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domingo, mayo 18, 2025
EL PUEBLO
Columnas De Opinión

Directora Unidad 20 INR

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María de los Angeles Machado : Una Madre sensible a las Madres privadas de libertad.

En este trabajo por el Día de la Madre, quisimos tener la visión de otra realidad que hace a algunas madres. Por eso invitamos a la directora de la Unidad 20 del INR a compartir su experiencia más íntima como madre que es , y por otra parte su visión sobre una de las realidades más invisibilizadas: la maternidad tras las rejas.

Hay otro aspecto sumamente interesante en la historia de nuestra entrevistada y es que fue madre adolescente, experiencia que con orgullo y amor también comparte en estas páginas.

“Fui madre muy joven. A los 16 años.” Con estas palabras comienza el relato.

Lo que al principio parecía caótico, con el tiempo se transformó en gratitud. Su hija, hoy con más de 30 años, ha caminado a su lado desde siempre. “Cuando la llevaba al jardín y me preguntaban si era la hermana, yo con orgullo decía: soy la madre.El tener en este momento que a uno lo agarra medianamente joven con un hijo grande, es como tener no solo que una visión crítica de determinados asuntos de manera conjunta y colectiva, sino que también tener como visiones enfrentadas con tu propio hijo que te hacen llegar al cerno del debate, del intercambio de ideas y el cambio de ideas sobre todo. En mi caso, mi hija es lo más grande que tengo, me ha cambiado exponencialmente la vida, no puedo concebir la vida sin tenerla, como cualquier madre.»

Pero también fue un desafío. María de los Angeles lleva mas de una decada en su cargo que en algunas ocasiones puso en riesgo su vida. “El trabajo que desempeño no es fácil para las familias. Hay horarios, hay riesgos, hay tensiones. Sin embargo, tanto mi hija como mi pareja siempre fueron mi escudo. Jamás me cuestionaron. Estuvieron siempre .”

Hoy, su hija trabaja en el área social y cultural, y comprende el valor de lo que su madre representa dentro de una de las instituciones más duras del país.

Madres tras las rejas: una herida abierta

Desde su cargo, María de los Angeles observa a diario una de las realidades más complejas y silenciadas de la sociedad: la maternidad privada de libertad. La cárcel de mujeres de Salto es la segunda del país con mayor número de madres con hijos convivientes. “Cuando llegué, había tres niños. Hoy tenemos un promedio de 20. Es un número que duele.”

Los hijos conviven con sus madres hasta los 4 años. Luego, según el tiempo de condena restante, se evalúa si pueden permanecer un poco más. Para quienes ya deben separarse, se ha implementado un modelo que permite a los niños vivir de lunes a viernes con familiares, y regresar los fines de semana con su madre. “Es una forma de cuidar el vínculo, de no romper del todo una relación esencial.”

Los niños cuentan con pediatra, atención médica, vínculo con el CAIF del barrio y escolarización. “Tratamos de que vivan lo más parecido posible a la vida afuera. Que su niñez no quede marcada por rejas, sino por juegos, por cariño, por normalidad.”

Pero el drama se profundiza con los hijos que no pueden estar con ellas. “En esos casos, interviene el INAU porque muchas veces la madre no tiene a nadie. Ni familia, ni hogar, ni empleo. Esos niños son derivados a los hogares de INAU y eso abre otra herida: ¿qué espera a esa mujer al salir?”

El día después: un abismo silencioso

“Muchas mujeres salen de la cárcel con varios hijos, sin casa, sin trabajo, sin nada. Y vuelven a delinquir. No porque quieran, sino porque no tienen opciones. Y ahí es cuando entendés que la cárcel sola no puede.”

Desde la unidad se han impulsado programas de educación, empleo, y contacto con otras instituciones como el Ministerio de Vivienda para ofrecer una red mínima de contención. “Muchas terminan la escuela acá, otras comienzan facultad. Algunas logran tener un pequeño ahorro o sostener a sus hijos afuera. Pero falta mucho. Muchísimo.”

El Estado, insiste, no puede pretender que la cárcel resuelva lo que debería resolverse con políticas sociales, habitacionales, laborales. “Una madre que sale sin nada, con varios hijos, está condenada antes de empezar. Y eso también es responsabilidad de todos.”

El Día de la Madre: el día más intenso del año

En la cárcel, el Día de la Madre no pasa desapercibido. Todo lo contrario. “Es EL día. Igual que el 24 de diciembre. Nos preparamos durante semanas. Los hijos vienen, se organizan fiestas, tortas, música. Es un día de emoción, de contacto, de amor.”

No solo en el módulo femenino. También en el masculino, donde los hijos se preparan para recibir a la figura que nunca falla. “Porque si hay algo que no cambia, es que la madre siempre viene. Todos los demás pueden dejar de venir. Pero la madre nunca falla.”

Y aunque en el afuera ese vínculo se da por hecho, tras las rejas se convierte en lo único que sostiene la esperanza, la humanidad, la posibilidad del perdón.

En el Día de la Madre, su mensaje es doble, de orgullo personal, y de sensibilidad colectiva. Porque si hay algo que atraviesa a todas –libres o no, con hijos cerca o lejos– es el amor. Ese que resiste, acompaña y sostiene. Ese que no se encierra.

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