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sábado, 24 de mayo de 2025
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De dichos y hechos

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Diario EL PUEBLO digital
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Dicen que; “la vida pasa y gira como una rueda, y también dicen que todo vuelve”, y en ese movimiento de ida y vuelta permite a las personas revisar sus vidas, donde pueden valorar situaciones y analizar, o lo que les gustaría alcanzar de manera sencilla. También dicen que; “con el alcohol se olvida todo “. Y en parte tienen razón, porque algunos beben para olvidar y otros lo hacen para festejar, como es el caso de estos compadres y viejos amigos que se allegaron hasta el bar que está frente a la plaza, luego de la buena venta de un centenar de lanares.
Pancho Lacuesta se acomodó en un taburete y acodado al mostrador dejó caer suavemente el bolso de tela en el que tenía la plata. Beto Salazar ordenó una botella del mejor vino, y allí bebieron sin apuro tranquilos dejando escapar alguna que otra risa, mientras veían subir y vaciar los vasos con el pasar de las horas.
Y ya bien pasado el mediodía, cuando todo el pueblo dormía su siesta, emprendieron el regreso.
El sol caía fuerte y de punta, la caminata era lenta y zigzagueante con largos silencios, aun les faltaba mucho por recorrer, entonces se lamentaron de no haber contratado un taxi.
La sombra de un gigante fresno los invitó a descansar y en la pausa Beto Salazar se tiró para atrás para enseguida quedarse dormido y también lo hizo Lacuesta que con el bolsito con la plata bajo el brazo también se quedó inmóvil y respirando profundo.
– ¡Que lo parió! – dijo Beto y su compadre abrió los ojos grandes y ambos se enderezaron rápidamente. La sombra se había estirado, ya habían pasado por lo menos dos horas y enseguida notaron la falta del bolsito con la plata.
Maldijeron al saberse robado y una gran impotencia reflejaban sus miradas sin saber qué hacer. Retomaron la marcha hasta las casas sin pausa. El reloj en la pared que desde hacía tiempo había fijado sus agujas en las cuatro menos veinte, estaba allí como acompañando y tal vez solidarizándose con Lacuesta que mateaba pensativo y cabizbajo, resignado ante tanta mala suerte. Una molestia opresiva se le irradió por el pecho, se corrió por los hombros, le rodeó el cuello y se depositó en la mandíbula, luego bajó lentamente por los brazos. Un sudor extraño y un malestar general le duró unos minutos. Salió al patio como pudo, preocupado y pensando a quien podía llamar en aquel momento. El perro siguió sus pasos, como entendiendo la situación. Como para conformarse el hombre se hizo la idea que había perdido todo con la creciente, como le pasó a Calderón, cuando la enchorrada se llevó toda su majada.
En tanto, sintiéndose en poco culpable de la desgracia, Salazar no vino a visitarlo hasta pasado los cinco días.

  • “la plata va y viene“– le dijo en tono de consuelo después de abrazar a su amigo.
    Trataron de olvidar el mal momento pasado entre mate y una conversa de cosas cotidianas, hasta que rezongó el perro que estaba echado, levantó la cabeza desconfiado hasta descubrir que quien llegaba era “El diente” Cruzado, y se levantó con desgano para recibirlo moviendo la cola. ¡Buenas buenas, gente che! – Fue un saludo cordial y acercándole un asiento comenzaron a ponerlo al tanto de la situación y detallarle tal cual sucedieron los hechos relacionados con el robo.
    “El diente” Cruzado sacudía la cabeza escuchando con atención a cada uno de ellos. – Aja chè! – Decía, hasta que no pudo aguantar más y estalló en una tremenda carcajada. La cara de Pancho Lacuesta y su compadre Salazar era de asombro, no entendían a que se debía aquella alocada actitud.
    Entre risas les contó como había hecho la broma, aprovechando que estaban dormidos, mientras sacaba del bolso la totalidad de la plata.
    Es verdad cuando dicen que;…”la plata va y viene”.

ALCIDES FLORES

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