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lunes, 23 de junio de 2025
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Del 2008 a la fecha Fundación Salto Grande ha invertido 700 mil dólares en el desarrollo de la región

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La “Fundación Desarrollo Regional Salto Grande” ha invertido en la región desde el año 2008 a la fecha cerca de 700 mil dólares en la región en diversos proyectos de interés. Novedosa modalidad producto del ahorro de casi el 50% de los sueldos de los integrantes de la Delegación Uruguaya de Salto Grande. Para conocer un poco cómo surgió esta noble idea, EL PUEBLO dialogó con el secretario de la Delegación Uruguaya de la CTM Andrés de la Iglesia.
– ¿Cuándo llegó a Salto?
– Llegué a instalarme formalmente el 2 de febrero del 2006, fui nombrado en diciembre de 2005 (secretario de la Delegación Uruguaya de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande) y decidí que era mejor estar acá que en Montevideo.
– ¿Qué actividades desarrolló anteriormente?
– Trabajé en la industria gráfica durante veinte o veinticinco años, primero como empleado después fui gerente de esa empresa, luego me independicé y me hice empresario. Tuve mucha vinculación en la actividad gremial empresaria, fundamentalmente allá por el año 2001, cuando se formó la Concertación para el Crecimiento que fue un gran movimiento de las gremiales empresariales respecto de la eventual situación que se venía en el 2002. Allí tuve una participación bastante importante porque yo era presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas, y éramos uno de los actores principales como la Federación Rural, muchos gremios agropecuarios, sectores del comercio que no integraban la Cámara de Industria y de Comercio que eran entidades mayores. Fue una gran movida y la verdad que fue una época muy fértil.
– ¿Ya en ese entonces militaba en el Partido Socialista?
– Entré en el partido a mis diecisiete años, en la clandestinidad.
– ¿Por qué socialista?
– A mí me hizo socialista una persona de Fray Bentos, no me hizo socialista por afiliarme, al escucharlo me hice socialista inmediatamente, era Aparicio Macedo, viejo obrero del frigorífico Anglo, era para mí la imagen de la ética, de la bonhomía, una persona que sin tener educación formal porque apenas había terminado la escuela tenía una gran solidez intelectual. Yo tenía esa imagen que me gustaba y quería ser como él, eso me dio la sensación de que si él era socialista por algo sería.
– Además del cargo que hoy tiene en CTM, ¿ocupó algún otro cargo político por el Frente Amplio?
– He sido delegado del partido en varias oportunidades, como en la Comisión Nacional de Organización del FA pero nunca en cargos públicos. Pero mi situación acá no es un cargo político, no lo nombra el presidente, es una decisión del organismo que tiene que ver con argentinos y uruguayos. La Delegación en ese momento me propuso, la apuesta para mí significaba dejar mi actividad empresarial para dedicarme a esto porque no era posible mezclar ambas cosas, de todas maneras tuve durante algún tiempo la empresa pero después se la vendí a mi socio. Entendí en aquel momento que cuando uno asume responsabilidades tiene que asumirlas de cuajo, con todo lo que ello significa, aunque a veces signifique perder alguna prerrogativa.
Es un cargo que está dentro del organismo, igual del lado argentino, y cumple una función de relación entre la Delegación y el organismo. Es un cargo muy funcional, capaz que el perfil de cada uno le da más una visión que en el caso mío puede confundirse por el hecho de que yo actúo en política, soy edil. Pero naturalmente es un cargo que tiene mucho más que ver con las funciones intrínsecas del organismo y no con las funciones del Poder Ejecutivo.
– ¿Ya conocía Salto cuando vino?
– Durante el año 89 cuando el voto verde, algunos compañeros del partido, más como éramos algunos cantores, nos enviaron a varios lugares del interior a conversar con la gente, más que nada con los sectores rurales. Recuerdo que hicimos todo un periplo en las vacaciones de verano, salimos en un Fusca e hicimos Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo y terminé en Paso de las Piedras de Arerunguá, después Paysandú y luego volvimos a Montevideo. Estuve prácticamente quince días viviendo en el campo, y ahí conocí a Salto pero no la ciudad, conocí el departamento porque después vinimos por Quintana, así que conocí el Salto profundo.
– ¿Dijo que era cantor?
– Durante la dictadura los efectos de la resistencia tomaban diversas formas, es así que éramos un grupo de muchachos que algunos eran muy buenos guitarreros, por eso digo que yo apenas soy un robador de canciones. Y bueno, yo tocaba la guitarra con ellos, me gustó y después seguí tocando.
– ¿Hacían canto popular?
– Claro, en aquel momento cantábamos canto popular, después uno va mejorando un poco, o no, pero ellos eran músicos, entre ellos ahora uno es escribano mío en Montevideo. Era una forma de expresión que además de acercamiento con mucha gente importante, era un vehículo de comunicación que no era menor. No era porque gozáramos de mucho presti

La “Fundación Desarrollo Regional Salto Grande” ha invertido en la región desde el año 2008 a la fecha cerca de 700 mil dólares en la región en diversos proyectos de interés. Novedosa modalidad producto del ahorro de casi el 50% de los sueldos de los integrantes de la Delegación Uruguaya de Salto Grande. Para conocer un poco cómo surgió esta noble idea, EL PUEBLO dialogó con el secretario de la Delegación Uruguaya de la CTM Andrés de la Iglesia.

– ¿Cuándo llegó a Salto?

– Llegué a instalarme formalmente el 2 de febrero del 2006, fui nombrado en diciembre de 2005 (secretario de la Delegación Uruguaya de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande) y decidí que era mejor estar acá que en Montevideo.

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– ¿Qué actividades desarrolló anteriormente?

– Trabajé en la industria gráfica durante veinte o veinticinco años, primero como empleado después fui gerente de esa empresa, luego me independicé y me hice empresario. Tuve mucha vinculación en la actividad gremial empresaria, fundamentalmente allá por el año 2001, cuando se formó la Concertación para el Crecimiento que fue un gran movimiento de las gremiales empresariales respecto de la eventual situación que se venía en el 2002. Allí tuve una participación bastante importante porque yo era presidente de la Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas, y éramos uno de los actores principales como la Federación Rural, muchos gremios agropecuarios, sectores del comercio que no integraban la Cámara de Industria y de Comercio que eran entidades mayores. Fue una gran movida y la verdad que fue una época muy fértil.

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– ¿Ya en ese entonces militaba en el Partido Socialista?

– Entré en el partido a mis diecisiete años, en la clandestinidad.

– ¿Por qué socialista?

– A mí me hizo socialista una persona de Fray Bentos, no me hizo socialista por afiliarme, al escucharlo me hice socialista inmediatamente, era Aparicio Macedo, viejo obrero del frigorífico Anglo, era para mí la imagen de la ética, de la bonhomía, una persona que sin tener educación formal porque apenas había terminado la escuela tenía una gran solidez intelectual. Yo tenía esa imagen que me gustaba y quería ser como él, eso me dio la sensación de que si él era socialista por algo sería.

– Además del cargo que hoy tiene en CTM, ¿ocupó algún otro cargo político por el Frente Amplio?

– He sido delegado del partido en varias oportunidades, como en la Comisión Nacional de Organización del FA pero nunca en cargos públicos. Pero mi situación acá no es un cargo político, no lo nombra el presidente, es una decisión del organismo que tiene que ver con argentinos y uruguayos. La Delegación en ese momento me propuso, la apuesta para mí significaba dejar mi actividad empresarial para dedicarme a esto porque no era posible mezclar ambas cosas, de todas maneras tuve durante algún tiempo la empresa pero después se la vendí a mi socio. Entendí en aquel momento que cuando uno asume responsabilidades tiene que asumirlas de cuajo, con todo lo que ello significa, aunque a veces signifique perder alguna prerrogativa.

Es un cargo que está dentro del organismo, igual del lado argentino, y cumple una función de relación entre la Delegación y el organismo. Es un cargo muy funcional, capaz que el perfil de cada uno le da más una visión que en el caso mío puede confundirse por el hecho de que yo actúo en política, soy edil. Pero naturalmente es un cargo que tiene mucho más que ver con las funciones intrínsecas del organismo y no con las funciones del Poder Ejecutivo.

– ¿Ya conocía Salto cuando vino?

– Durante el año 89 cuando el voto verde, algunos compañeros del partido, más como éramos algunos cantores, nos enviaron a varios lugares del interior a conversar con la gente, más que nada con los sectores rurales. Recuerdo que hicimos todo un periplo en las vacaciones de verano, salimos en un Fusca e hicimos Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo y terminé en Paso de las Piedras de Arerunguá, después Paysandú y luego volvimos a Montevideo. Estuve prácticamente quince días viviendo en el campo, y ahí conocí a Salto pero no la ciudad, conocí el departamento porque después vinimos por Quintana, así que conocí el Salto profundo.

– ¿Dijo que era cantor?

– Durante la dictadura los efectos de la resistencia tomaban diversas formas, es así que éramos un grupo de muchachos que algunos eran muy buenos guitarreros, por eso digo que yo apenas soy un robador de canciones. Y bueno, yo tocaba la guitarra con ellos, me gustó y después seguí tocando.

– ¿Hacían canto popular?

– Claro, en aquel momento cantábamos canto popular, después uno va mejorando un poco, o no, pero ellos eran músicos, entre ellos ahora uno es escribano mío en Montevideo. Era una forma de expresión que además de acercamiento con mucha gente importante, era un vehículo de comunicación que no era menor. No era porque gozáramos de mucho prestigio sino que éramos militantes que a su vez también cantábamos.

– ¿Con qué expectativa asumió la responsabilidad de la secretaría de la Delegación Uruguaya en la CTM de la represa de Salto Grande?

– Para mí se trataba de una tarea nueva, yo venía prácticamente de quince años de trabajar por mi cuenta manejando mi empresa, por lo que tenía esa liberalidad de estar mucho en la calle, manejar mis tiempos, aunque tengo un estilo de trabajo muy riguroso por lo que no me pareció que fuera muy distinto al trabajo que venía haciendo habitualmente, tenía otras aristas y a veces uno puede evitar algunas cosas. Siempre he dicho que en Montevideo a veces cuando alguien te cierra el auto, bajás la ventanilla y le decías alguna cosa (risas), acá representás algo más y no lo podés hacer. Eso creo que son un poco las cosas que aprendí en la convivencia habitual.

Yo había hecho mucha formación empresarial, lo que me permitió que muchos de los instrumentos de gestión que traía del sector privado me fueran de mucha utilidad para el manejo de las tareas habituales que desarrollaba la Delegación y el organismo.

– ¿Cómo surgió la idea de crear la Fundación Salto Grande?

– En realidad se llama “Fundación Desarrollo Regional Salto Grande”, y nada tiene que ver con el organismo. Hubo una directiva del Ministerio de Industria básicamente que determinaba que los sueldos –porque se sabía que los sueldos acá eran bastante elevados- se equipararan al sueldo que cobraba un director de UTE, por ejemplo. Pero la forma de fijar los salarios en el organismo es por parte de ambas Delegaciones, por lo cual uno no puede decir “yo quiero ganar menos”, no puede hacerlo porque la otra Delegación tiene que aceptarlo, y en una situación como esta es muy difícil que la otra Delegación diga “ustedes se bajan los sueldos y yo no”, así que ese mecanismo era imposible.

Por lo cual lo que decidimos hacer fue determinar que los servicios en vez de pagarlo se depositaran en una cuenta que había que se llamaba “Desarrollo Regional” que era del organismo. Hicimos consultas con el Ministerio de Economía, el de Industria y Energía y el de Relaciones Exteriores, que eran un poco las dependencias que teníamos, sobre la idea que poseíamos de crear un fondo que permitiera contribuir a acciones de carácter social, productivo, de capacitación, de formación o de desarrollo. Todo eso llevó muchas vueltas, muchos trámites, pero al final los tres ministros, Daniel Martínez (Industria), Danilo Astori (Economía) y (Reinaldo) Gargano (Cancillería) aprobaron nuestra idea y nos dijeron que manejáramos esos fondos con esos criterios.

– ¿Con la diferencia del sueldo que ustedes cobraban con lo que gana un director de un ente autónomo?

– Ahí está, que era más o menos la mitad. Lo que nosotros seguimos haciendo es depositar en esa cuenta y no moverlo porque no teníamos elementos de carácter jurídico para poder utilizarlo. Esa suma se fue acrecentando, recién en el 2008 cuando ingresa a la Delegación Daniel Greif nos propone que el mejor mecanismo –él un poco porque su padre es escribano- era crear una fundación, que fuera independiente y darle inclusive una participación -más allá que nosotros fuéramos integracionistas del capital- a la Universidad de la República cosa de tener una visión más objetiva, así que uno de los directivos de la Fundación es Alejandro Noboa. Así que la dirección actual son cinco miembros, los dos que estaban, Gabriel (Rodríguez), yo y el Jano Noboa.

Inmediatamente creamos la Fundación, allí había una serie de fondos que podíamos manejar como Delegación Uruguaya desde esa cuenta donde hicimos algunos aportes, luego cuando la modalidad jurídica cambió, lo pudimos administrar de otra manera, así manejábamos nosotros directamente los cheques. Por lo cual la Fundación permitió mucha más flexibilidad a la hora de analizar los proyectos y más allá que naturalmente el nombre fuera igual, no involucraba a la institución Salto Grande. Se trata de una fundación de carácter privado, sin fines de lucro, nos hemos preocupado además que fuese transparente, inclusive que fuese auditada, además nosotros no somos quienes decidimos sino que los que deciden son los organismos a los cuales apoyamos los que definen cuáles son los proyectos a llevar adelante.

– ¿Apoyan proyectos de Salto o de la región?

– De la región. Desde el primer momento que empezamos a conversar entendimos que esto no tiene que ver con limitar las posibles dificultades que la construcción de la represa hubiera generado, esto es un problema del Estado uruguayo en su conjunto y será él quien tenga que resolverlo. De todas formas entendimos que estábamos en un ámbito concreto donde teníamos que intervenir. A veces les digo a los de Montevideo que hay situaciones donde por ejemplo en las escuelas hay que arreglar una cisterna y por más que haya un departamento de arquitectura o fondos para hacerlo, quedan muchos intersticios donde no se llega que es donde trabajan las comisiones de padres, los vecinos, alguna empresa o productor rural, entonces dijimos que íbamos a ir a tratar de cubrir eso pero no hacerlo en forma aislada sino siempre haciéndolo asociado con otra institución, sea la intendencia, ANEP o la Universidad de la República, siempre con una institución que define dónde se hará la inversión y nosotros aportamos los fondos. El primer acuerdo que hicimos fue con el MIDES con el proyecto Uruguay Trabaja.

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