Concepción Matilde Zorrilla de San Martín Muñoz del Campo, o sea: China Zorrilla, había nacido en Montevideo el 14 de marzo de 1922 y este martes que pasó se cumplieron diez años de su muerte, ocurrió también en Montevideo el 17 de setiembre de 2014. Al día siguiente de su fallecimiento, se leía en EL PUEBLO:
No es lo habitual en estas columnas de opinión que las dediquemos a destacar a una persona en particular. Salvo, claro está como en este caso, que la persona en cuestión sobresalga y sea una ciudadana ilustre, como lo ha sido y lo seguirá siendo quizás por muchas generaciones Concepción Matilde Zorrilla de San Martín Muñoz , “China” Zorrilla como la conoció el mundo del espectáculo y todo su entorno.
Sucede que China hizo de todo en su vida profesional, desde radioteatro, hasta radio, cine, teatro, dirección teatral, producción y en todo se destacó, porque su talento le permitía descollar en todo lo que hacía.
Pero seguramente la grandeza de la querida conciudadana no le llega sólo por su destacadísima trayectoria actoral – no sólo en el Río de la Plata, sino también en tierras remotas -sino esencialmente por su grandeza humana, su sencillez y su desprendimiento inigualable, que sólo los grandes seres humanos son capaces de tener y así lo lo confirman todos los que le conocieron y pudieron convivir con ella, ya sea profesionalmente o en la vida diaria.
China Zorrilla es una actriz de las que se van, pero no se mueren, porque quedan vivas seguramente en la memoria de todos los que habremos de sucederle.
Quienes pensamos que la vida no acaba cuando nos alcanza la muerte física, cuando se muere el cuerpo, sabemos que seguramente China estará entre los privilegiados, en el lugar reservado para los grandes seres humanos.
Muchas historias han trascendido sobre China Zorrilla, su humildad, su desprendimiento, su bondad y su compromiso con las personas que sufren. Ella nunca se ocupó ni de confirmarlas, ni de desmentirlas. En lo personal no dudamos que han sido ciertas, porque condicen con su forma de ser, con su coherencia y su transparencia.
No tuvimos la suerte de conocerla personalmente, sino a través de sus obras, de lo que se ha escrito y dicho sobre ella que no es poco, pero lo que hemos podido conocer de esta manera nos ha impactado y despertado nuestra admiración.
Ayer descansó definitivamente de esta vida. China terminó su pasaje terrenal a los 92 años y según lo que se ha sabido, lo hizo en paz y con la serenidad propia de los seres transparentes, los grandes de esta vida, en cuyo ejemplo deberíamos mirarnos más a menudo si pretendemos un mundo mejor, más fraterno y solidario, porque más que lamentar su muerte, la mejor forma de honrarla y recordarla seguramente es agradeciendo lo que nos dio con su vida.