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lunes, 2 de junio de 2025
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El rol del Técnico en Acompañamiento Terapéutico

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Diario EL PUEBLO digital
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Su rol, lejos de limitarse al apoyo directo de personas con discapacidad, opera como un puente dinámico entre las necesidades individuales y los contextos sociales, laborales y educativos en los que estas personas se desenvuelven, generando conciencia colectiva y transformando prácticas excluyentes.

El acompañante terapéutico actúa como mediador, facilitador y defensor de derechos en múltiples dimensiones. Desde un enfoque humanista y profesional, su labor consiste en potenciar las capacidades de la persona acompañada, ayudándola a integrarse en la sociedad mientras se respetan sus singularidades. Este rol abarca tanto el apoyo técnico y emocional como la creación de espacios de sensibilización en los entornos que la persona frecuenta en forma cotidiana.

En términos prácticos, su ayuda propone superar las barreras que persisten entre la discapacidad y las sociedades, ya sean físicas, sociales o culturales. Estas barreras, profundamente arraigadas, limitan la participación activa de las personas con discapacidad en diversos ámbitos, perpetuando su exclusión. La figura del acompañante emerge, entonces, como un agente clave para desmantelar estas estructuras por momentos segregadoras, promoviendo la autonomía, la dignidad y la inclusión.

En Uruguay, en marco de la ley 18.651 sobre protección integral de los derechos de las personas con discapacidad; establece la importancia de garantizar la igualdad de oportunidades, la accesibilidad universal y la participación plena en la sociedad; es donde acompañante terapéutico se posiciona como un recurso valioso y, a menudo, subestimado.

Si bien en los últimos años ha existido un crecimiento en la formación profesional, siendo la Universidad Católica del Uruguay único centro educativo que presenta esta formación en el Uruguay, la demanda supera ampliamente la oferta.

Reconocer y potenciar este tipo de rol es un paso fundamental hacia la construcción de una sociedad más equitativa, donde la diversidad no sea vista, quizás, como un obstáculo, sino también como una riqueza colectiva. El futuro del acompañamiento terapéutico en nuestro país depende de nuestra capacidad para valorar esta figura, fortalecer su formación y garantizar su accesibilidad para todas las personas que así lo necesiten. Solo entonces podremos derribar las barreras que separan la discapacidad de la plena ciudadanía, avanzando hacia una sociedad verdaderamente inclusiva, equitativa y más justa.

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