Según conté hace tiempo en la radio -pero como dice Mirtha, el público se renueva-, hace unos años de visita en pleno verano, hacía mucho calor, y en un diálogo casual con mi padre me dice que “este es un día bochornoso”, a lo que le pregunto ¿por qué le daba vergüenza ese día caluroso? Me miró entre condescendiente y abrumado, “andá al mataburro, y sacate la ignorancia de encima”, me espetó a la cara.
Esa mojada de oreja provocó mi rápida reacción, comenzando una batalla dialéctica para ver quién era menos burro. Tomo el diccionario y el tema quedó laudado, era yo.
“Bochornoso. 2. Dicho del día, del tiempo o de un elemento atmosférico: de bochorno. Sinónimos: cargado, pesado, caluroso, sofocante, asfixiante, agobiante, tórrido”.
Cuando aun estamos a 17 días del verano, ya estamos viviendo días sofocantes con temperaturas que superan los 30 grados, con sensaciones térmicas que elevan aún más lo caluroso del día. Que como le he comentado a más de un montevideano que ha venido a visitar Salto en las últimas semanas, aun no han visto nada. Este mismo año, allá por enero, hemos tenido sensaciones térmicas que alcanzaron los 48 grados, con temperaturas reales que pasaron olímpicamente la barrera de los 40 grados.
Si nos quejamos del calor de hoy, esperemos a cuando lleguen las verdaderas temperaturas de un verano que sin duda será bochornoso y extrañaremos las temperaturas que hoy estamos padeciendo, clamando por ellas como el remanso que necesitamos para seguir adelante.




