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sábado, 21 de diciembre de 2024
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Por Víctor y Fausto, escribe Jesuina

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Días pasados, PUEBLO recordó a los escritores salteños Fausto Carcabelos y Víctor Lima, ya que el 3 y el 6 de este mes, respectivamente, se cumplieron 55 años de sus muertes. Ambos perecieron ahogados en el Río Uruguay. Una amiga de ambos, la poeta salteña (ahora radicada en Paysandú) Jesuina Sánchez, en el año 2018 escribió: “Para Fausto Agustín Carcabelos: Era el año 69 y tus creaciones comenzaban a triunfar. Se hacían discos. Mi canción «Tengo en el cielo una niña» ya estaba grabada junto a temas recitados por tu amigo Carlos Ardaix. El primero de diciembre te pedí la partitura de mi canción y me dijiste “Apurada, no pienso morirme pronto, hay tiempo”. Fue la última vez que te vi. El 3, desapareciste y el 5, el Río Uruguay, devolvió tu cuerpo enganchado en un espinel del Club Remeros. Esa misma noche, nuestro amigo Víctor Lima, se escapó del Hospital y se arrojó al río. Creo que enloquecí cuando en la mañana del 6 el cuerpo de Víctor estaba en la morgue del Cementerio Central. Han pasado 49 años y todo sigue vivo en mí. Los necesito. Ya nada fue igual a partir de entonces. Hoy, sólo tengo para ofrendar los versos que nacieron para nuestro amigo común y esta sensación de soledad que traspasa alma, mente y cuerpo:

Se llamaba Víctor y no era alegre

pero sembraba por las calles la alegría,

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amaba la belleza de un poema,

el río, el sol, el vuelo de palomas,

la risa de los niños en la tarde,

el perfume de jazmines tempraneros

los pinos altos, el color del cielo…

un vaso de buen vino… un cigarrillo

esfumándose en la charla de un amigo.

Se llamaba Rolando, era poeta,

trotamundo de soles y quimeras,

prendía sueños en las nubes,

cantaba a las ciudades y a los ríos.

Su canto era verdad, era esperanza,

era amor pleno y total hacia los hombres.

Se llamaba Lima, el solitario, el loco,

el soñador de cosa imposibles,

de sueños sin edad, de anhelos puros…

Se fue una mañana como hoy…

Era diciembre, y el río lo llamaba.

Se recostó a dormir sobre la espuma.

Yo lo llamaba simplemente: amigo”.

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