Hay lectores que vuelven a plantearnos inquietudes sobre la Plaza Flores. Alguna vez nos hablaron de la falta de iluminación, del comportamiento de personas que en las madrugadas cambian de lugar los bancos, etc. Ahora nos dicen que los sábados y domingos en la tardecita, al parecer, no hay personal de vigilancia. Un gran problema, nos dicen, es que andan personas adultas en bicicleta dentro de la misma plaza, lo que significa un peligro para quienes caminan.
Se vio ayer, en publicaciones en redes de varios jerarcas municipales, que se están realizando arreglos en la cabecera del puente Treinta y Tres. El avance de esta obra es algo que se venía reclamando mucho, así que bienvenidos sean esos trabajos.
Lamentablemente —nos comentaba ayer una lectora— son innumerables las esquinas donde se han borrado las cebras peatonales y no han tenido el necesario repintado. Nos mencionaba varias, pero uno de los lugares que más le preocupa, porque además nos contaba que pasa por allí todos los días “y ve cosas que la hacen temblar de miedo”, es en la rotonda de las avenidas Viera-Líber Seregni y Paraguay-Enrique Amorim.
Quien pase por el puente Los Algarrobos, donde desemboca el Ceibal, sería bueno que mirara hacia las copas de los árboles. Verá bolsas de basura que la crecida del río dejó colgadas. No ha de haber mejor muestra de nuestros malos hábitos con el ambiente.
