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lunes, 14 de julio de 2025
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Se mueven

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Diario EL PUEBLO digital
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Son jóvenes que no se quedan quietos, sabemos que una de las características de esta etapa de la vida, es eso, buscar, indagar, soñar pero por sobre todo: hacer.
Construir sin pereza, sin peros, sin reparos.
Historias que representan a tantas otras que como estas se hacen en el anonimato.

«Es reconfortante poder tender una mano a las personas porque entiendo el sufrimiento emocional de la persona adicta»

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Para Matías Goncalves Galbarini, Operador Terapéutico en Adicciones.

Matías Goncalves es Operador Terapéutico en Adicciones, formado en el Centro Aconcagua luego de haber tenido una experiencia complicada dentro de este mundo lúgubre de las adicciones, tal como relata en este testimonio brindado a EL PUEBLO para este informe.

«Luego de transitar por mi propia rehabilitación a las adicciones –comenzó contando- en una comunidad terapéutica en Montevideo, despertó en mí la vocación de ayudar en la problemática de las adicciones, es por eso que resolví, con el apoyo de mi familia, realizar el curso de Operador Terapéutico, al que siento como una herramienta entre el adicto y la vida que quiero construir sin sustancias. Se trata de entender a la persona y ayudarla a tomar decisiones saludables para su vida e inculcarle hábitos perdidos durante su camino de consumo, que entienda que hay situaciones en la vida que generan angustia y estrés, pero que de todas maneras se puede transitar por la vida de una forma sana y sin necesidad de tener que recurrir al consumo para evadirlas».

«Es reconfortante poder ayudar y tender una mano a personas en esta situación porque entiendo el sufrimiento emocional de la persona adicta, sobre todo cuando se encuentra frente a una problemática y trata de esconder o evadir el problema con el consumo».

«Una de las funciones primordiales del Operador Terapéutico dentro de la comunidad, es contener a las personas que presentan dificultades y no pueden sobrellevar el día a día, además de cumplir también con la función de corregir e inculcar hábitos saludables».

«Recordemos que el adicto llega a la internación sin ningún tipo de límites, no entiende que la implementación de nuestro trabajo es el comienzo de su rehabilitación. Para eso hay espacios de talleres y reuniones grupales donde puede expresar libremente sus problemas y el porqué de su ingreso al tratamiento, sabiendo que cuentan con el respeto de sus compañeros y todo el apoyo profesional que se le pueda brindar».

«Dentro de una comunidad existen normas que no se pueden romper, y la finalidad de estas reuniones es que las personas puedan expresarse de forma libre y segura sin miedo a ser juzgado, donde se le busca el lado positivo de su testimonio».

«En muchos aspectos el Operador Terapéutico es como un guía para ayudar al adicto a reconstruir su vida, mantiene contacto directo con él y con su familia, que son referentes, y cumpliendo con su rol como intermediario. Muchas veces el adicto aprovechas las visitas o salidas transitorias para hablar o tratar de manipular a su familia para abandonar el tratamiento. Es aquí donde el Operador Terapéutico tiene que hacer una doble contención, por un lado, hacia la familia y por otro al adicto».

«La familia que esté a cargo del paciente debe estar informada y contar con las herramientas necesarias para apoyar al paciente en el transcurso de su tratamiento debido a que éste se encuentra en un estado de vulnerabilidad».

«De esta manera, con el trabajo de los profesionales, técnicos, familia y el propio paciente, se estará conformando un invalorable equipo de trabajo que estará focalizando un mismo objetivo que no es otra cosa que la rehabilitación del paciente».

«Ante el urgente requerimiento de atención a estas personas o familias que se encuentran ante esta problemática, nos encontramos abocados a la creación de un proyecto de rehabilitación en nuestro departamento con el apoyo de profesionales en adicciones de Salto y Montevideo, para que atienda según las etapas que se manejarán durante el tratamiento, como la internación, la reinserción social y el seguimiento del paciente luego de cumplir con los pasos anteriores hasta llegar a su alta médica».
Goncálves reafirma la idea de que «urge la necesidad inmediata de contar con un Centro de estas características en Salto, para tratar de sacar a cientos de personas que se encuentran dentro de esta problemática y que están pidiendo ayuda para salir del consumo de las drogas».

«Actualmente me encuentro brindando apoyo voluntario a adictos y a familiares a requerimiento de ellos, poniendo en práctica mi experiencia personal y los conocimientos que he ido adquiriendo en el transcurso de este camino vocacional que he elegido transitar, sobre todo luego de haber culminado un curso teórico y práctico de Operador Terapéutico en la ciudad de Montevideo».

«Es una experiencia nueva y desafiante, tanto para nosotros como para los alumnos»

Celeste López Lucas – Asociación Down de Salto

EL PUEBLO dialogó con Celeste López Lucas, docente de cocina de la Asociación Down de Salto, quien resaltó la importancia del programa brindado a los chiquilines que asisten a sus clases, ya que se procura brindarles autonomía, con la idea de poder en algún momento, llevar adelante un emprendimiento.

TODO UN DESAFÍO.
Para mí es la primera experiencia dando clases; o sea, tuve una experiencia hace muchos años, con niños, y, después, nunca más di clases de cocina, si bien, siempre trabajé en cocinas de distintos lugares, pero, nunca di clases. Y, ahora, cuando me llamaron para dar clases en la Asociación, dije que sí, porque, aquella vez que di clases me encantó, y quisimos probar, siendo para mí todo un desafío, porque son personas con las que no sabía de qué manera me iba a desenvolver a causa de mi propia inexperiencia.
Son muy atentos, muy respetuosos, muy receptivos a lo que se les está enseñando. La única diferencia en la enseñanza, es que hay que ser un poco más concreto en las cosas que uno dice, para que ellos puedan retener la idea, pero, después de eso, ninguna diferencia con enseñarle a cualquier otra persona que no tenga el síndrome, y que esté aprendiendo algo nuevo.
La mayoría de los alumnos son chiquilinas, hay algunas de ellas que ya tienen un poco más de habilidad porque cocinas en sus casas, o ayudan, hay otras que no, como cualquier otra persona que nunca haya cocinado, entonces, esas serían las únicas «diferencias», si se las puede llamar así. También hay algunos varones, con los cuales se trabaja de la misma forma.
La idea es darles más autonomía; que ellos puedan tener la capacidad de prepararse su propio alimento, y no tener que depender siempre de que alguien esté a su cuidado en ese aspecto. Entonces, estamos arrancando desde ahí, desde esa idea.
Debo decir que, al principio, tenía como una incertidumbre, no sabiendo mucho de qué manera afrontar las clases; pero, me lo han hecho super fácil. Estoy muy cómoda, siendo un momento que me gusta aprovechar, saliendo de mi trabajo después de ocho horas, yendo a dar clases con ganas, con gusto, sin pesarme jamás el tiempo.

CLASES VIRTUALES.
Recién ahora pudimos tomar las clases presenciales, si bien arrancamos en el mes de marzo de forma virtual, lo cual fue toda una odisea, porque, enseñar a cocinar por medio de una computadora es bastante difícil, y, en principio, comenzamos con unas clases teóricas, aunque, en la cocina, esta parte teórica no es tan divertida como la parte práctica, hasta que un día probamos una receta en vivo, les cociné y ellos iban mirando, y les encantó. A partir de ahí, como todos los viernes teníamos clases, planteamos hacer recetas en vivo, dándoles los ingredientes, cocinando yo en mi casa, ellos en las suyas. Lo único que hacían después de clases, era hornear. Pero prácticamente todo lo hacíamos en el momento, lo cual fue fantástico. Claro, con ese método, hay que ver otras formas de explicar, porque, no se les puede mostrar, ni tomar sus manos para que puedan probar, por ejemplo, teniendo que ser como más preciso: agarrá la cuchara así, o revolvé por acá, etc. Aunque, nunca hubo inconvenientes; ellos se coparon y siempre estaban prontos para empezar, con mucho entusiasmo.

EMPRENDIMIENTOS.
Cuando comencé a dictar clases, este proyecto ya lo venían trabajando en la Asociación desde hacía un tiempo, teniendo un programa armado. Claro, pandemia de por medio, complicó las cosas en cuanto a aplicar partes de dicho programa, como el ir a un supermercado a comprar cosas, por ejemplo, o a una carnicería, o a una verdulería, para ver de dónde provienen los alimentos y los ingredientes que utilizan. Como tuvimos que comenzar de forma virtual, debimos ir amoldándonos a estos tiempos.
El programa se encuentra planteado en módulos, y la idea es poder generar a la larga, algún tipo de emprendimiento. Antes, con la anterior tallerista de cocina, los chiquilines cocinaban bombones, al no tener un espacio físico como cocina disponible, en una sala con un microondas. Esos bombones, luego, los vendían, dinero con el cual se pudieron financiar viajes, etc. Entonces, lo que se busca es que ellos, a fin de año, puedan tener algún tipo de emprendimiento, contando, actualmente, con una nueva y amplia cocina, donde pueden hacer otros tipos de productos. Iremos viendo qué pueden venderle a la sociedad. De todas maneras, hay algunos chiquilines que, individualmente, se han animado y han comenzado a vender desde sus casas, tartas, por ejemplo, o scones, lo que nos da la pauta que, algún emprendimiento puede llegar a salir.

IREMOS AVANZANDO.
Desde la Asociación me dieron total libertad de poder realizar algunas modificaciones en algunos aspectos del programa, desde mi punto de vista, para poder dinamizarlo. Con esa posibilidad, llevándolo a la práctica, uno puede evaluar si algunos puntos del programa sirven o no, ya que es la primera vez que se lleva a cabo, siendo, por lo tanto, la primera vez tanto de ellos como de nosotros, estando, todos, apostando a algo nuevo, por lo que hay mucha flexibilidad.
En este momento contamos con dos grupos; veremos a futuro si aumentamos los mismos.

Oratorio Sueños de Don Bosco, donde los jóvenes se
dedican a ayudar, siempre con entusiasmo y alegría

El Oratorio Sueños de Don Bosco, que funciona bajo la órbita de la Obra Social Don Bosco (Salesianos) reúne a muchos jóvenes que trabajan con el fin de ayudar especialmente a niños del barrio Horacio Quiroga, pero también a las familias de estos. El afán de ayudar desinteresadamente, pero sobre todo el entusiasmo en cada acción que realizan se perciben claramente como rasgos distintivos de estos jóvenes que trabajan con la guía del Sacerdote José Pérez.


DECIDEN ACTUAR CON MUCHA ALEGRÍA
La mejor presentación del Oratorio es quizás la que hacen estas palabras de Beatriz Galluzzo, abuela de uno de los jóvenes participantes: “Oratorio Sueños de Don Bosco nació el 15 de agosto del año pasado. Un grupo de Jóvenes guiados por el Padre José en la Capilla de Don Bosco se sienten profundamente motivados por la vida de Don Bosco, su entrega a niños y jóvenes. Con José conocen el Barrio Quiroga y La Esperanza y ven que esos lugares serían los indicados para llevar el pensamiento salesiano que los entusiasma. Deciden como salesianos actuar con mucha alegría. Por motivos de pandemia no pudieron asistir ni trabajar de manera convencional. Pero junto a José se hicieron tareas muy intensas que sirvió para que los jóvenes oratorianos fueran conociendo el barrio como terreno fértil de trabajo futuro. Paralelo a estas salidas, tenían jornadas de formación, presenciales y virtuales. Hay muchos e interesantes testimonios de este grupo de jóvenes. La primera experiencia formal del Oratorio será este domingo 15 acompañando al merendero «Conquistando sonrisas». ¡Mucha expectativa y alegría en el grupo!”.
Agustina Álvez, Alfonso Igarzábal y Julio Brajús son jóvenes que cumplen allí una intensa labor. Los tres dialogaron con EL PUEBLO al momento de elaborar este informe.

Alfonso Igarzábal

Alfonso Igarzábal: “tratamos de llevar una sonrisa a aquellos que más lo necesitan”
Alfonso Igarzábal Perdomo es de Durazno, hace 2 años vive en Salto (en el hogar de la Parroquia del Carmen), estudia Agronomía en la UDELAR y es educador del club de niños en Don Bosco. “En Durazno viví siempre en el campo, después de la escuela pude asistir al Colegio Benigno Paiva Irisarri. En el colegio también vivíamos, éramos unos 80”, cuenta. Y recuerda con alegría esa etapa en la que además, las permanentes idas a Sarandí del Yi le permitían no solo estudiar sino realizar diferentes talleres y trabajos. Ahora, en el hogar de la parroquia, “somos 3 jóvenes, los otros 2 son de Rivera y también estudian Agronomía”. Luego rememora: “Arranqué la experiencia de oratorio en 2012 o 2013, íbamos a los barrios más carenciados en Sarandí del Yí, hacíamos ratos de juegos, de meriendas, también de reflexión y charla con niños y sus familias”. Y dice sobre la actualidad: “En Salto pude unirme a un grupo de jóvenes que trabajaban en oratorio en diferentes barrios: Uruguay, Burton, Albisu… A mí me tocó en Barrio Burton. Cuando el año pasado se inauguró el Oratorio Sueño de Don Bosco me invitaron y me sumé, en el barrio Horacio Quiroga. Son experiencias lindas que a uno le sirven para la vida, sirven para aprender a valorar, porque ahí uno ve muchas cosas; y a veces los que gracias a Dios tuvimos ciertas oportunidades las empezamos a valorar después, cuando vemos otras realidades. La verdad que hay que sacarse el sombrero por quienes incentivan a los jóvenes a tener estas experiencias”. Específicamente sobre el trabajo que realizan cuenta: “Nos estamos uniendo a un merendero, hay una señora, Jaqueline, que hace merienda para un montón de gurises de ahí, todo a costa suya, algo admirable. Nosotros no queremos invadir ningún espacio pero sí queremos unirnos a esa movida, darle fuerza, potenciarla. También se está dando la idea de poder crear nuestro propio lugar, nuestro propio terreno donde juntar los gurises y hacer las actividades. Lo que tratamos, como lo dice el lema del oratorio, es poder llevar una sonrisa a aquellos que más lo necesitan, ese es el fin y esperamos poder seguir

dolo. Es una experiencia espectacular donde uno trata de aprender. Al principio puede ser medio pesado, todos los sábados a las 2 de la tarde tener oratorio, pero después decís: ¡pucha que vale la pena!…y por las noches estás tranquilo por haber hecho una buena acción”.

Agustina Alvez

Agustina Alvez: “encontré mi lugar y soy muy feliz ayudando a cada familia”
Agustina Alvez Lemes tiene 21 años, cursa 1er. año de Veterinaria en la UDELAR. Así narraba su experiencia al conversar con EL PUEBLO: “Vengo de una familia muy salesiana que desde hace muchos años participan de todo este camino. La primera que comenzó esta tarea fue mi abuela Celeste, en 1978, siendo catequista en Don Bosco hasta 1990. Ese mismo año continuó mi madre como catequista hasta 2019. En esos casi 30 años nacieron mis hermanos y yo. Los 4 desde la panza vivimos prácticamente en la obra Don Bosco y con el estilo salesiano. Me bauticé y tomé la primera comunión en Don Bosco y desde ahí continué mi camino como animadora, ayudando en catequesis. En 2019 me retiré porque sentía que mi lugar era en otro lado, no nací para estar en un salón.
A principios de 2020 el Padre José Pérez me propuso formar parte del grupo de la mesa del MJS (Movimiento Juvenil Salesiano). Si bien me sentí siempre muy cómoda y disfruto mucho ese grupo, seguía sintiendo que aún no había encontrado mi lugar. En setiembre de 2020 José me llama a reunión y me propone fundar un oratorio, sin dudar y con lágrimas de felicidad le dije que sí. Me puse en contacto con algunos adolescentes que tenían muchas ganas de continuar como animadores y comenzamos este camino. Desde setiembre de 2020 hasta el día de hoy formo parte de este hermoso grupo como coordinadora referente junto a Julio y Alfonso. Somos 10 animadores en total acompañados por el Padre José.
Sueños de Don Bosco se fundó en un año muy difícil y en medio de una pandemia, cosa que no nos impidió llegar a las familias y a los gurises del barrio. Comenzamos con recorridas una vez al mes por el barrio Quiroga y la Esperanza, donde repartíamos viandas y algo para la merienda. Hace un mes estuvimos en el barrio dando una mano en el futuro hogar de Mari y Juan, nivelamos el relleno, limpiamos y compartimos el almuerzo. Desde ese momento nos fuimos sumando al merendero Conquistando Sonrisas, para ir conociendo a los gurises.
Fuimos muy bien recibidos en el barrio desde la primera recorrida. Celebramos Navidad y Reyes realizando solo recorridas debido a los altos casos (Covid) que había en el departamento. Hoy nos toca celebrar la fiesta de Don Bosco y el Día del Niño desde lo cercano, compartiendo momentos y regalando sonrisas. Puedo decirles que encontré mi lugar y soy muy feliz ayudando a cada familia. Al final termina lleno el corazón”.

Julio Brajús

Julio Brajús: “rompe los ojos la necesidad de la gente, que te hace decir: yo quiero ayudar”
Julio Brajús tiene 26 años y estudia Psicopedagogía. “Con esta actividad en el oratorio empecé allá por el año 2010, estaba en 4to. del Colegio Salesiano y el cura a cargo del oratorio, Raúl Avellaneda, me invitó a mí y a otros compañeros de la misma generación. Así fue que arranqué. Un poco por curiosidad, por ver qué era, otro poco por dar una mano a la gente necesitada, y a la vez para tener otras actividades fuera del Colegio con mis compañeros y amigos. Después fueron pasando los años, me fui quedando, fui conociendo otra gente, otros animadores con los que me sentí muy cómodo”, comienza expresando. Y así continúa: “Esas ganas de ayudar al otro fueron aumentando. Al principio lo que te rompe los ojos es ver la necesidad de la gente, que te hace decir: yo quiero ayudar. Después uno va generando un vínculo con muchos gurises que van al Oratorio pero también con sus familia, que te reciben, te abren las puertas de su casa y te cuentan su vida, sus problemas y sus alegrías, entonces te das cuenta que las necesidades no son sólo económicas, también la gente necesita quien comparta, quien la escuche. Con los niños también, el hecho de compartir una merienda, juegos, un poco de catequesis también, creo que tiene que ver con un carisma que uno va absorbiendo desde que es alumno Salesiano. Es una experiencia que es difícil resumir en palabras. Desde hace un par de años se me redujo el tiempo para el Oratorio por los horarios de Facultad, de trabajo, incluso pensé dar un paso al costado pero el Padre José me habló de un oratorio nuevo que se está formando, me invitó a sumarme a la propuesta y me pareció bueno quedarme a ayudar desde otro lugar, capaz no puedo estar todo el tiempo que estaba antes pero puedo aportar con la experiencia o con lo que sea dar una mano. Se han hecho algunas ollas, algunas entregas de regalos en Reyes y ahora, el domingo (hoy), Día del Niño y fiesta de Don Bosco”.

“Volví a Grecia, pero en Uruguay dejo a mi familia y a mis amigos, para los que siempre estaré”

Aquiles Chaitas – Extranjero

quiles es un joven griego que, luego de estar durante algún tiempo en nuestro país, regresó a su patria, habiendo realizado su objetivo: conocer una cultura muy “diferente” a la suya, según sus palabras. Hizo hincapié en destacar los valores predominantes en la sociedad uruguaya, como el de compartir, el afecto, y la proximidad entre las personas. EL PUEBLO dialogó con él, habiendo arribado a su Grecia natal, apenas unas horas antes.


UNA EXPERIENCIA ÚNICA.
A mí siempre me ha gustado viajar, encontrar y descubrir culturas bastantes diferentes a la mía, siendo algo que siempre quise hacer, por lo cual, decidí viajar a Uruguay y no a algún otro país de Europa, porque, en Europa, los países son bastantes parecidos. Yo quería ver una cultura diferente, y decidí viajar a Latinoamérica, donde la gente tiene otras costumbres. Y además de eso, era como un desafío para mí, porque era como una experiencia de salir de mi casa, de mi zona de comodidad, de confort, e ir a un lugar donde yo no conocía a nadie, donde no tenía a mi familia, ni a mis amigos, y ni siquiera conocía el idioma, empezar, en una palabra de cero, era todo un desafío.
Ahora, tengo a mi familia, a mis amigos, mi vida; lograr tener todo eso, era algo que quería hacer, para probarme a mi mismo, ponerme en esa posición para ver qué podía hacer. Crear conexión con gente del lugar. Y sé que cuando me vaya, y vuelva, ellos van a estar en Uruguay, pero, estando en Grecia o allí, estarán para mí y yo para ellos.


DIFERENCIAS ENTRE URUGUAY Y GRECIA.
La diferencia que encuentro entre Uruguay y Grecia, es que la gente de Uruguay, y en definitiva de toda Latinoamérica, es mucho más cariñosa, o sea, son más demostrativos, se dan abrazos, besos. En Grecia son así, también, pero, no de la misma forma que en Uruguay, no al nivel que en Uruguay. Aparte de eso, en ambos países, las personas son muy simpáticas, amables y abiertas, con los extranjeros, aunque, en general he visto que son así, también, estando siempre dispuestos a ayudar, te ven en la calle y te saludan. Algo que me sorprendió fue que, si estas en un lado de la calle y querés pasar al otro, y viene un auto, este va a dejarte pasar, cosa que en Grecia no ocurre, no estaba acostumbrado a eso.
Otro punto muy positivo son los valores que existen en Uruguay. Un ejemplo; existe el mate, algo tradicional, pero, detrás del mate, están los valores que este representa, que es como un momento de compartir con la otra persona, buscando el momento de conversar, habiendo un intercambio. Ese factor de la cultura uruguaya me gustó mucho.

Martha Amaral es una joven de 23 años que estudia y trabaja.
Se encuentra en la etapa de culminación del liceo para lograr
recibirse de bachiller

Estudio y Trabajo – Martha Amaral

Cursa materias de 6to año de Derecho, en el Liceo N° 1 Politécnico Osimani y Llerena – IPOLL.
Por otro lado trabaja en un almacén por la mañana y por la tarde se desempeña como niñera en una casa de familia.
Por tener las dos actividades ya mencionadas durante el día, concurrir al liceo por la noche, se transforma en una tarea poco sencilla.
Marta con solo 13 años cuando se le presentó su primer trabajo como niñera y así comenzó a pensar que deseaba independizarme.
Trabajaba y estudiaba a la vez. En la actualidad, comienzo mi jornada de 9:00 a 13:30 horas en el almacén, de 14:00 a 17:30 horas trabajo de niñera y a las 20:00 ya comienzo a estudiar hasta las 23:45.
Y así es un día de trabajo de Marta
“La verdad, que muy difícil porque tuve que buscar tiempo para todo, hasta poder acostumbrarme.
Primero me costó muchísimo, porque tenía que andar todo el día a las apuradas.
Pero como lo tenía como meta, con el tiempo lo superé re bien.
Fui incorporando entusiasmo y con el paso de los días, me acostumbré.
Y me adapté, porque son dos actividades que me encantan.
Siempre me gustó atender un almacén y desde chiquita me imaginaba detrás de un mostrador. Y de niñera me fascina la idea, ya que me encantan los niños y soy muy compañera con ellos “
Se siente afortunada de poder trabajar y estudiar a la vez ,manifestando que hay mucha gente que busca trabajo, terminando los estudios y está genial eso.
Le gustaría seguir la carrera de Psicomotricidad.
Considera que nunca es tarde para volver a empezar, tiene 23 años y está terminando sexto año-
“ Las recompensas de esas noches de insomnio y esas madrugadas, después se van a ver con el paso del tiempo. Que nunca duden de sí mismos, son capaces de cualquier cosa si se lo proponen.
Hay que aprovechar cada oportunidad que se presente, hoy en día es muy difícil conseguir trabajo y piden estudios para todo.
En su tiempo no pude hacerlo, pero ahora sí, pienso llevarle un diploma a mis padres”

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