de la nieve. La película de Frank Marshall está muy bien hecha, porque eran 20 años después, pero había muchas personas que murieron y que sus madres vivían. Y nosotros no queríamos que se hiciera, dos años nos opusimos a la película. Entonces, en esa película le cambiaron los nombres a las personas que murieron para que las madres, si la veían, no se dieran cuenta que eran sus hijos, para que no lo volviesen a sufrir. Pero en la última película se hace un homenaje a todos los que viajaban en el avión, tienen todos sus nombres. Hasta el punto que J. Bayona elige a Numa Turcatti para ser el relator de la película, porque se dio cuenta que mientras relataba, le podía contar a los espectadores, cosas que no conocían, por medio del relato los iba conectando con la historia. Está muy bien hecha.
Y se ve como el trabajo en equipo fue fundamental que nadie era más que nadie y que fue una carrera de postas, que los que viven realmente son los que murieron porque nosotros somos la voz de los que no tienen voz. Y es lo que voy a hacer hoy en la conferencia que voy a dar acá en el Aura Magna de la Universidad de la República, para compartir con los alumnos del Colegio Los Robles donde está mi sobrina Federica y sus hijos. Vine con mi hermano a compartir esto con la gente de Salto que quiero mucho, tengo muchos amigos y hoy en este día tan especial que va a ser la primera vez que no estoy en la misa, a la misma hora de la misa voy a estar acá.
– ¿Y siempre con un mensaje optimista, que se puede ante la adversidad?
– Soy una persona feliz que agradece todos los días por estar vivo. La vida es un milagro y la muerte es un misterio, y en el medio está lo que venimos a aprender, hay que distinguir lo esencial y lo secundario fundamentalmente para ser felices. Así que creo que la muerte es el diploma de la vida, todos nos vamos a morir así que hay que vivir intensamente.
Yo vivo la vida preparado para lo peor esperando siempre lo mejor, y agradezco todos los días porque cada día que sale el sol y yo estoy vivo, tengo mil cuatrocientos cuarenta minutos para hacer lo que quiero. Y bueno, yo elijo agradecer, por eso todo es como que conspira para salir bien.
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PERFIL DE GUSTAVO ZERBINO
Es del signo de Tauro y “en el horóscopo chino soy serpiente”.
De chiquito quería ser médico, “fui médico en la cordillera y estudié medicina.
Es hincha de Nacional, “pero antes soy de Uruguay”.
¿Alguna asignatura pendiente? Seguir viviendo la vida, lo que ella me regala es todo para seguir complementando el pasaje por este plano donde realmente si nos juntamos todos los seres humanos, alzamos un objetivo común y dejamos de pelearnos por el derecho de autor, las cosas cambian.
¿Un libro? Es increíble, pero el único libro que había leído antes de la cordillera se llamaba El país de las sombras largas, era sobre el país de los esquimales y ese libro fue increíble, fui y lo agarré. Siempre he tenido como premoniciones de lo que viene, pero no creo que tenga ninguna visión, simplemente que me voy preparando para lo que viene intuitivamente, por eso digo que vivo preparado para lo peor esperando siempre lo mejor.
¿Una película? La sociedad nieve y Viven, cuando las vi me emocionaron mucho. Otra película, La misión. “Me gustan las películas reales, no la ficción”.
¿Un hobby? Disfruto intensamente, jugué al rugby y salí campeón uruguayo, en 14 años ganamos 12 campeonatos. Fui campeón uruguayo de polo y después fui campeón uruguayo de motocross. Soy instructor de yoga, juego al tenis dos o tres horas por semana, de mañana hago pilates a las siete o a las ocho, lunes, miércoles y viernes. Nadaba 50 piscinas tres veces por semana hasta que vino la pandemia y ahí perdí el hábito de la disciplina, pero lo cambié por el tenis. Como hobby, disfrutar con mis hijos, ando a caballo, corrí enduro a caballo 160, 120 y 80 kilómetros, hago esquí en la nieve, todos los deportes. Fui de los primeros en hacer windsurf en Uruguay, me encanta el deporte.
¿Qué música escucha? Me gustan los Rolling Stones, Dire Straits, me encanta Sólo le pido a Dios de Mercedes Sosa.
¿Cuál es el mejor día de la semana? El día que me despierto, porque ese día es el último día y mañana tengo otro día más.
¿Y el peor día de la semana? No tengo, son parámetros iguales.
¿Qué le gusta de la gente? La que es auténtica, que te mira y te dice lo que siente, que cuando se equivoca te pide perdón, cuando necesita, te pide ayuda y después cuando la apoyás, después te dice gracias, el mundo es redondo.
¿Y lo que menos le gusta de la gente? El día tiene 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad, tenemos virtudes y defectos, el amor es una virtud pero el exceso de amor es egoísmo.









