“Casa de Salud”, un libro que vale la pena leer

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El libro “Casa de Salud”, libro de poemas del destacado docente y crítico literario Gerardo Ciancio, fue publicado este año y está teniendo una importante repercusión en los últimos meses. Aún siendo inédito, había obtenido ya importantes reconocimientos, como el Premio Onetti el año pasado y unos años antes un premio de los otorgados anualmente por el MEC.

Un buen acercamiento al libro de Ciancio pueden ser estas palabras escritas hace pocos días por el poeta y artista plástico tacuaremboense Miguel ÁngelOlivera:

“…Lo leí en un rato sentado junto al pasillo del ómnibus, abrazando la circunstancia de mis propias muertes, o queriendo llegar, de la manera posible, a Gerardo para abrazarlo. Sus poemas bordean, amorosamente, a su madre en una casa de salud. No soy docente en literatura, apenas hago talleres de arte (fundamentalmente con niños) y no arriesgo a analizar libro alguno desde el punto de vista técnico. Cuando leo, y sobre todo cuando tengo el privilegio de leer algo como Casa de Salud, me invaden sensaciones que ahora trasmito, por eso soy pintor y poeta, y poca cosa más.

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Hay un poema que no más dice: “verte ahí, mamá, es la querencia/ eso que destilamos en la infancia”, y dice tanto. Yo me preguntaba cosas, porque Gerardo te hace meter con pensamiento y dolor en tu propia sangre. Me pregunté, ¿qué nos ata a la vida? Porque una madre nos suelta. Entonces ¿qué nos ata?. Quizás el paisaje de patio arbolado de la Casa de Salud, el polvo suspendido de los rayos de luz o las palomas en silencio.

En una cama de un sanatorio mi madre ampliamente lúcida me apretó la mano preguntándome -¿me estoy muriendo, verdad Miguel?- Y yo no supe más que abrazarla. Murió al día siguiente. Yo escuchaba sus quejidos de dolor y deseaba que ya muriera, pero no. ¿Cómo voy a querer que muera mi madre? ¿Pero qué hacía ella con su dolor? Y Ciancio me instaló en aquella escena, de mi madre aferrada a mi mano, o toda mi vida aferrada a su mano, para leer semejante libro. Sé que fue su propia búsqueda, una especie de explicación, aunque los poetas no buscan explicar nada ni explicarse nada, sino que trasuntan un dolor visceral en palabras, como dolor tras dolor en versos, o amor. O “amor desdibujado”, como el de él con su madre. Y la madre como universo, toda luz. La de él, la mía, o la de cualquiera que sepa leer un libro como Casa de Salud.

En su muerte, o en su casi ausencia como la mamá de Gerardo, descubrimos que nunca supimos qué pensaba realmente. Aunque lo hubiéramos querido, para intentar conocer esa líquida circunstancia de la vida, o a ella y nosotros. Lo escribí en un poema que pronto algunos leerán, que una madre, como cualquier otro, es un pozo oscuro. Aún cuando sintamos que estamos en su cuenca y que no pudimos salir del todo. Y estar frente a su escasa vida viendo como se apaga y llega su muerte, pero también tu mundo con ella. Para siempre en otro.

Leyendo Casa de Salud se agolpan tus muertos, los propios del lector, mis sufridos hermanos muertos, mis entrañables padres muertos, mi hija muerta… y los acaricias. Porque Gerardo los acaricia contigo, en ese instante que lo lees en un montón de poemas bellos. Y no buscas explicaciones, simplemente amas. Me lo dijo Circe: – Miguel, cuando terminas un libro ya no es tuyo, cuando está en manos del lector, ahora él es el poeta, ahora es él el que escribe su propio libro, quizás con tus palabras que ya no son tuyas.

¿Hay banalidad en algunos recuerdos? ¿Qué es lo que queda? Recorrer hechos aislados de la infancia, ponerse en el lugar de los hermanos como Ciancio con sus hermanas, o quizás leer lo que queda de la mente de una madre, como infructuosamente intentó Ciancio con la suya. ¿Para encontrarse en ella, con ella, aferrarse a una extraña sustancia, o con su sonrisa de nochebuena?

“… toda luz batalla contra su sombra aunque anticipe su derrota” Así escribió el poeta.

Es mucho más que una recomendación. Léanlo”

EL AUTOR

Gerardo Ciancio nació enMontevideo en 1962. Prof. de Literatura y Magíster en Dirección Educativa. Ha publicado los libros de ensayo La crítica literaria integral (1998); La ciudad inventada (1998); Entretextos (1999); La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. De Mario Benedetti a Maldoror: miradas sobre la prensa cultural (2007, junto a Jorge Olivera); Soñar la palabra. La canción de Mario: Benedetti musicalizado (2012); las antologías Nada es igual después de la poesía: cincuenta poetas uruguayos del medio siglo (1955-2005) (2005); El amplio jardín. Poesía joven de Uruguay y Colombia (2006); y Los hijos del fuego: novísima poesía uruguaya (2010, junto a Ariel Silva); los libros de poesía Arquitrabe (2010); Cieno (2011); Haikus de Kiushu (2017); Los ojos críos (2021) y Linaje (2021). Ha obtenido en tres oportunidades el Premio de Ensayo de la Academia Nacional de Letras, el Premio César Vallejo de la Biblioteca Nacional de Uruguay y la Embajada de Perú en Uruguay, el Premio Ramón Gómez de la Serna de la Embajada de España y el Instituto de Cooperación Iberoamericana, el Premio Anual de Ensayo Literario del Ministerio de Educación y Cultura (1998), el Premio “Netzahualcoyotl” (México) por su ensayo Espacio y paisaje en la poesía latinoamericana y el Premio Internacional de Ensayo de la Fundación Mario Benedetti (2012).

UN POEMA DEL NUEVO LIBRO

Hablamos en la sala de la Casa de Salud

como si apoyáramos las palabras de una en una en la misma bandeja

donde nos sirven la cabeza del Bautista.

La incisión de las chicharras es un tatuaje en la noche de la Casa

y durante el día no hacen sombras las palomas

cuando se detienen sobre este silencio.

¿Qué clase de pájaro baja a este vacío?

Pájaros de plumaje anónimo

borrándose al costado del verso.

Es difícil moverse por esa trizadura del silencio

o hacer el poema sobre esta mesa de caballetes

con cafés con leche

con la torta marmolada:

¿hacia dónde mirar cuando la muerte va llegando como un pájaro de tardanza?

¡Qué miedo da tomar un hacha y cortar los pinos de tu corazón!

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