POR: JORGE PIGNATARO
“Cráteres artificiales” es el nuevo libro de la salteña Rosario Lázaro Igoa
La escritora Rosario Lázaro Igoa tiene 39 años, es salteña de nacimiento aunque su estadía en Salto no supera sus años de niñez y parte de la adolescencia. Autora de dos libros (“Mayito” y “Peces mudos”), su vida transcurre principalmente entre Uruguay y Brasil (donde cursa una Maestría en Traducción Literaria). Es traductora literaria (Doctora en Estudios de Traducción) egresada de la UFSC, Brasil; investigadora posdoctoral en la misma universidad, y licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada de la UdelaR.

Ahora ha publicado un nuevo libro (en la editorial Criatura Editora), titulado “Cráteres artificiales”. Seguramente en próximas ediciones, EL PUEBLO comparta con sus lectores algunas de las narraciones que integran la nueva obra. Hoy adelantamos lo que se lee en contratapa:
En los cuentos de Cráteres artificiales hay casas en construcción, perdidas, olvidadas, recién alquiladas, casas en la nieve, en la costa, en la ciudad. Pero es el cuerpo fundante que agoniza en la puerta de la narradora de «Un muerto más» el centro de la exploración, y los demás cuerpos anestesiados, recauchutados, retocados, decadentes, obesos, indefensos, ofensivos, compactos, sacudidos, pesadillescos, en puerperio, moldeados a gimnasio, con cortes de pelo a la moda, con agujeros de bala, cuerpos regordetes llenos de arena. Es en ellos donde se produce la tensión entre la avidez de la vida y la amenaza de la muerte, la pulseada que jugamos todas las criaturas y que Lázaro Igoa sabe describir con sutileza magistral en sus matices más inesperados.
……
«Ella no sabía, ni quería imaginar, de lo que era capaz un cuerpo de esas dimensiones, a pesar de agonizante. Aplastar. Golpear. Devorar, quién sabe. Algo tan simple como el encuentro entre las dos pieles, lo áspero y la suavidad infinita, le daba pavor. La casa era de materiales sólidos, ideada contra las tempestades, y los protegía, a ella y a su cría».
Octubre
PALABRAS DE OCTUBRE
En octubre hay palabras que se desmadejan
y queda una piola sola colgada del vacío.
Excusa y desamor no existen en octubre.
El cuerpo entiende que hay instantes
que valen la vida.
Y que hay rostros que más vale olvidar.
El cuerpo entiende que el desamor es una culpa
antes que nosotros entiende
y dicta palabras que se incorporan de sí mismas
el cuerpo entiende que él también es octubre.
ENFRENTAMIENTOS
Se me salió octubre por los bolsillos
una mujer anda metida en el aire
es la sorpresa de un seno invisible
y el otro acercándose a mi boca
con unas caderas que se mueven sin estar presentes
anda levantando ansiedades
anda con su voz moldeada sobre mi nombre
sus ojos desnudos indagando
en la crónica de mis días
desolados ojos y días
que no pueden encontrarse
en una tierra con nombre
desolados
se dan vuelta los ojos y los días
mientras enrojece el cielo
y se puebla de muertos la ciudad que habitamos.
POEMA DE OCTUBRE
Octubre se ha quitado la ropa y nos llama
es una mujer para cerrar los ojos
y tocar a todas.
Se está ágil en octubre.
Se han superado las enfermedades de los jóvenes
y no han llegado otras nuevas.
Octubre es un salto que permite dar otro
apoyándose en sus ramas.
No es tiempo para morir,
es un tiempo para sentir al otro
a lo largo de todo el cuerpo
para abrir catedrales con la palabra
y abrir palabras como un monte con las manos
es un tiempo para todo octubre
para empezar
para volver
y para besar hasta quedar sin aire
con una herida de amor en el costado.
Leonardo Garet
(del libro “Octubre”, 1991)