“Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”
Séneca
La verdad que sí, es increíble pero ahora con todo lo que ha salido a luz estos días respecto a la Intendencia de Artigas, parece que el Uruguay está habitado por santos. Entiéndase la ironía: todos los políticos pasaron a ser “moralistas impolutos” (dijera el periodista Julio Toyos), los partidos que no son el Partido Nacional están todos integrados por santos y quienes gobernaron a nivel nacional y cada uno de los 19 departamentos en períodos anteriores son todos santos también. Es más, son todos santos con sobrada autoridad para señalar y juzgar a quien se cruce en el camino (siempre y cuando no sea de su propio partido por supuesto).
Ahora bien, dicho eso, reitero (como lo dije en mi opinión de este sábado en página 3) que nadie puede dudar que lo sucedido en Artigas es escandaloso, bochornoso y todos los calificativos de similar significado que usted quiera agregarle.
Fue una barbaridad, algo inaudito, me dijo el abogado Pablo Perna cuando estuvimos charlando el sábado en la radio. Entonces me quedé un poco más tranquilo, porque si un especialista en leyes lo define así, no estoy tan equivocado en mis apreciaciones, pero además un abogado con ideología colorada (que por “afinidad de coalición” podría pensarse que no juzgaría tan duramente) y encima dedicado fuertemente a la actividad política, como los condenados.
Eso que dije, que es escandaloso y bochornoso, hay que dejarlo claro, porque en las siguientes líneas puede que relativicemos algunas cosas, pero no perdemos de vista nunca que la esencia de la cuestión es vergonzosa por donde se la mire.
Realmente, hay cosas que parecen en broma. ¿Vio cuando usted dice, en broma, «ah solo faltaba que se robaran tal cosa», o «lo único que faltaba es que hicieran tal cosa»? Pues bien, acá todo lo imaginable y lo inimaginable pasó…Una diputada (sobrina del intendente), que siendo diputada además seguía «prendida» de la Intendencia y tomando decisiones y contratando gente y cobrando…Un Intendente que decir que abusaba del clientelismo político es poco, ¿verdad?
Pero además preocupan varias cosas más… Preocupa por ejemplo que haya gente que se asombre… ¿Usted cree que solo en esa Intendencia allá en el norte pasan cosas así? Por supuesto que no? ¿Y en otros ámbitos del Estado fuera de las Intendencias? Ni hablar que también. La corrupción está en todos lados, no hay vueltas.
Pero además le digo que preocupa también, que haya gente del Partido Nacional que intente justificar este tipo de acciones, diciendo que en otros lados, con otros gobiernos, hay corrupción también. ¿Cómo vamos a avanzar así? Claro que no hay santos, como decíamos irónicamente al comienzo de esta nota, pero cuando hay delincuentes (que los hay en todos lados) tenemos que decirlo con toda la firmeza, y no poner paños tibios citando otros ejemplos.
Yo no tengo problema en decirle, como lo he dicho miles de veces, que es una barbaridad ciertas cosas que pasan en la CTM de Salto Grande (con autoridades mayoritariamente blancas y coloradas), en la Intendencia de Salto (frenteamplista), no me duelen prendas en decir que lo que pasó alguna vez con el Intendente (blanco) de Colonia con sus famosas pasantías fue patético…Y que así como mencioné la Intendencia de Salto también puedo señalar por varias cosas a la Intendencia de Montevideo. Por ejemplo que hay más de 1.200 personas en su área de Cultura y más de 500 en Desarrollo Social que todavía no ha quedado claro a qué se dedican, es decir, es confuso qué función tienen asignada (si la tienen) dentro de la comuna. Y después se enojan si uno desconfía que algunos de ellos son los que tuvieron hace poco, como tarea, colocar cartelería de “Carolina Presidenta”. Y mire que le hablo de funcionarios cuyos sueldos rondan los 200.000 pesos por mes cada uno. Multiplique usted esta cifra por esos 1.700 funcionarios aproximadamente.
Bien, ¿pero acaso justifica eso lo que ocurrió en Artigas? Obviamente que no. Si no entendemos eso de una vez por todas, es difícil mejorar. Si no nos sacamos la camiseta, nos costará mucho dimensionar correctamente que en todos los casos (sin excepción de colores) son robos a usted y a mí, a todos los uruguayos que nos hacen estas distinguidas personas, señoras y señores de distintos partidos políticos.
Y me parece importante cerrar con lo referido a los fallos de la Justicia en este caso. Pensé en algún momento, que era solo yo y algunos pocos más que (por ignorancia en asuntos legales) veíamos como un disparate que esta gente se haya robado 8 millones de dólares, lo haya reconocido y ninguno haya ido tras las rejas. Pero resulta que empezamos a indagar un poco más y hasta expertos en la materia reconocen que en Uruguay la Justicia mide con distinta vara a los ricos y a los pobres, a los poderosos políticamente y a los que no tienen ningún poder político.
El mismo Pablo Perna en la charla del sábado, sostuvo que las leyes del Código Penal las escriben los poderosos (política y económicamente hablando) para castigar a los pobres que roban un pan o andan con diez gramos de droga en el bolsillo. Pero que para castigarse ellos mismos cuando cometen ciertas barbaridades (robos de cuello blanco), han escrito y siguen escribiendo siempre leyes que indican penas irrisorias.
Entonces claro, por eso si usted roba una maceta, una gallina o una carretilla. puede ir cuatro o cinco meses a prisión; pero otros roban ocho millones de dólares y están libres.
Yo pregunto: ¿cómo hace un docente en este país para enseñarle a niños y jóvenes que no se toca lo ajeno?, ¿cómo enseña que si uno quiere el lápiz o la goma de un compañero tiene que pedirle permiso y no simplemente agarrarla?, ¿cómo convence a las nuevas generaciones que para tener un buen pasar tiene que esforzarse en el estudio y en el trabajo?
En fin, yo no quiero sustituir este sistema por ninguna dictadura (como me han dicho algunas personas cuando me leen escribir sobre la desilusión que siento de esta clase de políticos que nos gobiernan desde hace varios años); lo que yo quiero es seguir viviendo en democracia, porque considero que es el mejor sistema, pero donde nos gobierne gente honesta, más allá de la frialdad de las leyes. Porque como bien lo ha dicho el gran filósofo,“lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”.
Pero tampoco puedo mirar para el costado cuando veo que elección tras elección, si no es obligatoria vota menos gente, y si es obligatoria crece notablemente el número de votos en blanco y anulados. ¿Hay alguna señal más clara de descreimiento y hartazgo?
Sin embargo, el mensaje que predomina mientras tanto, es que siga el baila nomás.