Sud América 3 Deportivo Artigas 1
Más allá de cuestiones tácticas, más allá de influencias individuales.
Al margen de las razones que hacen a su estructura y en este caso, la consecuencia de los goles. No hay que tener tanto en cuenta al Sud América desde el fútbol que a veces puede ofrecer, sino DESDE LA FE SIN TRAICIÓN del que hace gala este equipo.
Porque el primer tiempo terminó 0 a 0, y ya con un par de situaciones netas y algo más frente a los tres palos de Axel Rodríguez, e incluso padeciendo alguna aventura ofensiva del rival.
Pero en la recta final, en la que decidió el partido, Sud América no dejó de querer DESDE LA ACTITUD DE SIEMPRE, la que incluso se relaciona a su historia o a su leyenda de equipo capaz de la entrega total, sin rendirle cuentas a nadie.
El 3 a 1 también es explicable desde la fe «naranja», para llegar al primer gol con el frentazo de Asencio en atrevimiento ofensivo. En la resolución posterior de Santana cuando el centro llegó desde la derecha y el volante frenteó al palo izquierdo con Axel Rodríguez volviendo.
Y aunque en lo inmediato, Jonathan Reina inventó un golazo de casi 40 metros, llegaría el tercero y definitivo, manual de contragolpe mediante de Gabriel Pintos.
Porque a veces Deportivo Artigas fue el de esa versión. De tanto evitar la caída de la imagen de equipo por lo menos generoso en la actitud, terminó siendo inocente para defender y el desorden se convirtió en campo dinamitado.
Por ahí se mandó Sud América, para perforar con el contragolpe que liquidó la noche y la volvió «naranja», más allá de esa mueca dibujada por la expulsión de Leandro Fagúndez cuando el partido se moría en medio del Sud América reinando y venciendo desde la justicia. Fue el 3 a 1, como para prolongar el aliento de la permanencia.
Y es cierto que a veces se equivoca, o que el plan vacila. Pero en eso de los valores de la creencia, ¿cómo no reconocer el perfil de Sud América?
El de la fe que lo sostiene. Es un equipo de fe. Y no la traiciona.
Por eso convive con la ilusión de quedarse. Y se va quedando.
¿O alguien podría imaginarse un Sud América de rodillas?
Si nunca lo fue. Menos ahora.
–ELEAZAR JOSÉ SILVA-
