«Mi madre no me pudo mantener, entonces los que me criaron fueron mis abuelos. Mis abuelos trabajaban en la Colonia 18 de Julio, en una chacra y si yo a los 6 años tenía que ordeñar vacas lo hacía. Me tomaba mis buenos vasos de leche. De la Colonia al Barrio Artigas me venía en burro, con los barriles de leche que se vendían. Después mis abuelos compraron casa en el Barrio Artigas y comencé a ir a la escuela. Yo era el loco de la pelota. Dormía con la pelota. Ahí se fue dando todo lo que vino después, con el fútbol siempre».

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La historia de LÍMBER YAQUE no es una historia como tantas.
Es una historia especial.
Es una historia distinta.
Por aquel tiempo de niñez con los abuelos «a los que les debo tanto y no me olvido de ese tiempo».
El «Pato» fue jugador de Gladiador. De Salto Uruguay. De la selección. Entre la década de los 70 y de los 80, sus andares en el fútbol.
Su huella en el fútbol que sintió y jugó….
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«Hay cosas que se quedan en el recuerdo de uno, que no se van y siempre están. Es la historia de uno en el deporte también, y como se fueron dando los primeros pasos. Es cierto que el dinero no alcanzaba, pero comíamos mejor. Más natural todo, y el organismo de cada uno no sufría como sufría hoy, con tanta cosa enlatada. En las chacras había trabajo y ahora también. El hecho es que la gurisada joven no quiere ir a laburar a las chacras y se paga 1.800 pesos las 8 horas. No está mal, ¿no?. Ya en el Barrio Artigas no teníamos una canchita para jugar, era solo un pedazo de campo. Pero pasaban los camiones y la pelota terminaba reventada. Era un desastre aquello. ¡Nos rompían las pelotas.!
El padre del «Chueco» Perdomo (de Ferro Carril a Peñarol de Montevideo y Campeón de la Libertadores en 1987) fue quien me enseñó los primeros secretos de cómo pegarle a la pelota. Tenía un secreto, no era pegarle así nomás. El parentesco está planteado con la familia del «Chueco». El fútbol nos juntaba y la pelota era de plástico o de goma. Ahí me sentía yo, con esa costumbre de todos los días jugar y jugar. Era el loco de la pelota. ¡No había ninguna duda!
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-