Tengamos claro que el objetivo de Schwarzenegger nunca ha sido obtener un Oscar de la Academia, con la fama, el reconocimiento del público a nivel mundial y los dólares le alcanzaba.
La intención de sus películas es entretener. Nadie ingresó jamás a la sala de un cine a ver un film del hercúleo austríaco pensando en que podría tomarse algunos minutos para reflexionar sobre la vida y otras dudas existenciales. Schwarzenegger por tanto es sinónimo de entretenimiento y punto.
Esta película recientemente estrenada, «The Last Stand» (traducida como «El último desafío») es un poco más de lo mismo, salvo que se lo vuelve a ver a Schwarzenegger en un papel protagónico luego de su última película, «Terminator 3: la rebelión de las máquinas» (2003). En estos casi diez años de impasse obligado que debió tener, le pasó de todo. Se dedicó a la política, obtuvo y retuvo la gobernación de California para su Partido Republicano donde pese a ser un Estado Demócrata, Arnold igualmente se las arregló para ganar dos veces dicha gobernación, demostrando de esa manera que es una persona querida por la gente. Se divorció. Dejó la política y volvió al cine.
En realidad antes de esta película se lo pudo ver en «Los Mercenarios 2», y aún siendo gobernador, en la primera parte. Pero aquí retoma el protagónico mientras que en los films anteriores debió compartir estrellato con otras estrellas de acción cercanas más al geriátrico que al renacimiento de sus carreras.
Pues bien, en esta película se encuentra bien rodeado de algunas figuras reconocidas, como el ganador del Oscar Forest Whitaker, el también conocido Peter Stormare, además del simpático portorriqueño Luis Guzmán que le pone la cuota de comedia junto a Johnny Knoxville, la belleza de Jaimie Alexander («Thor») y los latinos Rodrigo Santoro («Los Ángeles de Charlie 2» y «300», por citar algunas) y Eduardo Noriega como el malo de la película.
El guión no es muy original que digamos, de todas formas la producción de esta película dirigida por el coreano Kim Ji-Woon, puso toda la carne en la parrilla para la vuelta de Schwarzenegger, quien no pierde la oportunidad de hacer algunas guiñadas al espectador.
En una de ellas hace una guiñada al público recordando su edad, cuando se desata la batalla entre el sheriff (él) del pueblo y los malos, pega un salto derribando la puerta del restaurante cayendo pesadamente al suelo, siendo observado por algunos pocos clientes y propietario del lugar, uno de ellos alcanza a preguntarle, «¿cómo se sientes sheriff?», y Schwarzenegger responde haciendo algunas muecas de dolor, «viejo».
En otra escena previa al enfrentamiento lanza su clásico «volveré» y antes aún cuando están revisando un galpón donde hay una armería buscando lo necesario para detener a los malos, aparece el gracioso Guzmán jugando con una espada muy parecida -sino la misma- a la que usó Schwarzenegger en las dos películas de Conan. Este guiño adquirió un valor agregado cuando se supo que Schwarzenegger habría aceptado filmar una nueva película del bárbaro cimerio. Y por lo que ha marcado la crítica a nivel mundial sobre esta película, tendremos Arnold para rato.
LA HISTORIA
Atormentado por la culpa tras una operación fallida, el sheriff Ray Owens (Schwarzenegger) deja su puesto en la división de narcóticos del Departamento de Policía de Los Ángeles para trasladarse a la tranquila localidad fronteriza de Sommerton Junction, donde el crimen no abunda precisamente. Pero esta existencia apacible se ve truncada cuando Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), el más destacado capo del narcotráfico del hemisferio oeste, efectúa una espectacular y sanguinaria huida del FBI.
Cortez, respaldado por una banda de forajidos cuyo jefe es un frío mercenario llamado Burrell (Peter Stormare), emprende una endiablada carrera hacia la frontera mexicana a 400 km/h en un Corvette ZR1 modificado. La ruta de huida pasa justo a través de Summerton Junction, donde un nutrido dispositivo policial, que incluye al agente John Bannister (Forest Whitaker), tiene una última oportunidad de interceptar al violento fugitivo antes de que se escabulla para siempre al otro lado de la frontera.
A pesar de su renuencia inicial a implicarse, y de la supuesta ineptitud del modesto efectivo policial de Sommerton Junction, Owens decide finalmente tomar cartas en el asunto y, con la ayuda de su equipo, prepararse para el desafío de atrapar a Cortez.
Tengamos claro que el objetivo de Schwarzenegger nunca ha sido obtener un Oscar de la Academia, con la fama, el reconocimiento del público a nivel mundial y los dólares le alcanzaba.
La intención de sus películas es entretener. Nadie ingresó jamás a la sala de un cine a ver un film del hercúleo austríaco pensando en que podría tomarse algunos minutos para reflexionar sobre la vida y otras dudas existenciales. Schwarzenegger por tanto es sinónimo de entretenimiento y punto.
Esta película recientemente estrenada, «The Last Stand» (traducida como «El último desafío») es un poco más de lo mismo, salvo que
se lo vuelve a ver a Schwarzenegger en un papel protagónico luego de su última película, «Terminator 3: la rebelión de las máquinas» (2003). En estos casi diez años de impasse obligado que debió tener, le pasó de todo. Se dedicó a la política, obtuvo y retuvo la gobernación de California para su Partido Republicano donde pese a ser un Estado Demócrata, Arnold igualmente se las arregló para ganar dos veces dicha gobernación, demostrando de esa manera que es una persona querida por la gente. Se divorció. Dejó la política y volvió al cine.
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En realidad antes de esta película se lo pudo ver en «Los Mercenarios 2», y aún siendo gobernador, en la primera parte. Pero aquí retoma el protagónico mientras que en los films anteriores debió compartir estrellato con otras estrellas de acción cercanas más al geriátrico que al renacimiento de sus carreras.
Pues bien, en esta película se encuentra bien rodeado de algunas figuras reconocidas, como el ganador del Oscar Forest Whitaker, el también conocido Peter Stormare, además del simpático portorriqueño Luis Guzmán que le pone la cuota de comedia junto a Johnny Knoxville, la belleza de Jaimie Alexander («Thor») y los latinos Rodrigo Santoro («Los Ángeles de Charlie 2» y «300», por citar algunas) y Eduardo Noriega como el malo de la película.
El guión no es muy original que digamos, de todas formas la producción de esta película dirigida por el coreano Kim Ji-Woon, puso toda la carne en la parrilla para la vuelta de Schwarzenegger, quien no pierde la oportunidad de hacer algunas guiñadas al espectador.
En una de ellas hace una guiñada al público recordando su edad, cuando se desata la batalla entre el sheriff (él) del pueblo y los malos, pega un salto derribando la puerta del restaurante cayendo pesadamente al suelo, siendo observado por algunos pocos clientes y propietario del lugar, uno de ellos alcanza a preguntarle, «¿cómo se sientes sheriff?», y Schwarzenegger responde haciendo algunas muecas de dolor, «viejo».
En otra escena previa al enfrentamiento lanza su clásico «volveré» y antes aún cuando están revisando un galpón donde hay una armería buscando lo necesario para detener a los malos, aparece el gracioso Guzmán jugando con una espada muy parecida -sino la misma- a la que usó Schwarzenegger en las dos películas de Conan. Este guiño adquirió un valor agregado cuando se supo que Schwarzenegger habría aceptado filmar una nueva película del bárbaro cimerio. Y por lo que ha marcado la crítica a nivel mundial sobre esta película, tendremos Arnold para rato.
LA HISTORIA
Atormentado por la culpa tras una operación fallida, el sheriff Ray Owens (Schwarzenegger) deja su puesto en la división de narcóticos del Departamento de Policía de Los Ángeles para trasladarse a la tranquila localidad fronteriza de Sommerton Junction, donde el crimen no abunda precisamente. Pero esta existencia apacible se ve truncada cuando Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), el más destacado capo del narcotráfico del hemisferio oeste, efectúa una espectacular y sanguinaria huida del FBI.
Cortez, respaldado por una banda de forajidos cuyo jefe es un frío mercenario llamado Burrell (Peter Stormare), emprende una endiablada carrera hacia la frontera mexicana a 400 km/h en un Corvette ZR1 modificado. La ruta de huida pasa justo a través de Summerton Junction, donde un nutrido dispositivo policial, que incluye al agente John Bannister (Forest Whitaker), tiene una última oportunidad de interceptar al violento fugitivo antes de que se escabulla para siempre al otro lado de la frontera.
A pesar de su renuencia inicial a implicarse, y de la supuesta ineptitud del modesto efectivo policial de Sommerton Junction, Owens decide finalmente tomar cartas en el asunto y, con la ayuda de su equipo, prepararse para el desafío de atrapar a Cortez.