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jueves, 13 de marzo de 2025
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Felisa y el Ateneo

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Es común que durante el mes que estamos dejando atrás, mucho se hable de libros y bibliotecas; de la Biblioteca Departamental también, aquella que en sus inicios funcionó en el Ateneo, con Felisa Lisasola como bibliotecaria y figura, y que actualmente lleva su nombre. Felisa fue un valor para la cultura de Salto. Eso es lo que no debe olvidarse. Pero, para dimensionar en su justa medida ese valor, hay que conocer quién fue. De ahí que nos proponemos, desde esta página y con cierta asiduidad, revalorizar su figura. Lo haremos también hoy.

EL ATENEO

Para hablar de la Biblioteca, importa primero hablar del Ateneo de Salto. «El 19 de abril de 1895 se inauguró el edificio social, construcción de líneas severas y armoniosas, en la que se invirtieron más de $ 11.000…», se lee en la página 76 del libro «Salto de ayer – Crónicas y documentos», editado por la Inspección de Educación Primaria en 1993. Y en la misma publicación se recrea la historia previa: «El 8 de enero de 1889, una elocuente esquela firmada por los elementos representativos de Salto, convocó a una reunión a celebrarse al otro día en el local de la Biblioteca Popular. La misma tenía por objeto fundar una asociación que fuera el reflejo de la cultura salteña. La idea era histórica: fundar un Ateneo, es decir un centro de pensamiento y de labor, donde se elaboraría el porvenir mental del norte uruguayo. Dicha idea arraigó fuertemente entre nuestros coterráneos y el Ateneo surgió. Durante los primeros años estuvo instalado en el local de la Sociedad Italiana Unione, en la calle Daymán (hoy Artigas) donde estaba también el Correo y la Administración de Rentas. Allí se desarrollaron importantes actividades culturales, puesto que el entusiasmo animaba a todos y muchos proyectos surgían. Se vio la necesidad, entonces, de contar con un lugar propio. Concedido por parte de la Junta Económico Administrativa, el terreno que hoy ocupa, se resolvió la construcción del edificio…».

FELISA LISASOLA

Decir Ateneo de Salto es decir Felisa Lisasola. Fue ella la gran bibliotecaria. Felisa nació y murió en Octubre y en Salto. Nacimiento: 31 de octubre de 1877. Fallecimiento: 28 de octubre de 1952.

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Poetisa; dejó escritos los libros «Lámpara» (1926) y «Meditación» (1931), además de un buen puñado de poemas dispersos en diarios y revistas de la época.

Pero también se la debe recordar y valorar como la reorganizadora de la Biblioteca del Liceo Departamental y la gran bibliotecaria que tuvo Salto, dejando lo mejor de sí al frente de la biblioteca que funcionaba en el Ateneo.

Merecidamente, la Biblioteca Departamental de Salto (desde la década de los 90 ubicada en Artigas y 25 de Agosto) lleva su nombre.

Lo que siguen son algunos de los textos que nos dejó:

LA LOCA

Todos vieron de la pobre loca 
Harapienta y sin pan; 
No hubo piedad en boca femenina 
Ni en pecho de varón hubo piedad.

Y la triste decía en su locura: 
¡Oh raza de Caín, pasad, pasad, 
No tenéis de Jesús ni la figura 
El mundo está sembrado de maldad

¿Sabéis quien soy?
Acaso vuestra abuela 
Vuestra madre quizás,
O vuestra hija o vuestra compañera, 

¡Oh raza de Caín! ¿Os asustáis?
Y la turba reía delirante 
Sin comprender quizás, 
Que la infeliz demente en ese instante 
Acaso les decía la verdad.

PARA HORACIO QUIROGA

Hermanos, perdonad mi desvarío
ante vuestra presencia soy cobarde
ante tanta grandeza siento frío…
Yo soy el ave que se llevó el río
envuelto en la tristeza de la tarde.

Yo soy la voz doliente y fatigada
de aquella madre ausente,
que viene de regiones desoladas
con las alas cansadas
a deponer un beso en cada frente.

Soy el latido hermano
que llega como blanca mariposa…
Soy el amor humano
que viene con aliento soberano
a desgranarse en pétalos de rosa.

Soy el dolor de los incomprendidos
y el alma que interroga…
Vengo a cambiar lo que me habéis traído
por un poco de amor para el caído,
¡Soy Horacio Quiroga!

EL ATENEO DE SALTO

¡Cómo te veo hermoso, lleno de laureles
tras de los cristales de mi fantasía…
tú eres el alcázar rojo de claveles
que vieron mis sueños en Alejandría!
Por tus amplias naves, aún pasa Minerva
luchadora y fuerte; aún Apolo canta,
y es este el Parnaso donde Urania observa
cuando por Oriente el Sol se levanta.

En el mundo entero, todas las naciones
guardaron sus joyas en esa gran nave…
de hidalgas estirpes quedan los blasones
firmes y seguros, sin ninguna llave.
¡Cómo te veo hermoso, lleno de laureles
tras de los cristales de mi amor profundo!
Porque en ti comprendo que hay frutos y miles
que da su dulzura para todo el mundo.
Todos los amores y todas las ciencias
bajo tu bandera de pureza Santa
abren sus portales a toda existencia
que quiera a su sombra, reposar la planta.

¡Cómo te veo hermoso, lleno de guirnaldas
tras de los cristales de mi fantasía,
de tus ventanales se ve la esmeralda
que llena los campos de la tierra mía!
De tus ventanales se ve el ancho río
que une nuestra tierra con la tierra hermana
y el techo rojizo de los caseríos

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