Cuando en la noche del sábado, la selección uruguaya clavó los ojos al pìso, con la eliminación consumada, los dirigentes de Nacional activaron la decisión. Fueron por los tres jugadores afectados a la celeste: Sergio Rochet, Camilo Damian Cándido y Brian Alexis Ocampo. Nacional pagó el chárter desde Brasil y a las 5 de la mañana, los tres en Los Céspedes. En la tarde, los tres fueron titulares. Los tres fueron claves, para que Nacional derrote 2 a 0 a Peñarol para subirse a la primera escala del Apertura.

Los goles fueron de espléndida factura. De derecha a izquierda, el envio a Ocampo, para ser parte del mano a mano. Pique y decisión, para mandar la pelota al segundo palo (72′). Hasta que llegaría el segundo (85′), cuando Peñarol resignó controles defensivo y Camilo Cándido capturó una pelota. Ejercitando la gambeta hacia adelante, el terreno abierto y el chutazo sin apelaciones. Fue sentencia del 2 a 0, para Nacional que volvió a jugar un clásico ante Peñarol en el Parque Central y no pudo ser mejor con la imposición abrochada.
Los directivos se mandaron una jugada de pizarrón «fuera de la cancha», cuando apuntaron a los tres retornos. Peñarol hizo lo propio con Facundo Torres. Pero ya en el terreno de las decisiones, Nacional alcanzó la clave para ganar: su eficacia misma. Victoria a la medida de un equipo de superior carga técnica y táctica, ante el Peñarol vacío de molde defensivo y sin brújula de ataque. Los tres puntos a cuenta bolsilluda. Francamente que sí: del avión al gol. Una jugada perfecta. Una jugada….de pizarrón.