No solemos opinar sobre la realidad de otros países, pero en este caso sí, debido a la influencia que le asignamos sobre el nuestro.
Decíamos días pasados que la decepción, la pérdida de confianza en una fuerza política gobernante suele arrinconar de tal manera a la ciudadanía que termina por afiliarse a aquello “que se vayan todos” o “todos son iguales”.
Este es el peor error que hemos cometido siempre. En primer lugar porque consideramos que no todos los políticos son iguales y en segundo lugar porque siempre que esto ha pasado hay una fuerza o un poder que está esperando la decepción popular para erguirse como salvador y es el poder militar. Lamentablemente situaciones como las que consideramos que vive Argentina se han dado muchas veces y se camina inexorablemente hacia este final.
Nos explicamos. La maldita “grieta” o “fisura” presente en la Argentina donde el peronismo por una parte y las fuerzas empresariales, la “derecha” (que en Argentina no es fácil de determinar), se han dividido el país de tal forma que ha sido una pequeña minoría esté a cargo de las decisiones más importantes, incluso del gobierno nacional.
En estos momentos esa “grieta” se ha transformado en tercios y seguramente los esfuerzos por “acuerdos” y demás serán los que predominarán en estos tiempos previos a la elección nacional.
Es que los fanatismos – muy presentes en el vecino país- no dan lugar para otra cosa que no sea algo “nuevo” “diferente” y siempre hay alguien esperando esta decepción ciudadana.
Es aquello de saltar de “guatemala” a “guatepeor”, porque no hay cosa peor que un régimen impuesto por el poder de las armas, donde toda discrepancia, toda duda o planteamiento que no “coincida” con quienes gobiernan se paga con cárcel o con torturas.
Esto le cabe a cualquier régimen en estas condiciones y por eso no nos gustan los totalitarismos, Cuba, Nicaragua o Venezuela, pero tampoco nos gusta que nos lleven de la nariz, como han hecho y hacen las grandes potencias (Estados Unidos y Europa toda a la cabeza) que piensan por nosotros o nos dan elementos para que pensemos y nos manifestemos como a ellos les conviene.
Hacemos votos para que los ciudadanos argentinos reflexionen a tiempo. Sepan que no todos los políticos son iguales, los hay buenos y malos como en toda actividad humana, pero aunque cueste hallar los “buenos” o “menos malos” confiamos en que lo hagan porque lo otro es peor que peor, no lo duden.
A.R.D.