¿Por qué algunas personas tienden a infringir las reglas establecidas por la sociedad?
Hablan el Prof de Derecho Jonathan
Aramburo y la Lic. en Psicología
Antonella Bastitta, “Existe una estrecha
relación entre el derecho y la moral
aunque el espectro de esta última es
mucho más amplio”
“Para poder entender un poco más porque hay personas que cumplen las normas de convivencia y otras que no, entender una frase que se escucha muy a menudo de que “mis derechos terminan donde empiezan los de los demás”, me fue necesario tener que pedir la visión de un profesor de derecho, en este caso el Prof. Jonnathan Aramburo, quien brindó sus conceptos des-de su perspectiva explicando por qué hay normas que se cum-plen y otras que no” –
destacó la Lic en Psicología Antonella Bastitta.
Primeramente entender que el Derecho y las normas en su variedad de tipos refieren fundamentalmente al hombre y a su conducta externa.Es decir, el Derecho prescribe formas de comportamiento, señala lo que las personas deben hacer y en lo cotidiano, la conducta del ser humano está sometida a muchos preceptos: no robar, no matar, cumplir las normas de tránsito, dar asistencia al necesitado, etc. La mayor parte de estos actos se realizan entorno a normas ya preexistentes (jurídicas, religiosas, Morales y sociales). “Al margen de los tipos de normas, entiendo que hay una estrecha relación entre
el derecho y la moral, aunque la reciprocidad no es tal dado que el espectro de la moral es mucho más amplio que el del derecho. Por ej. en 1825, nuestras leyes aún regulaba la es-clavitud. Hasta la última reforma constitucional del 67 estaba establecida la Ley de Duelo. Es decir, eran preceptos jurídicos y moralmente bien vistos en la época. Hoy en día, no solo se-ría un delito la esclavitud o resolver los conflictos por mano propia sino que también está moralmente mal visto. Por ello, puede ser que un precepto jurídico sea válido un día y más tarde se vuelva contrario a la moral. Eso se debe a que la moral es más amplia y las normas de derecho son más rígidas y resistentes al cambio.” – expresa Aramburo.
NORMAS: CONSTRUCCIONES DE LA SOCIEDAD
En definitiva, una persona cumple o no con las normas por hay determinados preceptos morales que así se lo imponen y en ese sentido, la normas son construcciones de la sociedad, acordadas para la convivencia pacífica y necesitan de la creencia en ella de la sociedad para su existencia. Forman parte de esa conciencia colectiva y están establecidas desde que nacemos formando parte del proceso de socialización”. Comprender los efectos de las normas sociales podría ayudarnos a entender mejor la toma de decisiones y predecir mejor las acciones humanas en respuesta a ciertos eventos
políticas.
DESDE UNA PERSPÉCTIVA PSICOLÓGICA: ¿POR QUÉ EXIS-TEN PERSONAS QUE INFRINGEN LAS NORMAS?
“LO MORALMENTE RESPETADO ES DIFERENTE PARA CADA PERSONA”
“Desde una perspectiva psicológica y entender porque hay personas que infringen las normas, lo anteriormente men-cionado por el docente, me hace pensar que, es algo indivi dual de cada uno, lo moralmente respetado por cada uno, es diferente para cada persona. Hay normas lógicas que sirven como algo básico para una buena convivencia en sociedad y que la mayoría de las personas respeta, porque sino en algunos casos existe la posibilidad de recibir un castigo judicial, pero hay otras más básicas, que quedan a decisión de cumplir o no de cada uno, de la construcción de valores que tenga cada persona. Un ejemplo claro en esta pandemia transitada, es el uso del tapabocas, no todo el mundo tiene la misma opinión sobre el uso, hay personas que piensan que es necesario como así también los que piensan que es contraproducente. Podemos decir que ambas tienen un justificativo razonable para cada postura, dependiendo lo moralmente pensado por cada persona, pero no tenemos una norma, una ley en nuestro código que nos diga que tenemos que usar tapabocas o no, queda más bien a lo que cada persona considere hacer o a lo que la sociedad permita, en este caso a la hora de en-trar a un comercio por ejemplo, donde el uso del tapabocas es obligatorio” -subraya la Licenciada en Psicología Antonella Bastitta.
¿Qué perfil psicológico tiene la persona que tiende a in-fringir las normas?
-”Pienso que no hay un perfil psicológico definido para una persona que infringe normas, al menos aquellas que no están penadas, ya que todos somos capaces de no estar de acuerdo con algo que se nos imponga y de no llevarlo a cabo.
Ahora bien, está claro qué hay personas que tiene una per-sonalidad más dócil que otras, y que son capaces de cumplir con normas aunque no estén de acuerdo, porque entienden que es lo que se considera necesario realizar para una buena convivencia, pero hay otras que directamente no las cumplen porque entienden que según sus valores no es necesario o no harían daño a nadie. Si vamos a aquellas personas que infrin-gen normas que están impuestas y que son penadas por la ley, ya tendríamos que hablar de psicología de la delincuencia por ejemplo, de delitos, o entender que puede haber un perfil psicópata detrás de eso”.
“Los castigos de las normas sociales pueden ser más severos, más dolorosos y perdurar más que el de incumplir una norma jurídica”
Según la Prof. Laura Conti
La educación formal es un ámbito fundamental para que el ciudadano pueda conocer e incorporar conceptos y prácticas vinculadas a las normas sociales. Por eso, al momento de elaborar este informe, EL PUEBLO procuró la palabra de una docente de Educación Social y Cívica, asignatura que se dicta en 3er. año del Ciclo Básico de Educación Media. Y así conversó con la profesora Laura Conti:
- ¿Cómo se aborda el tema con los adolescentes?
Nosotros partimos del tema Convivencia Social, que está unido al tema Normas Sociales y Control Social, entonces apelamos a que los alumnos vean cuáles son los elementos necesarios para convivir en sociedad, ya que somos seres bio-psico-sociales y para ello necesitamos determinados ele-mentos. Entonces aparece enseguida el tema de las normas. - ¿Qué concepto manejan de Norma?
Lo conceptualizamos como una pauta de conducta que rige la acción humana y que es necesaria para la convivencia. Hacemos la distinción entre normas religiosas, sociales, jurídicas y morales. Por ejemplo las formas de aprehenderlas son distintas. Por ejemplo en nuestra casa ya nos enseñan normas, sin decirnos de repente que son normas, como por ejemplo las normas sociales, las de decoro, decir “buenas tardes”, “con permiso”, “buen provecho”, o no poner el celular arriba de la mesa cuando se está almorzando, o no poner los pies arriba del sofá… Todas esas normas sociales son propias de la convivencia y las necesitamos. Después, seguimos trabajando todos los otros tipos hasta llegar a las normar jurídicas, es decir las realizadas por el Estado, y también sancionadas por el Estado.
Todas las normas son sancionadas, ¿verdad?
Exacto. Con una sanción positiva o negativa. Sanción positiva es como premio, por ejemplo “si te portás bien te compro un helado”; sanción negativa son los castigos. Entonces ahí también distinguimos los distintos tipos de castigos o premios que nos dan, y que dependen del tipo de normas. Por ejemplo, las normas sociales no están escritas, entonces la consecuencia es “te compro un helado” o “te regalo un celular”. Después están las normas jurídicas, que sí están escritas, está escrita la norma y también la sanción, por ejemplo las multas, o la pérdida de un servicio, ejemplo: te cortan la luz por no pagar. Es importante trabajar las normas para ver su importancia en la convivencia social; vemos el tema del control social, cómo actuamos nosotros frente a ellas, por ejemplo mediante las críticas. Nosotros somos los peores jueces, entonces vemos cómo forma parte de la sociedad todo ese tema de normas y control social que fomenta claramente el vivir dentro de una sociedad.
Logran los alumnos relacionar fácilmente estos temas con lo que viven día a día?
Muchos no se dan cuenta que desde que nos levantamos nos manejamos con normas. Nos levantamos, nos lavamos la cara, nos cepillamos los dientes, esas son normas so-ciales. Nos bañamos por ejemplo, y a veces no nos damos cuenta que son normas que estamos llevando a cabo. Es más, cuando nuestros padres como primer agente socia-lizador nos enseñan normas, no nos dicen “hoy te voy a enseñar una norma”, simplemente nos enseñan esa forma de comportarse, usual, que son normas sociales. Pero una vez que nosotros les enseñamos a los alumnos distintos tipos de normas, recién comienzan a aplicar el concepto, conceptualizar es lo último que hacen, porque primero se identifican con ejemplos. Es importante hacer que ellos se den cuenta, por ejemplo, que festejar Pascuas o Navidad son normas religiosas que se llevan a cabo en la socie-dad… Es difícil que de primera mano se den cuenta que esas son normas, lo hacen como una costumbre.
- ¿Habitualmente somos cumplidores de normas, o las incumplimos?
Las normas en general se incumplen, lógicamente que se incumplen, pero existe mayor temor a no ser respetadas las normas jurídicas. Para ellos (los alumnos adolescentes) el tema de una multa económica, que te saquen la libreta, o que pierdas un servicio, es más grave que incumplir una norma social o una norma moral, donde ahí somos nosotros mismos quienes sancionamos mediante la crítica, la burla, la discriminación. Lo que nosotros intentamos mostrarles a los alumnos es que muchas veces las normas sociales, los castigos de las normas sociales, pueden ser mucho más duros, más severos, y perdurar más en el tiempo que el de faltar a una norma jurídica. - ¿Por ejemplo?
Fijate que ir a prisión lógicamente se da ante el incumplimiento de una norma, pero lo que se viene después, cuando la persona sale de prisión, es un castigo de la sociedad, eso es lo que reina, discriminación o burla, o la no aceptación. Volver a incorporarse a la vida económica y social es mucho más difícil que pagar una multa o ir tres años a prisión. Es decir, hay castigos más severos y más dolorosos, no pasa solo por lo económico.
“Las normas sociales no describen la realidad, sino que indican cómo
las cosas deberían ser”
Lic. Paula Pagani:
Para este informe, EL PUEBLO habló con Paula Pagani, joven licenciada en Ciencias Sociales, quien comenzó por reflexionar: “Las normas sociales son un tipo de regularidad de la conducta humana, si no existieran estas regularidades, no podría hablarse de “norma”; eso primero que nada.
Pero no basta con esto, porque si se tratara solamente de una conducta “regular”, entonces comer, ir a trabajar, dormir, serían normas sociales, cuando en realidad no lo son. Las normas sociales se dan en interacción, no dentro de la mente de un individuo aislado. Es en mi interacción con otros donde nacen las normas sociales y donde asumen relevancia. Son un conjunto de reglas implícitas (no escritas) de ciertos lineamientos que regulan las relaciones de los seres humanos de una población determinada. Las normas sociales orientan y establecen cómo “debería” actuarse en cada caso. Por tanto, no describen la realidad, sino que indican cómo las cosas “deberían ser”. Seguirlas permite una convivencia en armo-nía por más diferentes que seamos unos a otros. Cuando esas “reglas” se cumplen, lo esperado es que nuestras relaciones se den con mayor fluidez y facilidad dentro de una comunidad”
historia no lo era o ni siquiera existía. Al no tratarse de leyes, ni estar recogidas por la misma, el incumplimiento de una norma social no es sancionable. Es decir, a nadie se lo sancionará legalmente por no saludar al entrar a un comercio, o por no cederle el lugar en la fila a una embarazada. Sin embargo, sí puede haber “castigos” socia-les hacia este tipo de conductas. A modo de resumen de esta parte, podemos decir que las normas no son escritas, regulan la convivencia, no son sancionables jurídica- mente y dependen del contexto”.
- ¿Por qué entonces son tan impor-tantes las normas sociales para la convivencia?
Son consideradas como un método de con-trol social. ¿Por qué? Porque al convivir to-dos en una misma sociedad, es lógico que puedan surgir conflictos entre nosotros producto de nuestras diferencias; y es ahí donde tener pautas que regulen tanto la conducta grupal como la individual, es de vital importancia para mantener la armo-nía. ¿Por qué digo que regulan tanto a nivel individual como grupal?, porque las normas sociales ejercen lo que en Sociología llama-mos “fuerza coercitiva” sobre la conducta de cada persona, haciendo que la misma no pueda comportarse como quisiera, sino como “se debe”. A raíz de esto, logramos como seres humanos un mayor control sobre nosotros mismos, con límites tanto sociales como individuales. Otro elemento a tener en cuenta, es que por acatar una norma no significa que se esté en acuerdo
LAS NORMAS CAMBIAN
“Aunque algunas son universalmente conocidas y aceptadas, es importante aclarar que las normas sociales no siempre son las mismas”, prosiguió, e inmediata-mente agregó que: “cada sociedad puede tener las suyas, y se amoldarán a las necesidades de cada grupo, mutando en función de su cultura, sus costumbres y tradiciones. Asimismo, varían en el tiempo y dependen del factor contextual; aquello que hoy día es una norma social absolutamente aceptada y respetada, en otro momento de la
historia no lo era o ni siquiera existía. Al no tratarse de leyes, ni estar recogidas por la misma, el incumplimiento de una norma social no es sancionable. Es decir, a nadie se lo sancionará legalmente por no saludar al entrar a un comercio, o por no cederle el lugar en la fila a una embarazada. Sin embargo, sí puede haber “castigos” socia-les hacia este tipo de conductas. A modo de resumen de esta parte, podemos decir que las normas no son escritas, regulan la convivencia, no son sancionables jurídica- mente y dependen del contexto”.
- ¿Por qué entonces son tan importantes las normas sociales para la convivencia?
Son consideradas como un método de con-trol social. ¿Por qué? Porque al convivir todos en una misma sociedad, es lógico que puedan surgir conflictos entre nosotros producto de nuestras diferencias; y es ahí donde tener pautas que regulen tanto la conducta grupal como la individual, es de vital importancia para mantener la armonía. ¿Por qué digo que regulan tanto a nivel individual como grupal?, porque las normas sociales ejercen lo que en Sociología llamamos “fuerza coercitiva” sobre la conducta de cada persona, haciendo que la misma no pueda comportarse como quisiera, sino como “se debe”. A raíz de esto, logramos como seres humanos un mayor control sobre nosotros mismos, con límites tanto sociales como individuales. Otro elemento a tener en cuenta, es que por acatar una norma no significa que se esté en acuerdo o bajo la mirada haciéndome la desentendida. Es probable que quien me saludó se
sienta avergonzado y hasta se enoje por mi actitud, pero yo no tenga sanción al-guna. Ahora imaginemos que tengo que hacer un trámite y es por orden de llega-da, pero yo llego e inmediatamente me pongo en primer lugar de la fila. Eso será reprobado por los presentes, y seguro en mayor medida que lo que pasó con el co-nocido a quien decidí no saludar. En las filas no hay ninguna regla escrita, pero sí aquella que la gente interioriza y se cum-ple a rajatabla, pues el lugar que cada persona ha conseguido en una fila lo con-sidera un derecho adquirido.
-¿Qué consecuencias tiene no cumplir una norma social?
Como comentaba antes, el incumplimiento de las normas sociales no tiene como consecuencia una sanción específica, mucho menos una sanción legal. Pero claro, desviarse de lo considerado “normal” puede tener otro tipo de consecuencias: perder una amistad, no conseguir el puesto de trabajo al que apliqué, ser considerado como irrespetuoso, entre otras consecuencias negativas socialmente. Pero estas las aplica la sociedad, no la ley. Está claro que las normas sociales existen porque hay una parte significativa dentro de un grupo de personas que considera importante tenerlas. No acatarlas e incumplirlas, significa ir “contra la corriente”, en contra de las costumbres y de los valores de un determinado grupo, y es posible que esto provoque el re-chazo de sus miembros.
Si las normas de convivencia se cumplen, “es para el beneficio de mi
semejante y para el beneficio propio”
La tendencia a incumplir viene desde Adán y Eva
Juan Carlos Vilar, junto a su esposa Glena Miranda, está al frente de la obra social “Esperanza de Vida”, enclavada en el corazón de Barrio Uruguay, y perteneciente a la Iglesia Aposento Alto del Concilio General de las Asambleas de Dios.
Para el pastor Juan Carlos, las normas sociales son “sumamente importantes”, y no se debe perder de vista que están hechas “para el bien de todos”, por eso durante la conversación insiste con la idea de que estas “deben ser valoradas y respetadas”.
Asume igualmente que es parte de la esencia humana la ten-dencia al incumplimiento de las reglas establecidas, algo que viene desde el tiempo de Adán y Eva y su desobediencia.
Aquí, parte medular del diálogo mantenido con el religioso:
-¿Qué primera reflexión le merece hablar de normas sociales?
Las normas de convivencia son muy importantes porque son las que marcan el camino en el cual nosotros debemos avanzar. Las normas nos ayudan en diferentes aspectos de la vida en los que nosotros tenemos que decidir respetarlas y cumplirlas para que nos vaya bien. Es así que si se cumplen, es para el beneficio de mi semejante y para el beneficio propio.
- ¿Y si no se cumplen?
En realidad, el incumplimiento, como todas las cosas trae sus consecuencias. En la mayoría de ellas, incum-plirlas trae como consecuencias daños, pérdidas…Pero si cumplimos, si respetamos, y si inculcamos a niños y a jóvenes a respetar y valorar las normas, creo firme-mente que tendremos una sociedad mejor en diferentes áreas y en diferentes etapas de la vida. - La inclinación a no cumplir también es parte de la esencia humana, ¿verdad?
Es cierto, muchas veces tenemos cierta tendencia a no cumplir las normas establecidas. Creo que eso viene de la Creación. Como cristiano, creo en aquel hecho que aconteció en el Huerto del Edén. Dios estableció unas normas que fueron incumplidas por la primera pareja, Adán y Eva; ellos incumplieron, desobedecieron, y eso trajo como con-secuencia el pecado y toda la problemática que estamos teniendo a diario en la humanidad. Muchas veces nos preguntamos por qué ocurren determinadas cosas… Yo creo firmemente que esa herencia que tenemos del primer hombre y la primera mujer, que fueron los prime-ros en no respetar las normas establecidas, acarreó sus consecuencias. Como humanos que somos, tenemos esa tendencia a no res-petar quizás, o no tener en cuenta, o a desobedecer las normas que son para nuestro bien y para nuestro buen pasar en la vida. Siempre estamos con ese sentimiento en nuestro interior de que si bien están las normas, me
puedo dar esa libertad de infringirlas. Pero por supuesto que eso trae consecuencias, por eso a las reglas tenemos que valorarlas y también tener en cuenta siempre lo importantes que son. Sin ellas pienso que la sociedad estaría mucho más complicada de lo que está ahora.
-Como hombre de fe que es, ¿tiene la fe de que las personas corrijan esa tendencia a incumplir?
Sí, el anhelo siempre está en nuestro corazón de que esas normas que están puestas para la mejor convivencia de las personas, tienen que ser valoradas siempre y con la ayuda de Dios saldremos bien, porque todo lo bueno, todo lo que es para bien, proviene de Dios y eso es lo que hay que tener en cuenta.
“La gran mayoría de los uruguayos cumplimos con las normativas vigentes”
Gabriel Cartagena, abogado
La función del Poder Judicial en un país consiste en dirimir los conflictos que puedan existir entre las personas, arbitrando una solución. EL PUEBLO consultó a Gabriel Cartagena, reconocido abogado de nuestra sociedad quien nos brinda un pantallazo del trabajo de su profesión tratando de dirimir pequeños conflictos de convivencia social.
La gente suele cumplir con las reglas de la sociedad o prefiere romperlas?
- Desde el punto de vista de mi profesión, que es la abogacía, lo que puedo decir es que la generalidad de las personas lo que hace es respetar la normativa, funcionar dentro de lo que es la legalidad y de lo que las normas establecen, aquellos que las rompen lo considero una excepción, y quienes delinquen, son atendidos por la parte penal, que justamente atiende esas cuestiones, pero no temo decir que la gran mayoría de los uruguayos cumplimos con las normativas vigentes.
- El Derecho Civil atiende conflictos menores entre las personas, como cuando hay conflicto por una media-nera o algún contrato como la compraventa. En esos casos, ¿qué tanto los abogados reciben consultas para dirimir esos conflictos?
- Hoy por hoy ha aumentado la conflictividad en ese sentido, y a nivel del Poder Judicial cumple un rol importantísimo la Oficina de Mediación, que en Salto tenemos funcionando, y donde muchas veces se logran resultados. Allí son citadas las partes en conflicto involucradas y se dialoga con ellas, se negocia, tratando que cada una de las personas se ubique dentro de sus posibilidades y ver cuáles son las cuestiones más importantes y relevantes de cada situación.
- Esos conflictos caseros, por llamarlo de alguna manera, ¿suceden por desconocimiento de las leyes, por desconocimiento de los derechos y obligaciones de cada uno?
- Muchas veces sí, pero también a veces lo que no se comprende son los derechos de los demás. Se intenta hacer valer nuestros propios derechos sin tener en cuenta que los otros también tienen derechos. Entonces, diría que más que no res-petar la normativa o por desconocimiento, pasa por no tener un criterio medio, como se le llama, a los efectos de entender que nosotros tenemos derechos, pero también tenemos que respetar los derechos del otro. Y como decía, el Centro de Me-diación en ese sentido cumple un rol fundamental a nivel del Poder Judicial, ha facilitado muchísimo a no tener que llegar a una actividad judicial, si no que quede en esa etapa previa, que sería la etapa de mediación.
- ¿Qué tanto juega en este tipo de conflictos la llamada “viveza criolla”?
- Podemos tener una normativa, que viene a ser la parte legal, pero evidentemente que el uruguayo, eso sí que creo que es una característica nuestra, uruguaya, siempre tenemos algún criterio o alguna salida que muchas veces la norma no la es-tablece o no la ha tenido en consideración. Entonces, muchas veces quienes estudiamos y trabajamos en el Derecho, nos enfrentamos a esos desafíos, que son nuevos, de que las per-sonas toman algunas decisiones que, por supuesto, la ley no establece, y muchas veces quedan esos vacíos legales que se van reglamentando luego tratando de cubrir esos vacíos. Evidentemente uno compara con los derechos latinoameri-canos y en Uruguay tenemos mucho de esa viveza criolla que suele ser complejo encasillarla en alguna normativa o con al-guna reglamentación puntual. De todas maneras, vuelvo al mismo criterio que dije al comienzo de la charla, Uruguay tie-ne un cuerpo normativo basado en su Constitución y con un Diario Oficial que está actualizado con lo que es la normativa vigente, que es muy bueno a nivel de comparación con otros derechos latinoamericanos, sobre todo.
- Cualquier duda, consulte a su abogado (risas)
- Totalmente, sería fundamental consultar al abogado, dirigiéndose a un abogado particular o a las Defensorías Públicas que como siempre le digo a la gente, tienen que saber que pueden defender sus derechos por un abogado particular, que por supuesto le cobrará sus honorarios, o a través de la Defensoría Pública donde cualquier ciudadano uruguayo puede ser asistido en forma gratuita.
“Hemos visto por los operativos que somos hijos del rigor”
Henry Albarenque, Director de Movilidad Urbana de la IdS
En materia de tránsito, ¿cómo somos los salteños? ¿Respetamos las normas? ¿Nos comportamos bien cuando nos observan las autoridades? Para conocer esas y otras respuestas, EL PUEBLO dialogó con Henry Albarenque, Director de Movilidad Urbana de la Intendencia de Salto.
- En materia de tránsito, ¿el salteño es de respetar las normas?
- Somos hijos del rigor, tenemos que tener a la autoridad cerca para ser respetuosos, todos conocen lo que son las normas, pero hemos visto por los operativos que hacemos en conjunto con las demás instituciones que somos hijos del rigor.
- ¿Quiénes son los que fallan más en cumplir con las normas, los conductores de vehículos o los motonetistas?
- La gente que anda en moto y que la usa para trabajar, como la que reparte comida o hace algún servicio, son a quienes hemos observado como que son los que menos obedecen las normas, y van por las calles tratando de ganar algún minuto en su trabajo. Por eso digo que las motos son las que menos respetan las normativas del tránsito, por eso estamos focali-zando nuestro trabajo a ese grupo.
- Se ve de noche a alguna moto de deliber y transitar sin luces.
- Sí, por eso ya hicimos un proyecto que tiene en su despacho el Intendente para mandar a la Junta Departamental para trabajar ese tema específico sobre que deberían pasar todos por Tránsito para ver el tema vehicular, así como el tema de papeles a nivel de libreta de conducir y tener una base de da-tos de quien esté trabajando en esto, así como de los vehículos que están siendo usados en este tipo de trabajo. Quien no se ampare y respete esta normativa en la que estamos trabajando, se tomarán medidas. Por eso es necesario también tener más inspectores, para poder llevar a cabo estos operativos y trabajar sobre esta gente.
Respecto a los operativos que realiza la Dirección de Movili-dad de la Intendencia, ¿la gente colabora o hace problemas?
- Un porcentaje muy alto colabora. Por supuesto que cuando alguno tiene alguna copa de más y se le tiene que sacar el ve-hículo, puede llegar a haber algunas palabras fuera de lugar y que los inspectores “se la tienen que fumar”, como me han manifestado. Pero el apoyo policial y de Prefectura para ese momento permite que el respeto se mantenga entre el ciuda-dano y el funcionario. Como siempre digo, el respeto debe ser de ambas partes.
- En materia de ómnibus y como usuario del mismo, siempre he visto un correcto proceder del chofer, así como de las personas que usan el servicio, ¿pero usted ha recibido algún tipo de denuncia sobre mal comporta-miento del funcionario o de algún usuario?
- Es muy elevado porcentualmente el buen relacionamiento del chofer con todo aquel que toma el ómnibus. Por supuesto que algunos casos se pueden ir de las manos cuando alguien sube ebrio al ómnibus o alguien que no cumple con la obliga-ción del uso de tapabocas. De todas maneras, es muy alto el buen relacionamiento y trato que hay entre las personas y el chofer y del chofer con las personas. No me ha llegado mucho reclamo en ese sentido.
- Hubo algún momento en que los ómnibus eran apedrea-dos en su paso por algún barrio, ¿en qué quedó ese tema?
- En alguna zona tuvimos ese problema, enseguida pedimos una reunión con el Jefe de Policía, se tomaron algunas medidas de seguridad con la policía de investigaciones subiendo al ómnibus en las recorridas en esas zonas y hoy está todo tranquilo y normal. Por supuesto que cada tanto se da, pero hay un buen relacionamiento con la policía y enseguida activamos algún tipo de reacción de ser necesario. La idea es no poner esos lugares en rojo y sacar el ómnibus porque haya algún bromista o porque pretenda hacerse el macho de la zona. No podemos sacar el ómnibus a toda la gente que lo precisa por este tipo de situación, sino que preferimos trabajar de esta manera junto a la policía.
Qué mensaje dejaría en pos de una convivencia ciudadana?
- Como ya le mencioné, el mayor porcentaje de las personas colabora. He estado en muchos operativos en la madrugada y veo siempre a la gente colaborando. Pero a los pocos casos en que hay algún problema, se le va a caer con toda la ley, y sabemos que cuando está con el alcohol encima, ese salte-ño quizás no esté en sí o en plenas facultades, pero son los menos. Prefiero agradecer a todos los salteños que en gran porcentaje colabora con el trabajo que venimos realizando cada semana en los operativos, que se realizan justamente para cuidarnos entre todos y evitar así algún hecho que luego debamos lamentar.