Pocas experiencias en América y el Mundo, han logrado sintetizar un proyecto político permanente, como el Frente Amplio. Los frenteamplistas celebramos 53 años.
Hay muchos factores que confluyeron para cristalizar esa idea. Queremos resaltar uno, que deviene imprescindible: la ética.
La ética del acuerdo y del consenso. Demostrada en la capacidad de entenderse con el otro. De ver y valorar en los demás, cualidades que nos unen en un colectivo común. Demostrado por Seregni en la fundación del Frente y con Tabaré en el Encuentro Progresista. Y esos valores hicieron posible la confluencia de marxistas, cristianos, wilsonistas y batllistas.
La ética de la responsabilidad. Que somos además de un Partido, una verdadera opción de gobierno. Y ello requiere se la ética de acordar programas de gobierno, que resulten revolucionarios pero posibles. Nuestra propuesta no es solamente una opción de gobierno, es la esperanza de mucha gente. Y ello impone la responsabilidad de ser realistas. Como nos enseñó Danilo: no para resignarnos a la realidad, sino para saber sus verdaderos límites y así atrevernos a cambiarla. No podemos proponer cualquier cosa.
La ética de los valores. La honestidad, la libertad, la democracia y la república. Medio siglo siendo guardianes y garantes de esos principios. No hay desarrollo humano posible, si no es en paz, con una sociedad democrática y libre de actuar y de pensar. Por eso, sin ambigüedades nos duelen los autoritarismos en nuestra América Latina. Que cercenan la pluralidad y limitan fuertemente la vida democrática. Pero para ejercer plenamente la democracia y la libertad, se requiere de solidaridad. No es posible ser libre, con desigualdades estructurales y falta de oportunidades.
La ética de la dignidad. Que se resumen en el respeto irrestricto por los Derechos Humanos. La búsqueda permanente por su vigencia, por su verdad histórica. La condena a quienes los violaron y la necesidad permanente del esclarecimiento, como base fundamental para forjar una sociedad sin rencores y fisuras. La ética de la dignidad, que debe fomentar nuestra vocación por la generación de derechos ciudadanos entre quienes se encuentran en la marginalidad, y no valerse de esa penosa condición, para promover botines electorales. Choca con nuestra ética, aprovecharse de la infelicidad de la gente, para captar su atención, y hacer de sus carencias el motor para captar adhesiones. Hay que generar derechos ciudadanos y sociales para la superación humana, en términos de colectividad, y no para ganar una elección.
La ética de la responsabilidad, es también proponer, explicar lo que queremos hacer. Pero no solo, sino además cumplirlo.
Como dijo Seregni: “Yo les he dicho siempre a mis compañeros que importa, por supuesto, la decisión que tomamos, pero importa por sobre todas las cosas la mañana siguiente. Todas nuestras decisiones deben estar pensadas, calculadas y jugadas con la responsabilidad, por sobre todo, de la mañana siguiente”. Pensar en la mañana siguiente, es poner nuestro accionar con miras hacia el porvenir. Debemos actualizar nuestras propuestas y nuestras ideas. En el marco de la discusión colectiva, no en función de los intereses corporativos.