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lunes, diciembre 1, 2025
Columnas De Opinión
Jesus Grasso
Jesus Grasso
Edil de la Coalición Republicana por la lista 434.

Capítulo 16: Desigualdad territorial norte-sur

En el capítulo de hoy no podemos mirar para otro lado y debemos abordar una realidad que preocupa, duele y merece ser atendida con urgencia. Hablamos de la desigualdad histórica en la inversión pública entre el sur y el norte del país. Mientras cerca del 80% del presupuesto estatal se concentra en Montevideo y su área metropolitana, apenas un 20% llega al norte. Esa porción mínima es la que debe alcanzar para sostener a los departamentos que día a día impulsan la producción, el turismo, la energía, la agroindustria y la vida del interior profundo.

Se suele justificar esta brecha con el argumento ya conocido de que en el sur vive más gente. Pero esa explicación, repetida casi como un mantra, deja afuera algo fundamental donde el norte pierde competitividad año tras año. ¿Por qué? Porque se lo condena a convivir con infraestructura insuficiente, servicios públicos que llegan tarde o directamente no llegan, rutas que piden inversión a gritos y políticas nacionales que miran siempre hacia el mismo lado, como si el mapa terminara en el Río Negro.

Somos lo que nunca debimos ser. El rincón del país, el patio trasero donde se depositan las sobras, los proyectos que no entraron en el presupuesto central, las obras que se anuncian una y otra vez, pero que siempre se postergan para “el año que viene”. Para algunos, pareciera que el norte es únicamente un espacio del cual extraer recursos, pero no un territorio donde invertir en oportunidades reales para su gente.

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Y sin embargo, lo que se olvidan o prefieren olvidar, es que el norte es motor productivo. Desde la citricultura hasta la ganadería, desde las termas al corredor turístico, desde la industria forestal a la energía que generamos en nuestros ríos. Si el norte se apaga, se apaga el país entero. No es una frase hecha, es una verdad que sostenemos con trabajo todos los días.

Por eso es momento de levantar la voz, de poner este tema en la agenda nacional y exigir una mirada distinta. No pedimos privilegios ni trato preferencial. Pedimos equilibrio. Pedimos justicia territorial. Pedimos que el Uruguay que produce, que trabaja y que sostiene al país también sea el Uruguay que recibe.

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La tan nombrada descentralización pareciera, hoy por hoy, más una utopía que una decisión política real. Y eso es lo que debe cambiar. Como país, debemos asumir este desafío antes de que las diferencias se sigan profundizando y antes de que los territorios que sostienen al Uruguay productivo terminen siendo irreversibles víctimas del abandono.

No queremos más sobras ni promesas a futuro. Queremos certezas, inversiones concretas y recuperar la esperanza. Porque si el norte crece, inevitablemente crecerá el sur, y con él crecerá todo el país. Ese es el camino de un Uruguay más justo, equilibrado y verdaderamente nacional.

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