Tras una restauración a cargo de expertos internacionales, el mayor órgano de tubos del país volverá a sonar en Salto, con conciertos, formación de músicos y una apuesta al patrimonio cultural.
Tras un meticuloso trabajo de restauración y armonización a cargo del reconocido organero Mario D’Amico y sus colegas, Matías Galidez y Tomás Falero, el órgano de tubos más grande de Uruguay vuelve a sonar en la Catedral de Salto. Con más de 2.500 tubos, este instrumento único será protagonista de conciertos y actividades que buscan revalorizar el patrimonio musical y formar nuevos organistas en la región.
LOS NERVIOS DEL PADRE JOSÉ, LA SERENIDAD DE MARIO Y TOMÁS
Poco antes de la hora señalada llegamos a las puertas de la Catedral de Salto. Nos recibió el Padre José García, que inquieto daba vueltas mientras hablaba y nos iba aportando datos del órgano.
Recordó que el órgano fue donado desde Suiza. Con orgullo agregó, «es el órgano de tubos más grande de Uruguay, con aproximadamente 2500 tubos». Y no pudo dejar de mencionar que se lo pondrá en servicio con una serie de actividades en el mes de agosto y que su inauguración oficial será en octubre, con varios conciertos, «pero eso lo informaremos a su tiempo».
MARIO D’AMICO, EL RESTAURADOR
Una larga y agotadora escalera de caracol nos dejó en el lugar en que Mario D’Amico Holzmann daba los ajustes finales al inmenso instrumento, y su compañero de tareas, Tomás Falero, natural de Buenos Aires, Argentina, comenzaba a recorrer los sonidos.
Mario y Tomás han alcanzado reconocimiento internacional en la restauración de órganos históricos. Tomás reconoció la tarea de su colega Mario y comentó:
«Mario es un prestigioso organero, especializado en la armonización de órganos. Este trabajo que hace en Salto es fundamental para la Catedral».
De D’Amico se sabe, y él lo corrobora en sus comentarios, que se ha ganado un reconocimiento internacional por su participación en la restauración del órgano de la Catedral de Notre Dame en París, siendo parte del equipo del taller Orgelbau Kuhn en Suiza, una de las empresas más antiguas y reconocidas en el rubro.
Y SU MÚSICA SUENA AHORA
«Lo que buscamos con este órgano, – dice Mario – es que suene en su máxima expresión». También comentó que normalmente lleva unos 35 días armonizar órganos de estas características, y que en este caso lo hizo en 15 días dado el buen estado del mismo. Dijo que la tarea no ha sido sencilla porque se deben armonizar más de 2000 tubos y lograr que cada uno de los tubos y registros alcance la sonoridad deseada. Y que la armonización se hace de un tubo a la vez.
Otra de las cosas que destacó fue la participación de carpinteros salteños que desmontaron en Suiza y montaron en Salto el mencionado órgano. También otras personas locales que aportaron lo suyo. También nos comentó que el organista Matías Galidez ya se había ido, de regreso a Bari, Italia.
Nos dijo D’Amico que aunque reside en Europa, mantiene fuertes vínculos con Uruguay. De hecho, impulsa una campaña para instalar órganos y clavecines en cada capital departamental del país, buscando revivir el arte de la organería y enriquecer el patrimonio musical local.
FORMAR MÚSICOS LOCALES
De la larga charla que mantuvimos con el calificado organero sanducero, nos comentó que uno de los objetivos que cumplirá esta instalación del órgano, más allá de la liturgia, es la de formar organistas. La idea es formar técnicos y músicos locales para asegurar el mantenimiento y uso del instrumento. Comentó que en la noche del jueves, luego del concierto en el Museo Gallino, varios músicos del Conservatorio Municipal de Música, con su principal docente, el Maestro Torres, y otros músicos locales, estuvieron escuchando las notas del órgano, que magistralmente hizo sonar el Maestro Tomás Falero.
Estos datos alimentan la idea de integrar el órgano en el Festival Internacional del Órgano del Uruguay, que podría extenderse a Salto y Paysandú.
Este proyecto, (acotamos), no solo rescata instrumentos históricos, sino que también fortalece la educación musical, el turismo cultural y el patrimonio artístico del país.
Consultado D’Amico sobre el sonido y el significado de contar con un instrumento de estas características, nos dijo que:
«Los órganos restaurados, y éste en particular, tienen un sonido majestuoso, profundo y lleno de matices». Manifestó luego que al estar en la nave principal o en los aleros de la Catedral, esta acústica que cuenta hace parecer que la música brota desde todos los puntos de la sala, desde el piso, las columnas… uno queda en el centro de la misma.
Dijo que más allá de la utilización en las actividades de la Iglesia, hay posibilidades de realizar encuentros, un concierto barroco, por ejemplo. Destacó lo hecho por el salteño Leandro Marziotte en este mismo lugar.
Dentro de las cualidades del órgano restaurado está que puede sonar como una orquesta completa, si se combinan varios registros, o como un solo instrumento melódico, como una flauta o un oboe, o incluso producir efectos dramáticos con sonidos graves y vibrantes que llenan el espacio.
TOMÁS FALERO
«La armonización final, realizada por el experto Mario D’Amico, garantiza que cada nota resuene con precisión y emoción», nos dijo su socio en la armonización, Tomás Falero, organero de Buenos Aires.
Falero, un talentoso organero argentino con amplia experiencia en restauración y afinación de órganos de tubos, ha sido parte de diversos proyectos en Argentina, y su colaboración con D’Amico en Salto fue clave para lograr que el instrumento alcanzara su máximo potencial sonoro.
La armonización es una etapa delicada que requiere precisión. Gracias a esta dupla de expertos, el órgano de Salto no solo fue instalado con precisión, sino que también resuena con una calidad acústica excepcional, capaz de llenar la nave con sonidos envolventes y emotivos. Será el deleite de los salteños y eventuales visitantes.
