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sábado, 12 de abril de 2025
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El elogio de la vaca III, una larga relación de mutua dependencia: Homenaje a los vacunos

Diario EL PUEBLO digital
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Por el Dr Guillermo de Nava


«A medida que la gente en Occidente y en el mundo en desarrollo se retira más profundamente hacia un mundo virtual, aislado del real, en donde la fantasía se transforma en realidad generada por computadoras y juegos electrónicos, cada vez tienen menos y menos contacto con la vida del campo que sustenta todo de lo que dependen»
Phillip Walling
(En «Till the cows come home»)

La mayor encuesta de opinión en cambio climático que se haya realizado hasta el presente, llevada a cabo por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP) y la Universidad de Oxford, con más de 1 millón de personas encuestadas en 50 países arrojó resultados interesantes1.
Dos tercios de los encuestados ve al cambio climático como una “emergencia global”. Ante la pregunta sobre cuáles, de una lista de 18 medidas, considera las más apropiadas ante esta emergencia, resultó que la conservación de bosques y tierras, y el uso de energía más renovable fueron las más populares.

El cambio hacia una dieta basada en plantas, una de las 18 alternativas, fue la opción menos favorecida porque solo el 30% de los encuestados se inclinaron por ella, lo que podría interpretarse como que, internacionalmente, el consumidor continúa mayoritariamente viendo a la carne como una opción válida en su dieta, aun ante lo que considera una situación de emergencia global. Y hace bien en hacerlo. Sin embargo, “el vaso medio lleno” es que la encuesta muestra que mucha gente, entre ellos muchos jóvenes, ya piensa que pasarse a una dieta sin carne es una opción para corregir esa emergencia.
Hay que contarles a los que así piensan que, si cambian a una dieta sin carne, la emergencia global por el cambio climático no se reduciría sustancialmente porque, en ese escenario hipotético, la emisión de gases de efecto invernadero se reduciría solo en un bajísimo e insignificante porcentaje.


En otros artículos hemos repasado los cuestionamientos que ha tenido el consumo de carne, basados en diferentes argumentos, muchos de los cuales no tienen evidencia concluyente ni sustancial, con la gravedad que ponen como “villano” a una actividad ganadera que muy lejos está de serlo; más bien lo contrario. También mencionamos trabajos recientes de investigación cuyos resultados advierten que las personas con dietas sin carne pueden padecer de una mayor incidencia de patologías neurológicas en niños o de fracturas en adultos, o incluso, – ¡Oh paradoja!-, de una mayor incidencia de algunos tipos de enfermedades cardiovasculares2, aspectos que quizás sea un reflejo de nuestro proceso evolutivo que se desarrolló consumiendo proteína animal, una dieta en la que los vacunos han estado estrechamente involucrados en una relación con la humanidad que comenzó al inicio mismo del período Neolítico.


Así que vemos toda esta encrucijada, más que como una amenaza directa al comercio internacional de nuestras carnes, como una extraordinaria oportunidad para promocionarla. La producción de carne en nuestro país es particularmente natural, porque la mayoría de unos 12 millones de vacunos del stock nacional pastorean sobre unos 10 millones de hectáreas de pasturas nativas, formando parte de un ambiente con gran biodiversidad.
En el campo uruguayo, el ganado no solo ejerce su extraordinario “superpoder” de transformar el material fibroso del pasto en alimentos muy nutritivos para los humanos, sino que puede reclamarse que lo hace conservando suelos, una de las opciones más favorecidas por la encuesta mencionada al principio de esta nota. Así que, con ese maravilloso superpoder, más que villano, en nuestros ambientes, el vacuno es un verdadero héroe.


Esto nos conduce, sin embargo, al plano ético en que nos planteamos la posible crueldad que incurrimos los humanos al comernos a estas criaturas. Somos parte de una cadena trófica que ocurre en la naturaleza. La reconciliación de nuestro amor por las vacas con el destino inexorable de los bovinos, en que consagran con extraordinaria generosidad su existencia a la tarea de alimentar a nuestra especie y a proporcionarnos con prodigalidad una cantidad enorme de productos derivados que forman parte de nuestra vida cotidiana, se basa en esa concepción ética.

Tomamos a su sacrificio con un profundo respeto que reverencia esa entrega, agradeciendo por haber sido tan bendecidos por nuestra convivencia con los vacunos. Como contrapartida a esa vital ofrenda, buscamos que los ganados tengan una vida que merezca ser vivida, con un ambiente de bienestar y con cuidados que los protejan del sufrimiento y las enfermedades, tarea a la que mucha gente ha estado desde siempre consagrada.


De alguna forma, estamos en el proceso biológico de la transformación eficiente de pasto en una proteína natural de altísima calidad, en cuyo transcurso debemos cuidar a los animales y trabajar con buenas prácticas de manejo, preservar al ambiente y su biodiversidad, regenerar suelos y secuestrar carbono de la atmósfera, tareas que son un desafío y que requieren del compromiso de quienes se aboquen a esta noble empresa, conscientes de su importancia no solo para nuestro país sino para la humanidad.

Quiénes estén involucrados en esta maravillosa aventura de trabajar racionalmente con los vacunos, ya sea desde el gerenciamiento de los recursos o desde el contacto directo con los animales, ya desde la venta de servicios puntuales para agregar valor a los procesos o apoyando de diversas formas la enorme tarea a realizar en el campo, estarán defendiendo más genuinamente a la especie bovina, , haciendo una contribución más grande a la humanidad y un servicio más valioso a su país que muchos de que los hoy, con falta de evidencias científicas, picaneados por una motivación legítima o con intenciones deliberadas de engañar, están denostando una actividad de la que tenemos sobrados motivos para estar genuinamente orgullosos.

Ante estas circunstancias particulares, ante los fuertes embates de quienes tienen intereses espurios o de quienes son bien intencionados, quiero rescatar mi homenaje al campesino de todos los tiempos que vivió, no solo de las vacas, sino con ellas, cuidándolas hasta extremos que sobrepasaron el mero interés económico. Ellos han sido herederos de una tradición y custodios de una cultura que honra la existencia de los pacientes bovinos en nuestras vidas. Y quiero, en tiempo de realidades virtuales, en plena era de la pos verdad en donde los hechos objetivos tienen menos influencia que las emociones que se generan desde las pantallas de las computadoras, dejar mi más sincero y agradecido tributo, mi homenaje más sentido, al noble vacuno por todos los beneficios que nos ha dado a la humanidad, por la forma que ha enriquecido y facilitado nuestra existencia, a lo largo de los más de 10 mil años de documentada convivencia.

1 Morrison, O. (2021) Plant-based diets the least favoured solution to climate change according to UN poll. https://www.foodnavigator.com/Article/2021/01/27/Plant-based-diets-the-least-favoured-solution-to-climate-change-according-to-UN-poll


2 Tong y col (2019). Risks of ischaemic heart disease and stroke in meat eaters, fish eaters, and vegetarians over 18 years of follow-up: results from the prospective EPIC-Oxford study. British Medical Journal. https://doi.org/10.1136/bmj.l4897 BJM 366:l4897

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