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domingo, febrero 23, 2025

La seguridad a la deriva

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Como seregnistas no evadimos discutir y dar opinión sobre los temas complejos y difíciles. Hoy abordamos la seguridad, una temática de alta sensibilidad para los uruguayos, con un gobierno que no cumplió una de sus principales promesas electorales. Prueba de ello son las propuestas de precandidatos de los partidos de la colación, que ahora anuncian medidas para encarar el problema -según expresan- con un rumbo claro.

Está demostrado que no se arregla con eslóganes, anuncios rimbombantes, mano dura, ni allanamientos nocturnos. Decían que la LUC solucionaba el tema de la delincuencia al dar más poderes a la Policía. Pasaron durante el plebiscito cantando maravillas a la LUC; hoy ni se acuerdan, porque la política del gobierno en materia de seguridad ha sido un fracaso, tanto que ya no hay conferencias de prensa para destacar los logros. El Ministro casi no aparece en los medios y los precandidatos se esfuerzan en desmarcase de la gestión -como si no fueran parte del gobierno- mientras los homicidios y los delitos violentos no disminuyen y la ola de violencia aumenta día a día.

Es impostergable la construcción de una Política de Estado que comprometa las acciones a largo plazo, donde participen los partidos políticos junto a otros actores vinculados a la temática. Es lo que buscaba el planteo de Mario Bergara de comienzos de año. Lamentablemente no tuvo eco, pero no por ello vamos a dejar de insistir en la necesidad de hacerlo, porque estamos convencidos que es el camino correcto.

Es una temática de naturaleza compleja, con múltiples dimensiones que actúan en conjunto, donde los cambios en cada una de ellas afectan a las otras. Por eso, una política de seguridad debe ser integral y contar con una estrategia balanceada que incluya prevención y represión de ilícitos y rehabilitación de personas, porque es necesario que integre educación, trabajo, salud, mejoras del hábitat, etc. 

En Prevención, recuperar la presencia efectiva del Estado en las zonas con mayor vulnerabilidad social, que son donde penetró la lógica de grupos criminales, en especial el narco.

Es necesario recuperar y aumentar la presencia de la Policía, pero también incorporar infraestructura y servicios públicos de calidad, con propuestas culturales, educativas y sociales. También invertir en la construcción de un hábitat que facilite la convivencia, que incluya vivienda y espacio público. Promoverlo mediante la educación, la cultura y el arte, con espacios públicos que alberguen actividades que estimulen cambios de paradigmas sociales, culturales y políticos, que modifiquen sensiblemente las formas de relacionarse entre las personas.

Nuestra sociedad produce y consume violencia; basta ver televisión o redes sociales, a lo que se suma el bombardeo incesante de publicidad orientada a consumir: que si tenés sos feliz y valés, pero muchos lo tienen vedado. Si no se mejoran las condiciones de acceso los excluidos van a recurrir al delito para lograrlo. El trabajo de calidad es fundamental. 

Trabajar en la convivencia, es hacerlo en las causas de la inseguridad y en especial en la prevención social de los delitos; desde los territorios y en diálogo permanente con las instituciones con la sociedad, partiendo de la identificación de los problemas, incorporando propuestas superadoras y la apropiación colectiva de los logros.

En educación, apuntalar la formación en valores, como la cultura de trabajo y enseñar habilidades básicas para la vida, desde ordenar y limpiar hasta el manejo financiero, pasando también por la tolerancia a las frustraciones y las adversidades.

Sobre la represión del delito, se optó por enfrentar algunos quedando los más violentos sin una respuesta adecuada.

Los temas cruciales están asociados al narco, que produce impactos muy negativos al castigar al tejido social, cortar las trayectorias educativas y eventualmente, en pervertir la institucionalidad pública.

El narcotráfico ya está instalado; salen toneladas de droga, que cada tanto aparecen en algún puerto, porque antes entraron. La política de control ha fracasado. Persiguen al pequeño tráfico, pero a los “peces gordos” jamás y por los resultados está claro que no es solución. No se ataca al crimen organizado con la intensidad que se debería, no se actúa firmemente sobre la estructura de lavado de activos de los grandes narcotraficantes; posiblemente fuente de corrupción, de ahí la importancia de regular el financiamiento de la democracia.

Para ello, será necesario profundizar el proceso de profesionalización de la Policía, mejorar más la formación de los recursos humanos e incorporar mayor y mejor tecnología en un proceso de mejora continua y fortalecer los organismos de control como la JUTEP, la SENACLAF o la Corte Electoral.

No menos importante, es lo vinculado a la rehabilitación, pues todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Lamentablemente, especialmente por la superpoblación del sistema penitenciario que tiene a los presos en condiciones infrahumanas, no lo permite.

Es necesario descomprimir las cárceles, revisando el mapa de penas, porque es muy claro que estamos encerrando gente que podría ser objeto de tratamientos penales a medio abierto, con penas alternativas, por ejemplo ampliar el régimen de libertad a prueba para autores primarios de delitos menores, que requerirá crear programas de rehabilitación.

Es necesario rediseñar las propuestas de rehabilitación para quienes permanezcan en las cárceles, porque es muy poco lo que hay de programas educativos y sanitarios, especialmente adicciones y salud mental, y trabajar en la inserción social del excarcelado en la comunidad.

Será posible si cambian las condiciones generales de la economía y el mundo del trabajo, asociado a la redistribución de la riqueza y la mejora generales de las condiciones de vida de todos los uruguayos, porque aunque se enseñen hábitos de trabajo, si los que están afuera no consiguen trabajo, difícilmente lo logren quienes salen de la cárcel.

En seregnistas estamos comprometidos en ir a la raíz de los problemas que preocupan a los uruguayos, para cambiar de verdad.

Este ciclo electoral nos da la oportunidad; el 30 de junio, es el primer compromiso. 

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