Todo comenzó como un sueño hace 4 años en San Rafael, Mendoza, Argentina. Nicolás Bianchi, probablemente después de una copa de más, tuvo una revelación en su bodega, Finca Dinamia. Decidió que el orujo, ese residuo vitivinícola que normalmente se desprecia, tenía potencial para algo más que ser simplemente abono.

Así nació la harina de vino, una maravilla culinaria que hoy es furor entre los chefs y panaderos más audaces. Esta harina, libre de gluten, rica en antioxidantes y con una alta capacidad nutricional, no solo le da un toque especial a los panificados y otros alimentos, sino que también es saludable. Además, es una excelente fuente de fibra, ayuda a regular el colesterol y contiene polifenoles que contribuyen a la salud cardiovascular. ¡Una victoria para los amantes del buen comer y la salud!


El proyecto de Nicolás fue tan revolucionario que el Banco ICBS lo seleccionó como «proyecto innovador». Y por si fuera poco, la harina de vino se convirtió en el ingrediente estrella de un «panettone salado» que ganó un premio en Italia. ¿Quién hubiera pensado que el orujo podría volverse tan chic?
El éxito de la harina de vino no pasó desapercibido. La legislatura provincial de Mendoza, con su ojo siempre atento a las innovaciones que pueden poner a San Rafael en el mapa, decidió proponer una distinción para el proyecto. ¡Un reconocimiento más que merecido!

Así, lo que empezó como un sueño (y tal vez una resaca) se convirtió en una realidad deliciosa. La harina de vino de San Rafael es la prueba de que, con un poco de creatividad y mucho amor por el vino, se pueden hacer maravillas. ¡Salud por Nicolás y su harina mágica!
