Paola Monzón no solo es madre de Nachito. Es el ejemplo vivo de lo que significa amar sin condiciones, resistir sin garantías y elegir la vida una y otra vez, incluso cuando el mundo entero parece decir lo contrario. Su historia es la de una mujer que sostuvo con fuerza a su hijo mucho antes de tenerlo en brazos. Una historia de fe, dolor, coraje… y amor inquebrantable
Es bueno decir que conocimos el caso de Paola por su testimonio en la última marcha Por la Vida, y requerimos la palabra de su experiencia para estas páginas.
“Con 11 semanas de gestación nos confirmaron que nuestro hijo tenía mielomeningocele, una forma grave de espina bífida. A partir de ese momento, todo cambió.” Así comienza la historia de Paola Monzón, madre de Nachito, un niño que desde antes de nacer desafió todos los pronósticos con una fuerza que conmovió a médicos, enfermeros, amigos y toda una comunidad.
El diagnóstico fue devastador: malformaciones múltiples, hidrocefalia, malformación de Arnold Chiari tipo 2, pie bot bilateral, malformaciones renales, anorectales y uretro vesicales. Desde la primera ecografía ya hubo señales de alerta. “Se veía un quiste en el cordón, una arteria única, mega vejiga y poco líquido. Me dijeron que considerara interrumpir el embarazo. Varias veces.”
Pero Paola eligió otra cosa. “Fui a conocer a una madre con un hijo con la misma condición. Escucharla me ayudó. Decidimos seguir adelante.” Viajaron a Montevideo, hicieron más estudios, aceptaron una segunda amniocentesis que pudiera abrir la posibilidad de una cirugía intrauterina. Pero el cuerpo tenía otros planes. Con 24 semanas, Paola sufrió la ruptura prematura de membranas. Le dijeron que el bebé no sobreviviría. Le ofrecieron opciones desgarradoras. Le sugirieron más de una vez abortar. Pero ella se negó.
“Una semana entera estuve internada entre el miedo y la angustia. Mientras otras madres tenían en brazos a sus hijos, a mí me visitaban psicólogos para prepararme para el duelo. Hasta que una doctora, a quien le estaré agradecida toda mi vida, firmó el traslado a Montevideo.” Y allí empezó la etapa más dura: tres meses internada, en reposo absoluto, aferrada a la fe y a su hijo.
Cada día era una nueva batalla emocional. “Me decían que podía irme cuando quisiera, que podían darme una pastilla y en tres días estaría en casa. Pero no era opción para mí. Ni para su papá, que estuvo los tres meses conmigo.”
Y nació Nachito…
Finalmente, nació Nacho. Vivo. Luchador. “Soportó tres cirugías en las primeras 24 horas. Respiraba solo. Succionaba sin problema. A los cinco días salió del CTI. A los diez días, pudimos abrazarlo por primera vez. Había nacido con ambos fémures fracturados y debía permanecer inmóvil para formar el callo óseo. Pero estaba vivo.»
Pasaron semanas en la unidad de cuidados intermedios por infecciones urinarias y el aumento de su hidrocefalia. Se le practicó una vesicostomía para liberar la orina, y eso evitó nuevas infecciones. Finalmente, fueron pasados a sala común. “Después de cinco meses fuera, viviendo en el Pereira, volvimos a casa en Salto. Con miedo, claro, pero con mucha esperanza.”
Cada control, cada traslado fue un nuevo desafío. Paola comenzó a viajar sola con su bebé a Montevideo. Y poco a poco, Nacho fue creciendo, explorando, descubriendo. Ingresó al colegio, rodeado de maestras que aceptaron el reto de acompañarlo. «Empezó fisioterapia con Giova, quien ha sido clave en su desarrollo.» En octubre, llegaron a Teletón y comenzó a usar su mínimóvil, » algo que es mágico para Nacho porque así se moviliza por todos lados con autonomía, experimentando el mundo a su manera.” En noviembre, BPS les entregó el equipo para que pueda pararse. Y lo usa cada día, con esfuerzo y alegría.
Un niño que nos enseña a vivir
«Nacho es un niño lleno de vida, de amor, de curiosidad. Travieso, encantador, alegre. Nos llena de vida a quienes estamos a su lado. Nos queda mucho camino, muchas cirugías, muchos desafíos. Pero estamos felices. Cada pequeño logro, cada instante, es un regalo.”
La historia de Paola es la de una madre que eligió aferrarse a la vida en medio de la desesperanza. Que desafió diagnósticos, propuestas y estadísticas. Que escuchó su corazón y confió. Hoy, su hijo no solo vive, sino que crece con alegría y transforma a todos los que lo rodean.
«Siempre tengo muy presente una frase que me dijo Rosita Blanco en una charla antes de que pasará todo esto,»cuando nazca todo tiene solución», y esas palabras fueron selladas a fuego en el corazón de Paola .Y tenía razón. Porque a veces, el milagro no es que todo salga perfecto. El verdadero milagro es que, a pesar de todo, el amor siga creciendo.