AGENDA LEGAL: REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO
En el análisis jurídico-discursivo y disruptivo que caracteriza la evolución reciente del Derecho de Familia, la implementación del Código de la Niñez y Adolescencia (CNA) se alza como una expresión inequívoca del vínculo intersubjetivo que debe existir entre la legislación especializada y la tutela integral de sujetos vulnerables. En este contexto, la normativa establece una coacción legítima, útil y necesaria para garantizar que los derechos de los niños sean respetados y salvaguardados, superando paradigmas tutelaristas y asistencialistas mediante la incorporación de principios rectores como el interés superior del niño, la participación activa, no discriminación y responsabilidad compartida de Estado, familia y comunidad. Así, el CNA en octubre de 2004 no solo modifico el marco legal, sino que introdujo una transformación estructural que exige un compromiso decidido de los operadores jurídicos y sociales para traducir la letra en hechos, bajo parámetros de justicia especializada y protección efectiva.
Desde una mirada más terrenal y menos formal, reconocer el impacto positivo del CNA es imprescindible. Se ha instalado un horizonte donde la infancia y la adolescencia dejan de ser meros objetos de asistencia y pasan a ser sujetos plenos de derechos, con voz y protagonismo en las decisiones que afectan su vida.
Sí, la política y la gestión vienen con sus historias y contradicciones, y esa realidad no es menor ni ajena al derecho de familia. La demagogia no falta, por supuesto, como tampoco la dificultad para transformar discursos en acciones concretas en terreno. Pero desmerecer el avance sería cerrar los ojos ante un cambio sustancial: la justicia especializada, la protección diferenciada, el reconocimiento del niño como sujeto y no objeto. El CNA ha puesto en la agenda nacional y social la necesidad de un enfoque humanista y garantista, que hasta hace poco no era más que una aspiración.
En definitiva, la paradoja no está en la norma sino en la gestión y la cultura jurídica; en cómo convertimos las buenas intenciones en realidades palpables que mejoren la vida cotidiana de la infancia. Como abogados, nuestro desafío es ser puentes activos entre la letra y el espíritu de la ley, batallando para que el derecho no se reduzca a formalidades, sino que sea un motor de transformación social, un aliado en la lucha por la justicia real.
Hasta la próxima semana.
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