Fue un resultado peligroso. Un resultado que implica riesgo de futuro.
¿O desde cuando en una final, con partidos de ida y vuelta, perder de local es una consecuencia a favor?
Pero tampoco es el hecho que Universitario haga de ese resultado, una lamentación-tortura. Nada más válido, que cortar de cuajo con ese ayer desventurado. Pasó la autocrítica también.
Universitario ya la hizo y es de suponer que se trazó sin ocultamiento, el orden de las adversidades que no fueron pocas. Desde la fragilidad defensiva en más de un caso, pasando por las complicaciones para encender la mejor llama de fútbol posible. Universitario quedó en deuda.
El decir de Emilio Silva, todo un reflejo de pensamiento: «estamos heridos, pero no muertos».
¿QUIÉNES SON LOS ONCE?
Cabe preguntarse si el mejoramiento de Universitario pasa por la composición del equipo titular o por reflotar los conceptos que hacen a un equipo que por algo llegó a la final. Para Universitario es el partido número 14.
Ha ganado por 9 veces, 1 empate y 3 derrotas. Llega al Liebigs con la chance intacta.
Más allá de un rival potencialmente apto (Laureles lo es), el equipo de Emilio Silva tiene la chance de exponer la verdad de su expresión más saliente, para que llegar a la gloria sea posible.
Si ello acontece, la palabra condena no solo será una mala palabra que pasó de largo, sino el admitir que lo posible no deja de serlo, cuando la calidad en la búsqueda se queda con la última y digna versión.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
