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sábado, 15 de marzo de 2025
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CULTURA

Bartolomé Hidalgo…¿Salteño aunque nacido en Montevideo?

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Bartolomé José Hidalgo fue uno de los primeros poetas gauchescos que tuvo esta parte del mundo, esto que se denominaba Provincias Unidas del Río de la Plata. Se conocieron con Artigas y se trataron mutuamente con mucho afecto, lo que acentuó su fama posterior. Pero Bartolomé Hidalgo, a quien hoy recuerda esta página y de quien el sábado se cumplió un año más de nacimiento, también tuvo fuertes vínculos de afecto con Salto. Para resumir, digamos que fue el autor de la letra del Himno a Salto, ese del que cantamos una estrofa en todos los actos patrios.

Nacido en Montevideo el 24 de agosto de 1788, este poeta falleció en Morón (Argentina) el 28 de noviembre de 1822. Actualmente, aunque muchos salteños lo desconozcan (incluso autoridades, según comprobamos hace poco tiempo) hay un tramo de nuestra Costanera Norte que merecidamente lleva su nombre.

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Marcha por la Vida - Viernes 28 de marzo, 19:15hs

Si habrá sido íntimo su lazo con esta parte del norte del país en que hoy vivimos, que hemos hallado publicaciones (tanto uruguayas como argentinas) donde figuran biografías suyas en las que se lo menciona como “nacido en Salto”, o “en la zona que hoy ocupa el departamento de Salto”. Pues no, en verdad nació en Montevideo. Quizás, el hecho de haber estado aquí en el Ayui acompañando al Prócer, sumado a su autoría del mencionado himno, sean elementos que contribuyen a esa confusión.

HIMNO AL SALTO

Orientales! La Patria peligra

Ya reunidos al Salto volad,

Libertad, entonad en la marcha

Y al regreso, decid: Libertad.

Precipitan del desaguadero,

Al indiano que supo triunfar,

En Oriente se pierden los lauros

Que la Patria nos hizo ganar.

Sin recursos, sin otra fortuna,

Que ganar, libertad, libertad,

Los nativos del ínclito Oriente,

Esperamos con ansia entonar.

Gloria o Patria que tus Orientales,

Muerte gritan con harto placer,

Y tranquilos se van a la huesa,

sin cadenas que saben romper.

La valiente jornada del Salto,

Todos prontos ya están a emprender

Su deseo es salvar el sistema,

O en su honor perecer.

De las almas las libres cenizas

Al gran Salto se van a esconder,

Muere el padre, la hermana, el amigo,

Sin que el llanto se mire verter.

¡Salve, oh Salto! mansión destinada,

A los libres que el sol vio nacer

Justo asilo de acción muy heroica,

¡Quién sus timbres pudiera tener!

Orientales la Patria peligra,

Ya reunidos al Salto volad

Libertad, entonad en la marcha,

Y al regreso, decid: Libertad.


Cielito Oriental

El portugués con afán

dicen que viene bufando;

saldrá con la suya cuando

veña o rey dom1 Sebastián.

Cielito cielo que sí,

cielito locos están,

ellos vienen reventando,

quién sabe si volverán.

Dicen que vienen erguidos,

y muy llenos de confianza:

veremos en esta danza

quiénes son los divertidos.

Cielito, cielo que sí,

cielo hermoso y halagüeño,

siempre ha sido el portugués

enemigo muy pequeño.

Ellos traen facas brillantes,

espingardas muy lucidas,

bigoteras retorcidas

y burrufeiros bufantes.

Cielito cielo que sí,

portugueses no arriesguéis,

mirad que habéis de fugar,

y todo lo perderéis.

Voso príncipe reyente

nao hes para conquistar,

naceu sólo para falar,

mas aquí ya he diferente.

Cielito cielo que sí,

fidalgos ya vos entendo,

de tus pataratas teys

todito el mundo lleno.

Vosa señora Carlota

dando pábulo a su furia

quiere faceros injuria 35

de pensar que sois pelota.

Cielito cielo que sí,

¿nao’ conocéis majadeiros

que en las infelicidades

vosotros sois os primeiros?

¿Queréis perder vosa vida,

vosos fillos y muyeres,

he deyser vosos quehaceres

he a minina querida?

Cielito cielo que sí,

es inmutable verdad

que todo se desconcierta

faltando la humanidad.

¿Qué cosa pudo mediar

para faceros sair

y a nosas terras veir

con armas a conquistar?

Cielito cielo que sí,

con razón ficais temendo

ya has visto fidalgos que

poco a poco vais morrendo.

A voso príncipe reyente

enviadle pronto a decir

que todos vais a morrer

y que nao’ le fica yente.

Cielito cielo que sí,

cielito de Portugal,

voso sepulcro va a ser

sin duda a Banda Oriental.

A Deus a Deus faroleiros,

portugueses mentecatos,

parentes do maragatos,

insignes alcahueteiros.

Cielito cielo que sí,

el Oriental va con bolas,

mirad portugueses que hay

otro don Pedro Sebolas.


Un Gaucho de la Guardia del Monte

(fragmento)

Ya que encerré la tropilla

y que recogí el rodeo,

voy a templar la guitarra

para explicar mi deseo.

Cielito, cielo que sí,

mi asunto es un poco largo;

para algunos será alegre,

y para otros será amargo.

El otro día un amigo,

hombre de letras por cierto,

del rey Fernando a nosotros

me leyó un gran Manifiesto.

Cielito, cielo que sí,

este Rey es medio zonzo

y en lugar de D. Fernando

debiera llamarse Alonso.

Ahora que él ha conocido

que tenemos disensiones,

haciendo cuerpo de gato,

se viene por los rincones.

Cielito, cielo que sí,

guarde amigo el papelón,

y por nuestra Independencia

ponga una iluminación.

Dice en él que es nuestro padre

y que lo reconozcamos,

que nos mantendrá en su gracia

siempre que nos sometamos.

Cielito, digo que sí

ya no largamos el mono,

no digo a Fernando el sétimo,

pero ni tampoco al nono.

Después que por todas partes

lo sacamos apagando,

ahora el Rey con mucho modo

de humilde la viene echando.

Cielito, cielo que sí,

ya se le murió el potrillo,

y si no, que se lo digan

Osorio, Marcó y Morillo.

Quien anda en estos maquines

es un conde Casa-Flores,

a quien ya mis compatriotas

le han escrito mil primores.

Cielito, digo que no,

siempre escoge D. Fernando

para esta clase de asuntos

hombres que andan deletreando.

El Conde cree que ya es suyo

nuestro Río de la Plata:

¡cómo se conoce, amigo,

que no sabe con quién trata!

Allá va cielo y más cielo,

cielito de Casa-Flores,

Dios nos librará de plata

pero nunca de pintores.

Los que el yugo sacudieron

y libertad proclamaron,

de un Rey que vive tan lejos

lueguito ya se olvidaron.

Allá va cielo y más cielo,

libertad, muera el tirano,

o reconocernos libres,

o aDiosito y sable en mano.

¿Y qué esperanzas tendremos

en un Rey que es tan ingrato

que tiene en el corazón

uñas lo mismo que el gato?

Cielito, cielo que sí,

el muchacho es tan clemente

que a sus mejores vasallos

se los merendó en caliente.

En política es el diablo

vivo sin comparación,

y el reino que le confiaron

se lo largó a Napoleón.

Cielito, digo que sí,

hoy se acostó con corona,

y cuando se recordó

se halló sin ella en Bayona.

Para la guerra es terrible,

balas nunca oyó sonar,

ni sabe qué es entrevero,

ni sangre vio coloriar.

Cielito, cielo que sí,

cielito de la herradura,

para candil semejante

mejor es dormir a oscuras.

Lo lindo es que al fin nos grita

y nos ronca con enojo,

si fuese algún guapo… ¡Vaya¡

¡Pero que nos grite un flojo!

Cielito, digo que sí,

venga a poner su contienda,

y verá si se descuida

dónde va a tirar la rienda.

Eso que los reyes son

imagen del Ser divino,

es (con perdón de la gente)

el más grande desatino.

Cielito, cielo que sí,,

el evangelio yo escribo,

y quien tenga desconfianza

venga le daré recibo.

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