Desde el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) hasta el programa Prodem de la Universidad Nacional de General Sarmiento, varias son las organizaciones que investigan sobre los criterios de clasificación de una empresa nueva. No obstante, no necesariamente una empresa «nueva» tiene un modelo de negocios lo suficientemente bueno como para permanecer en el mercado. De igual modo, las empresas tradicionales por el simple hecho de tener antigüedad, no significa ello que tengan un mejor destino.
En el año 1969, John Lennon escribía la canción Give Peace Chance o dicho en español: darle una oportunidad a la Paz. Sin lugar a dudas, en aquel contexto en Vietnam, Laos y Camboya se desarrollaban conflictos armados entre fuerzas militares identificadas con soviéticos y norteamericanos que terminaron dando lugar a la importancia de un camino alternativo: basado en la construcción de paz.
El paso de los años en gran medida, hacen que los deseos materializados en los movimientos impulsados por John Lennon y Yoko Ono no dejaron que la vigencia de aquella petición se pierda. No obstante, el tsunami tecnológico que ha irrumpido con mucha fuerza dentro de todos los mercados e industrias pareciera que de manera subliminal, y haciendo un paralelismo con Lennon, o más explícita nos transmite otro mensaje: ¿darle una oportunidad a la innovación?
La verdad sea dicha, más que una cuestión de retórica en el que se propone dar oportunidades, lo cierto es que termina siendo un imperativo la innovación para la permanencia como empresas.
El objetivo del presente artículo para Link de El Pueblo es invitar al lector; comerciantes, empresarios, industriales y emprendedores a reflexionar sobre la situación actual del sector empresarial en contraste con la disrupción tecnológica y su velocidad. La digitalización del consumo llegó hace años, si bien la misma se ha expandido de manera paulatina, lo cierto es que sin darnos cuenta de forma creciente la gran mayoría de las industrias ya cuentan con su Uber que más que convertirse en un competidor más que capta una porción de mercado, se convierten en fenómenos que de alguna u otra manera llevan a que se cambien las reglas del juego.
El consumidor ha pasado de ser el tradicional sujeto pasivo a convertirse en un comprador globalizado gracias al comercio electrónico. El auge de las empresas puramente digitales ha obligado a los retailers tradicionales a adaptar su negocio a las nuevas tecnologías para cumplir con las expectativas del comprador actual.
A partir de lo descripto en los párrafos anteriores, surge la pocas veces advertida amenaza de que empresas tradicionales, por más históricas que sean, deban rever sus formas de trabajo, siendo ello un imperativo para priorizar dentro de la planificación que no son urgentes, pero que se convierten en importantes.
Muchas gracias por llegar tarde
Aunque creamos que no nos va a llegar el denominado Uber, llegada de modelos de negocios a Uruguay como el de Mi Profe en Casa, terminan siendo una razón más para creer que sectores de actividad tan «aparentemente» inalterables como las clases particulares, terminan siendo afectados y desde allí, el imperativo de adaptarse a las nuevas tecnologías o quedar por el camino.
Pareciera evidente que todo se resume a una cuestión de timing, una forma didáctica de entender lo anterior es a través de una analogía:
Ni un buen ajedrecista puede evitar la derrota si el contrario lleva adelante un ataque de forma racional, siempre y cuando, dicha estrategia se funde a partir de errores insalvables en el movimiento de piezas. En otras palabras, reaccionar tarde no necesariamente es una garantía de que se puede evitar salir del mercado.
Termina siendo evidente que nos encontramos sobre-saturados de información, ello ocasiona que estemos más desinformados porque dicho exceso de datos obliga a saber seleccionarlos. A partir de allí, resulta esperable ser cada vez más escépticos a los conceptos denominados «de moda»; parece que cada año surgen nuevas recetas, algunas vendidas como mágicas, que prometen mejorar el desempeño empresarial: en algún momento se hablaba de la importancia de contar con estrategias que tomen en cuenta las ventajas competitivas, tiempo más tarde pareciera que la gran panacea de los negocios era llevar adelante una gestión basada en la Calidad Total.
En los tiempos que corren, pareciera que la transformación digital o la denominada Industria 4.0 son la «nueva moda». La buena o mala noticia es que la digitalización no es una moda sino que todo lo contrario; llegó para quedarse, quien no se suba al tren de la adecuación tecnológica, quedará en el camino, marginado y más cerca de quedar desplazados que seguir hacia algún lugar.
Empresas nuevas, ¿también obsoletas?
En apariencia una empresa nueva es percibida como un esfuerzo para capitalizar una oportunidad de negocio; el emprendedor cree detectar una oportunidad de negocio pero si la nueva empresa no toma en cuenta desde la génesis del modelo de negocios las nuevas realidades, es una empresa obsoleta más en el mercado.
Quizás crear algo nuevo y a la vez, ya obsoleto desde el primer día de funcionamiento se dé por la falta de sensibilización en torno a digitalización como una herramienta para competir. No subirse a la ola tecnológica, conlleva a fundar «hoy» empresas que cierran «mañana» o «pasado mañana».
No todo es apocalíptico, la buena noticia es que quizás un adecuado diagnóstico y elaboración de un plan de transformación digital, se termine convirtiendo en un trampolín para recuperar parte del tiempo perdido.
No precisas Big Data, precisas datos
Dentro del mundillo de la Industria 4.0, el Big Data es una de las grandes vedettes. Sin embargo, para llegar a cuestionarnos sobre la verdadera necesidad de incorporar Big Data, se tienen que dar al menos tres condiciones que justifiquen la adopción de tecnologías Big Data: gran volumen de información, gran velocidad de procesamiento e información variada, y por lo tanto compleja de analizar.
Los macrodatos, también llamados datos masivos, inteligencia de datos, datos a gran escala o big data (terminología en idioma inglés utilizada comúnmente) es un término que hace referencia al concepto relativo a conjuntos de datos tan grandes y complejos como para que hagan falta aplicaciones informáticas no tradicionales de procesamiento de datos para tratarlos adecuadamente. Por ende, los procedimientos usados para encontrar patrones repetitivos dentro de esos datos son más sofisticados y requieren software especializado. En textos científicos en español con frecuencia se usa directamente el término en inglés big data, tal como aparece en el ensayo de Viktor Schönberger La revolución de los datos masivos.
Parece ilógico creer que es posible hablar en términos de Big Data, cuando aún no se maneja información mínima necesaria para la correcta gestión de la empresa; nos estaríamos adelantando más de un paso a la vez o en otras palabras, poniendo el carro delante de los bueyes.
¿Tengo claro qué información para tomar de mejor manera las decisiones dentro de la empresa? ¿Está mi empresa preparada para el análisis rápido de información? ¿Los datos que mi empresa tiene son los correctos? ¿La empresa cuenta con un sistema ERP? En caso de que si, ¿Está preparado para los tiempos que corren?
El camino es ir de menos a más. Dicho recorrido, nos coloca frente a un concepto que seguramente la gran mayoría de las personas no sepan: empresas Data Driven.
Cuando una empresa emplea un enfoque «data-driven» (impulsado por datos), significa que toma decisiones estratégicas basadas en análisis de datos e interpretación.
Un enfoque data-driven permite que las empresas examinen y organicen sus datos con el fin de atender mejor a sus clientes y consumidores. Al usar datos para impulsar sus acciones, una organización puede contextualizar y personalizar sus mensajes a sus clientes y posibles clientes para un enfoque más customer-centric.
Dentro de lo que es un proceso de transformación digital, cabrá preguntarnos si el enfoque en cuestión, se entiende es el que deberemos adoptar para competir en el mercado.
El segmento de clientes se digitalizó, ¿y tu negocio?
Desde que apagamos el despertador cuando nos despertamos y miramos los whatsapps o mails hasta que nos vamos a dormir, estamos mirando pantallas móviles y usando aplicaciones con conectividad a internet. El segmento de clientes no es el mismo que de hace 10 años, ha surgido un nuevo tipo de consumidor: es digital, y con ello, las empresas se enfrentan a un cliente mejor informado, con más expectativas, nuevos requerimientos y con menos apego a una marca en particular.
Mucho se habla en espacios que promueven la digitalización en la región, como lo son la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) de la digitalización del consumo en contraposición a la digitalización de la oferta. Las velocidades de una y otra no han sido iguales, y ello ha ocasionado que en la denominada Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0, haga las empresas las que deben adaptarse al segmento de clientes y no al revés como en las situaciones anteriores.
Las aparentes ventajas de las empresas tradicionales y nuevas, no responden a un tema de antigüedad sino de modelo de negocios y con ello, la habilidad para tener productividad y competitividad. En gran medida, una de las posibles complementariedades y caminos no explorados será la generación de sinergias entre una y otra y con ello, la puesta en marcha de sistemas de trabajo basados por qué no en el emprendimiento corporativo; en el que la digitalización es un denominador en común.
Los escenarios futuros de decisión parecen sencillos y entrará en juego la interrogante al sector empresarial sobre qué hacer frente a algo que podría percibirse como una moda pero que no lo es.
Lic. Nicolás Remedi Rumi
