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55 años sin Fausto…Aquel trágico diciembre de 1969

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Fausto Agustín Carcabelos Alvez da Silva nace un 22 de octubre de 1940, conformando una familia de siete hermanos, junto a sus padres: José Carcabelos y Clotilde Alvez da Silva. Entregado a sus semejantes, con una sola esperanza, la de querer realizar obras por y para el bienestar de todos, lo transformó enun ser humano sumamente querible. Con tan solo dos años perdió a su mamá, que fallece con 37 años de tifus y se hace cargo de Fausto una tía que también fallece al tiempo, y es entonces cuando se traslada definitivamente a la casa de su hermana, maestra, María del Carmen. Precisamente con una entrevista a ella, realizada por este diario hace exactamente 10 años, hoy homenajeamos a Fausto, a 55 años de su partida (falleció en las aguas del Río Uruguay el 3 de diciembre de 1969):

“Fausto pasó a ser mi hijo varón, el que yo nunca tuve”, nos dice. “Cuando él se viene a vivir conmigo, yo ya estaba casada. Siendo muy jovencito, se había trasladado a Montevideo a trabajar en algunas empresas y a su regreso, yo ya tenía a mis cuatro hijas.

¿Cuáles son los recuerdos que la unen a Fausto?

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Maravillosos todos. Por su sensibilidad, un sentido de la vida, un amor por los pobres, y por todos los que sufrían, que lo llevaba a flor de piel. Un amor por la escritura, que era algo innato. Cuando lo recuerdo, es siempre leyendo y escribiendo. Y como a mi también me gustaba, lo acompañaba. Charlábamos tanto, que los dos juntos, arreglábamos el mundo, teóricamente. Se preocupaba con los problemas que le contaba de la escuela en la que yo trabajaba. Tenía ideas fabulosas. Era muy de aportarlas y Carlos Ardaix ejecutarlas. El ejemplo está en el primer pesebre viviente en Navidad que realizaron un año en la Catedral. Casi todo lo que hizo, fue en ese año antes de morir. Era joven, con muchos planes y ganas de llevarlos a cabo.

-¿Cómo es su transcurso por diario EL PUEBLO?

De la mano de Enrique Cesio, por la gran amistad que los unía. Comenzó como notero, pero enseguida su forma de trabajar fue tomando trascendencia. Apreciando el director toda su dedicación y valorando su escritura, es que le brinda un espacio que en este entonces se llamaba “La papelera”, donde detallaba allí, los acontecimientos diarios. Con un enfoque tan especial, que la gente abría el diario y lo primero que deseaba ver, era esa sección del mismo Tal es así que cuando Fausto fallece, el director, propuso: “que La Papelera se cierre para siempre”.

-¿Qué le gustaba a Fausto?

La naturaleza, los niños, los ancianos, se recorría los hospitales de noche visitando enfermos. Era un ser, no creado para esta tierra. Era idealista, soñaba con un mundo mejor, y con que todos fueran iguales. Tenía muchos amigos, entre ellos: Carlos Ardaix y su esposa Pelusa, eran de verse todos los días.

-¿Había algo que le gustara hacer a usted con él?

Charlar. Teníamos ideas distintas, pero en la parte humanitaria, congeniábamos. Era el amor por los más pobres, por los ancianos, por los que nada tienen. Por la naturaleza, por todo lo que Dios nos regaló, y a esto lo expresamos de esa forma. Fausto soñaba con un mundo ideal. Tenía una riqueza espiritual maravillosa.

-¿Tiene alguna anécdota para contarnos?

Siempre que llegaba de trabajar a casa, que era de madrugada, 0.30 o a la 1 hs, había enfrente una señora mayor que vivía sola, y el todos los días le iba a dar las buenas noches, conversaba un ratito con ella y se venía. Le encantaba charlar con los ancianos. Decía que eran sabios.

-¿Qué sueños tenía?

Saber nadar, entonces había comenzado a aprender en el Club Remeros. Sucedió todo en ese verano, se hizo socio en octubre y falleció el día 3 de diciembre del año 69, con tan solo 29 años. Le gustaban muchísimo los jazmines, compuso una canción que dice: “Quiero morirme una tarde de Abril”, y yo le decía, tienes que morir en diciembre, porque en Abril, no hay jazmines. Y pasó. Pelusa, llenó de jazmines toda la sala velatoria. Los recuerdos que me llevan a ese día están intactos. Estaba yo en un evento en el Teatro Larrañaga, en diciembre en la fiesta de fin de curso, y Fausto no había aparecido a dormir. Como muchas veces, se iba a la quinta del Dr. Fernández, no me preocupó. Pero tenía yo una especie de presentimiento sobre Fausto, y se lo comento a mi esposo. Me llaman por el micrófono y era para avisarme que habían encontrado ropas de Fausto a orillas del río. Así fue que nos quedamos con mi hermano José Antonio durante toda la noche en la orilla del río, diciéndome éste, que la virgen lo iba a traer el día 8 de diciembre. Cuando el cuerpo apareció, fue recién a las 48 hs. La vida nos golpea a cada rato y nosotros seguimos esperando igual un mundo mejor. Me dolió muchísimo y era común escuchar en ese entonces, que Fausto se había suicidado. Incluso “por una novia”, se decía. Fausto no tenía novia, no fueron las cosas así. Era un muchacho lleno de sueños y proyectos, que entró al agua para intentar bañarse y se pinchó con un anzuelo, un dedo del pie. Al intentar quitárselo, se agachó y la corriente lo envolvió, llevándolo. Todo por no saber nadar.

-¿Cómo se propone la idea de que los Faustos lleven su nombre?

Fue idea de Carlos Ardaix y APC. Lo entregan cada dos años. Grabó Fausto también un disco con dos canciones que se llaman: Primera noche de baile y La Navidad Salteña, tengo el disco de recuerdo, lo cantaban siempre con los niños del Colegio Crandon. Tiene muchas dedicatorias, como al Liceo Ipoll, al Liceo 5, entre otras, y a él también se lo recordó de manera especial. Por ejemplo después que fallece, todos los días durante dos meses, publicaban un artículo sobre, Fausto en Diario EL PUEBLO. Imagino si viviera, cuántos reconocimientos tendría, era muy talentoso. Tenía una fe muy grande, creía muchísimo en Dios.

-¿Qué le quedó por hacer con Fausto?

Había escrito un libro y soñaba con seguir escribiendo. Y sabía que contaba con todo mi apoyo, y el de mi esposo, Gil María, al igual que con el de mis hijas. Las amaba y ellas al tío Fausto.

-¿Cómo lo definiría?

No era para vivir acá, porque sufría ya el mundo en el cual vivimos y a través de los escritos nos damos cuenta que soñaba siempre con un mundo mejor. Un lugar que los cristianos esperamos que algún día se realice, pero lo vemos cada día más lejano. Esperaba un mundo de paz, de igualdad y de justicia. Mucha gente pensaba que Fausto era izquierdista, pero era un cristiano comprometido. Un autodidacta.

“Que diferente sería el mundo, si los hombres por igual, fuesen buenos todo el año, como son en Navidad”. (Estrofa de la canción “Navidad Salteña”, de la Autoría de Fausto Carcabelos).

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