El gesto del embajador turco, emulando al de los denominados “lobos grises”, una organización paramilitar y asesina, estuvo totalmente fuera de lugar y nos alegra que el presidente de la República hubiera reaccionado de inmediato, condenándolo como corresponde.
El genocidio armenio fue demasiado horroroso para desconocerlo y uno de los grandes aciertos de Uruguay, a nuestro entender fue el haber sido el primer país del mundo en reconocerlo.
Más de un millón de personas, entre ellas niños y mujeres, fueron asesinados en esa confrontación, genocidio que hasta el momento Turquía, autora de dicho genocidio, no ha reconocido como tal, a pesar de que muchos gobiernos en el mundo lo han hecho.
Trasladar esa confrontación a un país totalmente ajeno, como el Uruguay, nos parece por lo menos fuera de lugar, irrespetuoso y totalmente atrevido.
Pero veamos toda la película.
Lo primero a señalar es que el Canciller uruguayo no puede argumentar que desconocía el fin político que encerraba la solicitud de su par turco para ser recibido un día antes del recuerdo armenio del genocidio. Teniendo 365 días para hacerlo el pedido fue efectuado para esta fecha concretamente.
En segundo lugar, honestidad obliga, hay que decir que el gesto del canciller turco fue realizado ante las manifestaciones hostiles de un grupo de armenios, que se concentró ante su paso.
Si el embajador turco pensó que su reacción pasaría inadvertida, porque acá no eran conocidas las andanzas del grupo asesino cuya señal efectuó, se ha equivocado, puede que los uruguayos no las conozcamos, pero si el pueblo armenio, y sus descendientes, muchos de los cuales se refugiaron en el Uruguay que ha sufrido y sufre estas andanzas.
Si el embajador turco se sintió molesto y acosado por las manifestaciones armenios, tendría que saber que vino a un país democrático en el que las manifestaciones dentro del marco de la ley, han sido siempre, son y lucharemos para que lo sigan siendo totalmente lícitas.
Es el diplomático quien debe estar preparado para desempeñarse ante estas manifestaciones, porque el gobierno que representa lo sabe muy bien.
Podemos compartir o no, el gesto de recibir al embajador turco, pero no desconocemos que debió hacerse en otra fecha y nos hubiéramos evitado todo el escándalo.
Este escándalo nada ha aportado, ni a las relaciones de Uruguay con Turquía, ni mucho menos al relacionamiento de Uruguay con los descendientes armenios.
Esa es nuestra opinión.
A.R.D.
Totalmente fuera de lugar
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