Fueron. Una y otra vez. Todas las veces necesarias. El hincha de Ceibal es de una fidelidad especialísima. Nunca falla. Siempre, ese dictado de estar. Por eso, cada vez que el equipo ha jugado, el hincha que no ha faltado.

Porque además, a cuenta de ese hincha, también el año puntualmente a favor, por eso de los 10 partidos del equipo sin perder. Las 10 primeras fechas al margen de la derrota. Por eso valía la pena, más que nunca: el reencuentro con la pasión.
Y el domingo que pasó, la hora señalada. Más que nunca. 3.500 ceibaleños para que el copamiento del sector oeste fuera real. La familia de Ceibal.
Ellos ahí, activando el canto guerrero, la adhesión sin límites. Todo ese campo que hace a lo emocional. La toma gráfica de Vicente Massarino (EL PUEBLO), refleja lo vivido, disfrutado y finalmente alcanzado.
Para Ceibal fue la séptima consagración en la historia. Desde «Los pibes de la 12» hasta tantos amparando al nuevo rey. Ese nuevo rey que llegó. También por ellos.