Cuando se destruyen obras de arte, monumentos históricos y culturales
Días pasados, Pablo Villaverde me envió un breve video sobre «La Criollo» locomotora del ferrocarril creada íntegramente en Salto. La de La Criollo es una bellisima historia que habita en varios libros, portales, diarios y revistas locales, para elogiar el ingenio de tantos salteños que hicieron posible esa maravilla cuando despuntaba el Siglo XX. Claro, Pablo no hablaba solo de eso sino que ponía énfasis en su actual deterioro, su falta de cuidado, y como dejamos, los salteños, y en particular los gobernantes departamentales, destruir nuestro Patrimonio sin siquiera inmutarnos. Lo de Pablo no es el simple enfoque de un aficionado, sino de alguien que conoce del tema y que nos viene alertando desde el año 2015, de lo que pasa.
Por las dudas: Pablo Villaverde es un fotógrafo y rescatista del pasado histórico de Salto. Ha estado involucrado en la investigación de fotografía patrimonial y ha creado un museo itinerante de imágenes fotográficas. Villaverde también ha producido trabajos audiovisuales sobre la historia de Salto.
CUANDO LA DESIDIA Y EL DESCONOCIMIENTO DESTRUYEN OBRAS…
A veces me pregunto qué piensan esas personas, esa gente que borra murales de artistas conocidos, que tira basura sobre pinturas o esculturas, rompe obras de arte.
Cuando lo comenté una vez ante conocidos, uno me dijo: “Entiendo tu frustración. Es difícil comprender por qué alguien destruiría una obra de arte, especialmente un mural o una escultura que puede haber requerido mucho tiempo y esfuerzo para crear”-
Entonces uno que siempre le anda buscando el por qué de las cosas, cavila y presume que:
Hay muchas razones por las que alguien podría hacer esto. Algunas personas pueden hacerlo por vandalismo, ya sea por aburrimiento, ira o simplemente por el placer de destruir algo. Otros pueden hacerlo como una forma de protesta, ya sea contra el artista, el gobierno o la sociedad en general.
También hay quienes pueden hacerlo por ignorancia, sin darse cuenta del valor artístico o cultural de la obra.
Es importante recordar que estas personas son una minoría. La gran mayoría de la gente aprecia y valora el arte, y se entristece al ver que se destruye.
:He visto algunos artistas llorar cuando le han destrozado su obra y eso que no eran tan conocidos sino artistas de mi comunidad, eso si, tan valiosos, como los más consagrados porque el artista es un creador. Lo cierto es que sufrieron muchísimo porque le rompieron sus creaciones artísticas. Es terrible ver el trabajo de un artista destruido, especialmente cuando han puesto tanto de sí mismos en su creación.
Desafortunadamente, hay personas que no entienden o no respetan el arte. Pueden ser vándalos, personas con problemas mentales o simplemente gente que no valora el trabajo de los demás.
Es una gran pérdida para la comunidad, no solo por la obra de arte en sí, sino también por el impacto emocional que tiene en el artista y en quienes apreciamos su trabajo.
A lo largo de décadas hemos vistos deteriorarse murales, cuadros, esculturas. Hemos visto a pintores de brocha gorda pasar pintura, cal, sobre esos murales, algunos desarmar cuadros y llevarlos a un sótano. Famosas alegorías del carnaval dejadas a la intemperie en talleres municipales, se destruyeron, esculturas tirada en algún rincón y como dicen que pasó hace años, que en algún lugar de La Mancha, es decir de por acá, obreros precisaron hierro, varillas, y tomaron de una escultura prisionera en un lóbrego galpón y la convirtieron en otra cosa.
Y DE LOS ESCRITORES NI TE CUENTO…
A los escritores les pasa lo mismo cuando les queman los libros. Es una gran pérdida para el autor y para la comunidad, ya que se pierde una obra que pudo haber sido disfrutada por muchas personas.
Hay muchas razones por las que se queman libros. Algunas veces, se hace como una forma de protesta contra el autor o contra las ideas que se expresan en el libro. Otras veces, se hace por censura, para evitar que la gente tenga acceso a información que se considera peligrosa o subversiva.
En algunos casos, la quema de libros es un acto simbólico que busca destruir no solo el libro en sí, sino también las ideas que representa.
Es importante recordar que los libros son una forma de expresión y que la quema de libros es un acto de violencia contra la libertad de expresión.
Washington Benavidez contaba que en su ciudad natal, Tacuarembó, en la década del cincuenta, en abril de 1955, era un poeta muy joven que empezaba a ser conocido, le quemaron su libro “Tata vizcacha”, en plena plaza pública.
ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO…
La Biblioteca de Alejandría es un ejemplo trágico de la pérdida de conocimiento y cultura que puede ocurrir cuando se destruyen libros. Se cree que fue una de las bibliotecas más grandes e importantes del mundo antiguo, y su destrucción es un evento que ha sido lamentado por siglos.
Hay muchas teorías sobre cómo se destruyó la Biblioteca de Alejandría. Algunos creen que fue destruida por el fuego, mientras que otros creen que fue destruida por la guerra o el vandalismo. Cualquiera que sea la causa, la pérdida de la biblioteca fue una gran tragedia.
La Biblioteca de Alejandría contenía una gran cantidad de conocimiento y cultura. Se cree que contenía obras de algunos de los pensadores y escritores más importantes del mundo antiguo, incluyendo a Platón, Aristóteles y Euclides. La destrucción de la biblioteca significó que se perdió una gran cantidad de conocimiento y cultura para siempre.
La Biblioteca de Alejandría es un recordatorio de la importancia de proteger y preservar el conocimiento y la cultura. Es importante recordar que los libros son una forma de expresión y que la quema de libros es un acto de violencia contra la libertad de expresión.
De vuelta en nuestro tiempo y en nuestro Salto, traigo a cuento tres hechos que los repito siempre, porque es una impotencia de nunca terminar.
Un mural hecho por Leonardo Cacho Aztiazarán en el Club Ferro Carril décadas atrás fue borrado de un plumazo en un cambio de directiva, que al parecer quería renovar la sede….
Una pared de la Parrilla “El Entrevero” de Brasil y Córdoba que era de Eduardo Martínez. En los años ochenta recalaba la joven intelectualidad salteña de entonces, la bohemia, los estudiantes universitarios y los que colocaban las fibras de Antel. En esos tiempos llegaban muchos artistas nacionales, y en una de las paredes un brevisimo poema de Enrique El Duende Cattani pintado por Daniel Pavelesky quien sumó un decorado suyo. En esa pared se estampó la firma de Alfredo Zitarrosa, de Daniel Viglietti, Numa Moraes, Sara Larroca, Alfredo Gravina, Elder Silva, Pepe Guerra, El Sabalero, y de toda figura consagrada que recalaba en el lugar. El final es que falleció Eduardo, se cerró el local, se remozó, y todo lo que estaba en aquella pared pasó a ser recuerdo….
La más reciente de las obras perdida es la de César Rodríguez Musmanno, un mural que grafiteros que llegaron desde la capital, vinculados al MEC, hicieron desaparecer sin saber el valor de la obra que estaba, ni de la calidad artística del autor…
Venían con la intención de embellecer todos los muros de la ciudad…
Por eso debemos valorar siempre a los artistas, al arte, a las obras de arte, y a la creación, sea en el campo que sea, y más si es Patrimonio Histórico o cultural. Por lo tanto, a quienes le quepa el sayo que se lo pongan, concretamente, volviendo concretamente al tema de “La Criollo”.