Enrique Tarigo fue, para todo el Uruguay, la conciencia democrática que se animó a decir NO cuando hacerlo era un acto de valentía moral. Su protagonismo en el referéndum de 1980 no solo abrió el camino a la recuperación institucional, sino que reavivó el espíritu republicano que siempre defendió el Batllismo. En mi caso con una escasa edad por 1980, es evidente que los relatos de los protagonistas son importantes y debemos no olvidarlos para continuar ese legado democrático.
Y en Salto, aquella gesta tuvo un capítulo propio. Aquí, dirigentes colorados comprometidos con la causa democrática acompañaron con firmeza el mensaje de Tarigo. Entre ellos, figuras recordadas como Malaquina, Vinci y otros referentes locales que, desde espacios como Radio Cultural, mantuvieron viva la discusión cívica, difundieron argumentos y sostuvieron la voz del NO cuando cada palabra podía costar caro. Aquella emisora, convertida en un refugio de pensamiento crítico, fue una herramienta fundamental para que el eco de Tarigo llegara al interior profundo.
De esos micrófonos, de esas reuniones discretas, hasta algunas secretas, también y de ese coraje silencioso, surgió una contribución decisiva para el triunfo del NO. Y años más tarde, ya como Vicepresidente de la República junto al Dr. Julio María Sanguinetti, Tarigo consolidaría en las instituciones aquello que él y tantos batllistas habían defendido desde la palabra y la convicción, claro que Tarigo también se destacó en nuestra Universidad, pero nadie puede negarle ese temple y lucha para decir NO cuando fue necesario en nuestro Uruguay.
Homenajearlo hoy implica reconocer su liderazgo nacional, pero también la red de demócratas del interior —entre ellos nuestros colorados salteños— que hicieron que su voz no quedara sola. GECS.




