Edición Año XVIII N° 941, lunes 1° de diciembre de 2025
ÚLTIMO. Hoy comenzamos a recorrer los últimos treinta días del año. Las despedidas en el trabajo y entre amigos se acumulan, cierres de ejercicios contables, se avecina el tiempo de hacer balance y de planificar lo que queda por delante. Mientras una parte importante de nuestra sociedad ve llegar las fechas festivas sin demasiadas expectativas por no tener trabajo o apenas alguna changa cada tanto.
El subempleo termina siendo sobrevalorado, “es una ayuda”, dicen, “peor es nada”, agregan, pero aún así, no todos tienen chance de esa migaja a falta de soluciones verdaderas. Mientras tanto, todos vemos a nuestros representantes políticos, los que tienen que gobernar, es decir, los que tienen que encontrar la solución a nuestros problemas y sin embargo los vemos peleando, un día sí y otro también por cuestiones que solo a ellos les interesa, “en defensa de la Constitución”, dicen algunos.
Pero la Constitución también habla de garantizar a los ciudadanos a vivir bien, con derecho a un empleo, a una vivienda, a un sistema de salud que funcione, a la seguridad, a la libertad, en definitiva, a vivir. Es decir, la Constitución proclama que el Estado debe ser el escudo de los débiles, de los más vulnerables.
De eso no se habla, mucho menos en estas fechas. Hace poco alguien habló de volver a modificar la Constitución, una vez más pensando en temas electorales, siempre acomodando el cuerpo. Alguien más sabio especula que para algunos cambios en nuestro comportamiento electoral no se necesita modificar nuestra Carta Magna, con retocar algunas normas alcanza. Mientras la gente observa estos comportamientos y cada vez que son convocados voluntariamente a las urnas, cada vez más miran para el costado.
¿No será tiempo también de comenzar a hablar de algunas cosas que realmente le interese a la gente? Y si damos un paso más, ¿y si dejan de hablar y se ponen a hacer y a concretar cosas que realmente mejore la calidad de vida de las personas?
Este sería un interesante tema para escribir y pedirle a Papá Noel, pero no, no ocupemos nuestra nostalgia y fantasía de nuestra infancia en seguir generando y especulando sobre cosas que no pasarán porque tampoco estamos pidiendo que hagan magia, sino que se ganen el sueldo que pagamos todos quienes habitamos este país cuando pagamos nuestros impuestos, los directos y los indirectos.
Porque, a ver si nos entendemos, la mejor forma de defender a nuestros sistema democrático y republicano de gobierno, del que nos jactamos en este 2025 que cumplió un ciclo de 40 años de manera ininterrumpida, no es haciendo la plancha o calentando asientos sino trabajando, porque la paciencia se acaba, y en algún momento se terminará.
Así que, a quien corresponda (ellos entienden), pasen raya, hagan dos columnas de las cosas que lograron y aquello que quedó en el camino, rectifiquen el rumbo y comiencen a planificar su trabajo de 2026 para que la columna de logros sea más amplia que la de fracasos, porque los logros lo festejamos todos, y los fracasos también, porque provocan cambios debido a que la gente también se cansa de lindos discursos vacíos de contenido. Por eso es tan importante este último mes del año, porque a veces provoca salir de la modorra a quienes siguen durmiendo la siesta.
Hasta la semana que viene… y tilo pa’la barra!





