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miércoles, diciembre 3, 2025

Arte & Agua no son privilegios: sobre AGADU, la Coordinación de Cultura y la Asamblea de Artistas

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Diario EL PUEBLO digital

El agua y el arte están reconocidos por Naciones Unidas como derechos humanos esenciales. El arte es para la vida cultural lo que el agua es para la vida biológica. Ambos son bienes comunes y deben circular libremente para cumplir su función vital.

No puede condicionarse el acceso al agua ni al arte a lógicas de lucro, canon o regalía. Privatizarlos es degradarlos, porque son recursos sociales y el valor principal de ambos está el uso, el goce y en su libre circulación.

Dos realidades: la República de Montevideo y la Banda Oriental

En Uruguay existen dos países: la República de Montevideo y la Banda Oriental. Puede parecer una ironía, pero encierra una verdad: en el fondo, los autores salteños y AGADU son dos desconocidos. Esa distancia, sumada a la histórica falta de presencia del poder público municipal, termina por generar una tensión que siempre estalla en las manos de los artistas/autores.

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Cuando hablamos de artistas produciendo encuentros hablamos de personas humildes que no lucran con su oficio y que, sin embargo, todos esperan que trabajen gratis y asuman los costos.

Queremos que AGADU se solidarice con una situación naturalizada y que nadie discute: ¡en el interior lo más común es explotar a las y los artistas!

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El equilibrio de los derechos

Imaginen que desde Montevideo se administrara el uso del agua en Salto —litros, horarios, condiciones—, sin oficinas ni funcionarios locales. Regular desde la lejanía lo que pertenece a todos produce decisiones descontextualizadas del territorio. 

Equilibrar derechos implica garantizar una retribución justa a los autores y, al mismo tiempo, asegurar el libre ejercicio del arte en la educación, el goce y la comunidad. Cuando esa balanza se desajusta, el sistema pierde legitimidad.

En el interior esa distancia se percibe con nitidez. Los autores salteños permanecemos al margen de las decisiones que nos afectan. Faltan oficinas, representación y diálogo real. Las estructuras continúan pensadas desde el sur y sus efectos se sienten en cada escenario del norte.

Hola, soy Salto, quiero presentarme

Hola, quiero presentarme. Entre mis artistas hay fronteras que cuesta definir. Algunos son autores, otros intérpretes; la mayoría, las dos cosas al mismo tiempo. Esa mezcla me representa: un territorio donde la creación y la ejecución se confunden, donde quien compone también enseña, organiza, difunde y, siempre, paga para que el arte suceda.

Mis artistas producen eventos para cubrir un vacío que al mercado no le interesa tanto: elaboración y reflexión alejadas del consumo rápido y de la lógica industrial. Lo hacen con recursos escasos, pero con una vocación tan fuerte que sostienen la producción de arte de toda la ciudad.

Quienes impulsan estas iniciativas distribuyen un bien esencial que de otra forma no llegaría a las personas más humildes, cada obra, cada concierto, cada muestra se convierte en un acto de pertenencia, una manera de vivir con plenitud a través de mis creadores.

Representar de verdad

Soy autor y deseo que quien me represente lo haga con coherencia. Cobrar a una escuela, a un coro o a un grupo de estudiantes contradice el espíritu que inspira la creación.

El derecho autoral protege la obra y promueve su circulación. La vigencia del arte se mide por su presencia viva en la comunidad, por la cantidad de personas que lo interpretan, lo estudian o lo transmiten.

Se necesitan reglas claras de exoneración, simples y acordes al sentido educativo y al derecho a gozar del patrimonio artístico producido en territorio nacional. Enseñar y crear sin fines comerciales forman parte del derecho al arte y a la libre circulación de la información.

Lucrar, gozar y enseñar

Lucrar, gozar y enseñar expresan lógicas distintas. Quien explota una obra con fines comerciales debe pagar y no debe pagar quien la utiliza para aprender, enseñar y/o compartir conocimiento. Tampoco debe pagar quien quiere gozar de una bien social, pues está ejerciendo un derecho.

Los artistas conocen el costo de su oficio: años de formación, ensayo y constancia. Cada creación contiene una cuota de vida y de riesgo. Ese esfuerzo necesita remuneración, pero no debe ser cobrado a los más humildes, porque sería como un peaje de acceso a los bienes artísticos culturales.

Queremos que AGADU funcione

El propósito es claro: queremos que AGADU funcione como una forma de incluir económicamente a las y los autores de Salto, que cobre donde haya lucro y condiciones de pago, que nos defienda donde exista abuso y que exima donde florecen el aprendizaje y el goce de los más humildes a la creación artística. 

Reafirmar su esencia: una sociedad de autores al servicio de los autores, una herramienta que potencie la circulación del arte en todo el país. Queremos que AGADU se instale en Salto, que tenga una oficina.

Los creadores queremos tener salario para dedicarnos al arte y que existan las condiciones para que circule libremente y sin privilegios. El arte —como el agua y la luz del sol— puede y debe llegar a todas y todos.

¡Viva el arte! ¡Salario digno para las y los artistas!

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/wrom
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