Los radares de tránsito prometen salvar vidas, pero ¿son realmente efectivos o solo instrumentos para recaudar dinero? Exploramos estudios y estadísticas que cuestionan su impacto en la reducción de siniestros viales.
¿Buscan salvar vidas o simplemente recaudar fondos para las arcas estatales?
La seguridad vial es una preocupación constante en nuestras rutas, donde los siniestros de tránsito siguen cobrándose vidas. En ese contexto, los radares de velocidad han sido presentados como una herramienta clave para disminuir accidentes, pero la duda persiste: ¿realmente cumplen con su propósito o se han convertido en simples instrumentos recaudatorios?
El argumento de la seguridad


Quienes defienden la instalación de radares sostienen que estos funcionan como un «freno psicológico». La idea es simple: el temor a multas obliga a los conductores a respetar los límites de velocidad, reduciendo así el riesgo de accidentes. Sin embargo, ¿es esta reducción un hecho comprobable o solo un argumento teórico?
En muchos casos, los radares se instalan en zonas urbanas o rutas que ya tienen una baja siniestralidad, lo que plantea una inquietante pregunta: ¿los radares buscan salvar vidas o simplemente recaudar fondos para las arcas estatales?
El lado oscuro de los números
Varios estudios internacionales muestran resultados mixtos. Un informe de la Universidad de Adelaide en Australia concluyó que los radares de velocidad fijos pueden reducir los accidentes en sus inmediaciones, pero este efecto se diluye conforme los conductores se alejan de ellos. En contraste, un estudio del Reino Unido reveló que algunos radares están colocados en lugares estratégicos para maximizar ingresos por multas, no para prevenir accidentes.
En Uruguay, el impacto de los radares aún carece de un análisis exhaustivo. Se desconoce cuántos siniestros de tránsito se han evitado específicamente gracias a su instalación. Esta falta de datos claros refuerza las sospechas de que podrían estar cumpliendo una función más recaudatoria que preventiva.
Recaudación millonaria, resultados cuestionables
Los ingresos generados por multas de tránsito son significativos. Solo en 2023, algunos departamentos reportaron cifras que superan los millones de dólares anuales. Sin embargo, el costo humano sigue siendo alto. El último informe de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (UNASEV) mostró que los siniestros en ruta permanecen estancados en cifras preocupantes, a pesar de la proliferación de radares.
Esto abre un debate esencial: ¿se invierten estos recursos en infraestructura vial o campañas de concientización? La falta de transparencia en el uso de los fondos recaudados alimenta la percepción de que los radares son una herramienta más para llenar las arcas públicas.
Alternativas más efectivas
Expertos en seguridad vial coinciden en que la reducción de siniestros requiere un enfoque integral. Esto incluye mejoras en la infraestructura, mayor presencia de patrullas en ruta y educación vial sostenida. Los radares, por sí solos, no pueden cambiar conductas profundamente arraigadas en los conductores.
Además, la instalación de dispositivos como «radares educativos», que no multan pero advierten sobre el exceso de velocidad, ha demostrado ser más efectiva en ciertos contextos al generar un cambio de actitud sin la sensación de persecución económica.
Los radares, por sí solos, no pueden cambiar conductas profundamente arraigadas en los conductores.
Conclusión: ¿solución o problema?
Los radares de velocidad en ruta son, sin duda, una herramienta útil, pero no la panacea que algunos pretenden vender. Su eficacia real en la reducción de siniestros sigue siendo un tema de debate, especialmente en ausencia de datos locales sólidos que respalden su impacto.
La falta de datos claros refuerza las sospechas de que podrían estar cumpliendo una función más recaudatoria que preventiva.
Mientras tanto, la percepción de que son más instrumentos recaudatorios que salvavidas persiste y, con ella, la desconfianza de la ciudadanía. La verdadera solución parece estar en una estrategia más amplia, que priorice la vida por encima del beneficio económico.


Por otra parte, está el problema económico y financiero que va a terminar provocando a mediano plazo el tema de las multas por exceso de velocidad, porque, seamos honestos, una multa en un radar de la ruta, puede oscilar entre los 13 mil y los 17 mil pesos, y no se puede pagar una cuota de patente si no se paga una multa antes, y eso, no se si serán matemáticas avanzadas, pero va a terminar generando problemas a las intendencias en el cobro efectivo de las patentes. En resumen, creo que como todo en la vida, la teoría no está siendo tan efectiva como la práctica.