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martes, 13 de mayo de 2025
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Por carriles diferentes…Una lástima

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Por Jorge Pigntaro

Cuánto uno aprende si se dispone a escuchar (es decir a oír pero con toda la voluntad de hacerlo), realmente a escuchar a quien tiene una visión diferente de las cosas. En la noche del viernes tuve el honor de presentar en el Teatro Larrañaga a Federico Palacios y Omar Espinosa. Un magnífico concierto de clarinete y guitarra, un ensamble casi inédito en el mundo. Pero el enriquecimiento para mí, no fue solo por recibir esos acordes. Fue además, por tener la posibilidad de estar cerca de ellos y al conversar (literalmente entre telones), como digo: escuchar, escucharlos, razonar sobre cada anécdota que contaban o simple comentario lanzado al aire.

¿Por qué digo una “visión diferente”? Porque al venir de otros lugares (viven en Francia pero han estado en muchos países, desde Argentina hasta Grecia) ven desde otra óptica la realidad uruguaya, salteña en particular. Y no solo en el ámbito cultural.

Empecemos por esto, tal vez lo más sencillo: no podían creer estos músicos cuando les contábamos que hay eventos donde por más que se pida silenciar celulares, alguno empieza a sonar; menos podían creer, por supuesto, que hay gente que empieza a hablar por el celular en plena sala.

Pero también, al estar cerca del «detrás de escena» de este espectáculo del viernes (que se llamó Hijos del Litoral y que no me cansaré de decir que fue brillante), pude enterarme de un montón de cosas más ante las que fui yo quien no podía creer. Y son cosas que vale la pena que se sepan. En definitiva no son un secreto, entendemos al menos que no tienen por qué serlo, y son además cuestiones de todos, aunque las manejen las mentes y las manos de unos pocos.

Nos enteramos por ejemplo que la Intendencia de Salto proporcionó el Teatro Larrañaga sin cobrar alquiler. Bien por la Intendencia, porque un espectáculo como este, con artistas salteños (sí, ya sé que Federico no nació en Salto, pero es un salteño más) que vienen conquistando los más variados escenarios europeos, no lo tenemos todos los días. Hay que destacar el gesto. Porque el verdadero apoyo e incentivo a la cultura tan reclamado siempre, se da con hechos, con acciones, no con discursos. Y aquí hubo una acción: no se cobró arrendamiento de nuestro mayor escenario; considerando además y no es un dato menor, que el evento era de entrada libre y gratuita. Se entendió, con buen criterio, que la oportunidad no solo era valiosa para el disfrute sino también para el aprendizaje de muchísimos estudiantes que allí estuvieron (de la Escuela Universitaria de Música, del Conservatorio Departamental, de la Escuela de Arte, y de tantas academias e instituciones más).

Ahora bien, como te digo una cosa, te digo la otra. Una de cal y una de arena. ¿Nadie en representación de la Intendencia pudo estar presente? Es llamativo. ¿Ni el Intendente, ni Secretario, ni Coordinador de Cultura… Nadie? Al momento de iniciar el acto, creímos oportuno saludar a las autoridades presentes, como suele hacerse en estos casos. Empezamos por autoridades nacionales y entonces saludamos al Senador Manini Ríos y al Diputado Rodrigo Albernáz. Pero no pudimos hacer lo mismo con las autoridades departamentales pues momentos antes, ante nuestra consulta, los funcionarios del Teatro nos confirmaron: «no vino nadie». También en los propios músicos notamos la sorpresa. Pero a la vez nos preguntamos: y además de Albernáz, ¿a ninguno de los otros diputados les interesaba estar? Bien, pensemos mejor que no pudieron estar por razones de fuerza mayor o por compromisos irrenunciables contraídos con anterioridad. ¿Y del Legislativo, es decir de la Junta Departamental, la otra parte del gobierno local, a nadie le interesaba tampoco? Quizás algún edil había, no lo descartamos, pero la señal de la clase política en general fue que la política va por un sendero y el arte y la cultura por otro. Nada nuevo, a decir verdad. Pero pensemos que es cierto, que ninguno pudo estar.

Si a usted, estimado lector, algo de lo que hemos escrito hasta acá le parece grave, apróntese para esto otro que ahora paso a contar y de lo que también nos enteramos esa noche, entre telones. Resulta que como la Intendencia se hacía cargo del alquiler del Teatro, se realizaron gestiones con la CTM de Salto Grande para que pudiera ayudar, mediante su auspicio, con los otros gastos. Hay que tener en cuenta que esos gastos son varios miles de pesos: Bomberos, Agadu, otros funcionarios, traslados… y varias cosas más. Pues bien, hasta último momento Salto Grande tuvo a los organizadores (Comisión Pro Banda Municipal) haciéndolos cumplir con determinadas formalidades (carta para aquí, carta para allá, hasta recibos con Asdemya se debió conseguir) para, al final decirles que “el logo de Salto Grande de ninguna manera va a estar junto al de la Intendencia” compartiendo el rol de auspiciantes. Y negó el apoyo. Así de simple. Así de increíble.

¿Qué mejor que este tipo de cosas que tan bien le hacen a una sociedad, puedan ser impulsadas en conjunto? ¡Es una velada cultural, no un acto político! ¿Qué importa si en un lugar y en otro la conducción tiene distinto color político? ¿Hasta cuándo esa mezquindad que hasta resulta infantil y absurda? Conclusión: el Diputado Albernáz se puso al hombro la responsabilidad, consiguió dos o tres sponsors y sacó adelante el espectáculo, haciéndose cargo él mismo de varios costos.

Le digo con toda sinceridad: a mí no me importa si este Diputado es de Cabildo Abierto y el Intendente del Frente Amplio, a mí -como a tantos otros salteños que defendemos la cultura- me importa que los dos hicieron posible una instancia de verdadero enriquecimiento: uno con el alquiler del Teatro, el otro con el resto de las cuestiones necesarias.

Charlando con Espinosa y Palacios, nos decían: lo que pasa es que en los países desarrollados, se piensa en un presupuesto para la cultura, que es parte de la política de Estado, va mucho más allá de izquierda o derecha, o que esté en el gobierno este o aquel partido.

¿Algún día lo entenderemos acá?

A principios del siglo XX, nos decía Federico Palacios, había muchas orquestas de primer nivel de otros países y de Montevideo, que preferían actuar en Salto antes que en Buenos Aires. Les resultaba incluso una propuesta de mayor magnitud y más prestigio Salto que la capital argentina.

La pregunta es: ¿y qué nos pasó después? Empezó a perder fuerza y respaldo lo cultural. Lo económico y lo político se lo tragaron. Y… ¿No será esto, al menos en parte, la explicación a un tema que hemos venido plateando en varias notas y que es la partida hacia otras ciudades y países de los mejores artistas salteños?

No es casualidad que en cuanto pudieron, se fueron no solo Espinosa y Palacios, también Leandro Marziotte, y antes Lacy Duarte, y también Marosa, y Luis Pasquet y Bolívar Gaudín murieron en Europa, y Quiroga en la Argentina…y si siguiéramos, seguro no nos da la página. Todos excelentes, ninguno se quedó.

Claro, esto también sucede en muchas otras actividades. Uno de estos músicos nos contaba: tengo un amigo acá en Salto que tenía una pizzería y la tuvo que cerrar, ahora vende choripanes y otras cosas en un carrito en la calle. Lo mataron los impuestos. Trabajaba y trabajaba y se le iba toda la plata para el Estado. En cambio en Europa por ejemplo, también te “deslomás” trabajando, pero con la diferencia que ves la plata, algún día la ves, la juntaste, acá no, acá imposible, te sacan todo.

Digamos finalmente, que muy valioso nos resultó escuchar (música y palabras) a estos «hijos del litoral» porque, como decíamos al comienzo, su visión tiene la autenticidad de quien viene de afuera y ve las cosas desde una perspectiva que quienes estamos acá, no siempre logramos ver.

Y nos sirvió para confirmar que lamentablemente seguimos «en la chiquita», por ejemplo haciendo que la política y la cultura corran por carriles diferentes.

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