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jueves, 3 de julio de 2025
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“Bilack”, el primer libro de Camilo Cavallo

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Diario EL PUEBLO digital
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El pasado martes 19, fue la presentación en público del libro «Bilack», de Camilo Cavallo, una serie de relatos, a modo de cuentos cortos pero con un hilo conductor: el niño protagonista. «Yo no soy escritor, pero me animé a escribir esto que traigo desde la infancia», dijo el autor al conversar con EL PUEBLO, y explicó además que la palabra Bilack «es el nombre que le inventé a un país imaginario».
Con él, esta página de lunes da lugar una vez más a la creación literaria de salteños contemporáneos.

CAPÍTULO I.
MIS MIEDOS.
DRÁCULA
Sin dudas Drácula era aterrador, además de constante. Estaba siempre, vivía adentro del placard de mi dormitorio. Bastaba con apagar la luz para verlo, darme cuenta que estaba, lo primero que notaba a través de la hendija de las dos puertas del medio del placard era el anillo de rubíes rojo que usaba en una de sus manos, claro. Con sus brazos cruzados, apoyadas sus manos en sus hombros y sus dedos extendidos los rubíes brillaban. También resaltaba su camisa blanca de seda y su capa negra. Alto, pelo corto y negro peinado prolijamente, parecía que a la gomina. Notaba cómo hacía aparecer los largos colmillos blancos de tanto en tanto…
Atrás de él su ataúd negro, se paraba entre el ataúd y las puertas del placard para esperar a que me durmiera y salir. Esperaba… pero yo con mi mano derecha tapándome los ojos semicerrados no lo descuidaba, miraba entre los dedos la puerta del placard que en cualquier momento se abriría para que él saliera sigilosamente.

Seguro que si me dormía, salía…lo sé porque una vez me descuidé, cerré los ojos, salió y se paró al lado de mi cama, noté su respiración… vi con mis ojos cerrados que varias veces mostró sus colmillos, era tarde para mí, se quedó quieto mirándome…No sé qué esperaba. Pienso que dudaba que realmente yo estuviera dormido y no quiso chuparme la sangre, tal vez despierto no pudiera…no lo sé.

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Yo transpiraba… aguantaba mi respiración…no me movía…tenía terror…él me miraba fijamente. En algún momento se dio vuelta y volvió a su ataúd. En realidad nunca lo vi meterse en el ataúd, pero lo hacía. Se quedaba toda la noche parado esperando por mí, de día seguro se metía en el ataúd.

Algunas veces, cuando mi madre abría el placard para guardar algo, yo miraba tratando de verlo, pero los poderes que tiene para ocultarse me lo hacía imposible, seguro que escondía todo. Yo sentía miedo pero nunca le advertí a mamá que Drácula guardaba su ataúd ahí.

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CAPÍTULO II.
MIS MIEDOS.
EL HOMBRE RANA
Otro que complicaba mis noches era el «hombre rana», quien tenía la particularidad de quedarse mirándome inmóvil desde el vértice que hacían las paredes y el techo.

Espalda pegada al techo, una pierna en cada pared y los dos brazos apoyados en el techo, como que quedaba pegado, y así pasaba mirándome con enormes ojos negros, cejas encorvadas, sin orejas, boca grande y risueña, cuero verde y brilloso pegado al cuerpo, cara de rana enorme…No se movía, solo me miraba.

Lograba verlo a la luz de la noche que entraba por la ventana, todas las noches entraba. A veces, cuando la luna daba mayor claridad, más feroz se ponía su mirada.

Apenas me durmiera seguro me tiraba un lengüetazo y me tragaba. Desde su lugar, a la distancia que estaba, no le sería difícil engullirme, con la velocidad que sé que tienen con la lengua para atrapar sus presas no me daría tiempo a nada. No me podía distraer. Con su tamaño tendría más hambre que una rana común, así que no le era fácil conseguir presas, y por mi tamaño yo seguro le parecía apetitoso.

Seguro que al perro de la vecina que desapareció se lo devoró la rana, y seguro fue la noche que la rana no apareció en casa. La vecina estaba triste, le contó a mamá que había desaparecido el perro, que no entendía cómo porque estaba todo cerrado, habló algo de que se había escapado de noche atrás de una perra…pero fue la rana. Nunca se lo dije, tal vez tenía miedo de que la rana tomara represalias conmigo, que la vecina no me creyera o vaya a saber… pero nada dije.
Así y todo, le temía menos que a Drácula.

CAMILO CAVALLO:
Nacido en Montevideo el 17 de marzo de 1962. Vive en Salto desde el año 1970, donde se desempeña como funcionario del BROU desde 1983. Bilack es su primera producción literaria, con la que cumple un viejo sueño de llevar sus creaciones imaginarias al
papel.

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