Ahí está la delantera de Hindú.
La de Luis Cáceres, José Luis «Bicho» Da Silva, Nelson «Negrillo» Hernández, Hugo Eduardo Carbajal y Carlos Miñón. 1971.
El último Hindú Campeón Salteño. pero sucede que más allá de esa delantera, este Hindú lucía un medio campo al son de su clase. Más allá del «Bicho» y «Cacho» Carbajal, Ricardo «Chancho» Lagos como volante central.
¿Cómo no admitir por siempre en el tiempo, aquella riqueza individual de Hindú?-

Es seguro que más allá de su temprana edad, el «Bicho» fue descubriendo en el tiempo, el Deportivo Artigas Campeón Salteño de 1975. El del «Bebe» Méndez, Ruiz Díaz, Pío, Barrionuevo, el «Yuyo» Da Silva, Carlos y Miguel Vallejos, Raúl Vizcarra, José María Pérez…
Porque el «Bicho» vendría después, y en la década de los 80.
Desde Hindú a Deportivo Artigas, ya revistando en la unidad militar. Por eso, cuando dejó de jugar, José Luis fue un colaborador permanente de la causa.
La toma gráfica refleja. El primero de los hincados junto al «Cabeza» Ferreira. Un componente más en el Cuerpo Técnico liderado por Héber Racedo.
El «Bicho» venía mal con su salud. Muy mal.
La enfermedad maldita que avanza y no se bloquea. Esa misma en la que el ser humano, va resignando su propia conciencia de ser y de estar.
Unas semanas atrás, los amigos de antes se juntaron, colecta y ayuda.
Fueron hasta su casa.
A esos amigos del «Bicho» les costó admitir que un saludo no fue posible y un abrazo tampoco.
El «Bicho» desde su silencio.
Desde su mirada extraviada.
Sin rumbo.
Mirando sin ver….
¿Por qué no es posible establecer un paralelo de José Luis Da Silva, con un jugador de estos días? Porque a la mayoría del hoy, los fue sitiando la energía táctica que reduce espacios, para que la creación individual viva su propio drama: la de no poder ser, en medio de tantas asfixias. En ese antes del «Bicho», de «Cubilla» Hernández, del «Pepo» Goncálvez Brum, del «Vela» Sánchez, más parcelas libres para jugar. Y para el «Bicho» era tan solo jugar.
¡Era disfrutar!
¡Era ser lo que sentía ser en una cancha de fútbol!
El sábado que pasó. El corazón de José Luis Da Silva, aguantó hasta donde pudo.
Fue el músculo que sostuvo su vida en los últimos días.
El desenlace era inevitable. Se sabía.
No había vuelta. Por eso, el camino de la resignación. Pero también por siempre, el camino de la añoranza.
Por aquel «Bicho» de Hindú y de Deportivo Artigas,
El que era ser….lo que sentía ser.