Muchas veces cuando le preguntamos a una persona cuántos años tiene?, nos responde “La edad de Cristo”, y todos concluimos en “33”. En el truco y en algún otro juego de cartas, se reparte el dicho, entre “la edad de Cristo”, o “la del inglés, 33”.
Revisando viejos papeles, me encontré con esta nota, que precisamente tiene “la edad de Cristo”. Pasaron muchos meses desde su lectura, y me encontré en un cruce de camino. Por un lado, el deseo de compartir, algo muy sencillo, una nota periodística, escrita con mucho amor, y con el único propósito de dibujar una sonrisa con sus “protagonistas”, y por otro, el temor, porque la misma nombra a viejos colegas que ya no están, alguien puede pensar, hoy en día, en este 2024, que es una falta de respeto.
No lo fue cuando la escribí, ni lo es ahora, y si al lector del presente le provoca una sonrisa, y a los lectores que peinan canas, les trae recuerdos gratos, bien vale compartirla de nuevo. Aclaro que en su momento los mencionados, me felicitaron o simplemente expresaron un “no querés a nadie, vos”….


Eran tiempos distintos, y en cada jornada, escenarios deportivos, reuniones de ligas, programas radiales, nos veíamos a menudo, y en algún que otro asado, de esos que sucedían por ahí…
También aclaro que esta nota original salió en la Revista ovación en 1991, pero que después la publique varias veces, con agregado de nombres de colegas y situaciones, pero siempre en el mismo tenor, y con el mismo propósito, lograr una sonrisa del lector.
También puedo señalar que con todos ellos compartimos algún programa, nota periodística, o charlas, y en más de una ocasión soñamos con la creación del Círculo de Periodistas deportivos.
Casualmente, en ese año 1991, compartimos con el por entonces jovensisimo Eduardo Preve Cocco un Encuentro Nacional de Periodistas Deportivos, en Durazno, donde estaba la flor innata del periodismo deportivo uruguayo y fuimos recibidos y agasajados por el intendente Iturría. El Circulo de Periodistas Deportivos del Uruguay prosperó en otras partes, menos en Salto, pero esa es otra historia
La revista Ovación, nombre que sugirió Luis Alberto “Ruso” Giovannoni, fue una revista deportiva, de breve vida, que compartimos en triunvirato con Eleazar “Chito” Silva y quien esto escribe. Tuvimos tantas vivencias, tantos logros impensados, que merecerían ser contados alguna vez porque fueron, en algunos casos, como se dice hoy, temas que marcaron la agenda.
A modo de adelanto de esa futura nota: El Ruso, que por entonces era Consejero de la CNBF (Comisión Nacional de Baby Fútbol), me surtía en abundancia de información, de noticias, que por más buena voluntad que ponía, no podía publicar todo.
Un dia me propone hacer un Semanario deportivo, distinto, y no sólo de baby, sino del deporte en general, con todas las disciplinas. Le dije que si, pero, que íbamos a precisar a otro que escribiera. Los pensamos en el Chito Silva, que estaba “retirado” y fuimos varias veces a Rincón y Cervantes a tratar de convencerlo, cuando al fin lo logramos, nos pusimos en marcha.
El Ruso da un paso fundamental, habla con Walter Martínez Cerrutti (Cambio Bella Unión) y le comenta de nuestras intenciones periodísticas. Walter, además de empresario tenía un gran espíritu deportivo y nos dio su apoyo que fue clave para publicar. Su respaldo nos puso en la calle y empezamos “hacer historia”, con el Ruso tirando ideas, un Chito Silva en todo su esplendor creativo, y yo que hacia cosas distintas. Un día el Ruso, me dice que escriba una nota de humor, yo ya lo hacia en el diario donde trabajaba,y sin falsa modestia, con total éxito, buscando como siempre la sonrisa cómplice del lector, y se lograba. Así nació esta nota, que es sencilla, risueña y sin muchas pretensiones literarias. Se las cuento:
“LOS CRACKS QUE NO LLEGARON”
La historia futbolística de Salto es tan rica, tan prolífica en nombres ilustres de jugadores que uno se encuentra, a la vuelta de la esquina de la memoria, con los Gallinotti, los Herrmann, los Galeano, el Ruben Grassi, el Chino Añasco, el Negro Chirimino, Raúl Rodríguez, Antonio Chacón, el Pato Galvalissi, el Daro Rocha, y tantos y tantos otros, jugadores en serio, de verdad, con la marca de crack en el orillo.
Pero, los antes mencionados, son de los que llegaron, los que llenaron páginas y páginas, uno los puede oír mencionar convertidos en leyendas, en las ruedas bolicheras que perduran, en los asados de viejos camaradas donde el tema del fútbol es la salmuera.
Hoy queremos traer a la memoria, rescatar para ustedes a otras figuras del balompié salteño, verdaderos monstruos, que sin embargo, han sido, como canta el Canario Luna, “los crack que no llegaron”. Jugaban con la clase y la alegría de los buenos de verdad, con el perfume y la fragancia del campito.
Algún duende celoso quizás, les frustró la carrera o simplemente no tuvieron ese ángel tan especial de los elegidos…¡Si habrá jugadores para recordar!!
Al Eduardo Osorio, por ejemplo, ¡que arquero por Dios!!. Algunos decían que era miope, que no distinguía a compañeros de rivales, pero tenía una gran intuición, volaba de palo a palo. No precisaba ver para relatar.
Otro arquero estupendo era el “Boquita” Sandelich, el único relator que se morfaba las tortas fritas enteras sin un mastique siquiera. Cuentan que cuando se hizo la dentadura postiza, el mecánico dental uso moldes de bloque..
Cómo pasar por alto al flaco Echeverz?, justo a un crack perdido como el flaco. Con ese vozarrón de caudillo y ese pasito de pantera rosa, siempre llegaba a todos lados, ¡que clase para dominar la guinda!…
Me acuerdo del Quique Panizza, un gran pivot, ¡si habrá peinado pelotas el cocoliso, para que aprovecharan los delanteros!!!.. Esa pelada no se la hizo porque si nomás, fue de tanto cabecear, y no me discutan porque lo vi jugar.
Perdonen que me emocione, pero, la nostalgia me invade. El Quique Tourn, un volante de toda la cancha, mordiendo aquí y allá. Muchos lo criticaban, decían que se morfaba mucho la pelota, “gota de ácido” le pusieron, “donde cae, come”, decían. Pero, el Quique tenía estilo, tenía carpeta, y la hinchada lo quería….
Y aquel nueve fortachón, el Panzer del área, el Tony Suetta, ¡ ese si que que era un hombre de peso arriba!, 150 kilos al servicio del equipo…
Otro grande era el Aguita Alfieri, jugaba parado, ahí, a las cortitas, pero metía cada pase…sus programas favoritos eran Salto Visión y Deportes en el Ocho, allí también, las defensas superaban a los ataques…
¿El Milton Ciol?, ¿se acuerdan?, aquel morocho flaquito que se coló con el Tito al borde del área rival. Siempre estaba allí, un pescador nato, y noticia que tocaba la clavaba en el ángulo, tenía un olfato increíble. Pero no era egoísta, habilitaba muy bien a sus compañeros, y yo lo puedo decir porque jugamos juntos..
El Ciro Molina, morocho morrudo, que siempre se bajaba un vasito de tinto y se pitaba un chala antes de tomar contacto con el útil…
El Bocha Leal, ¡que fintas!, ¡que gambetas!, todavía no trajo sus notas..
¿Y el Chito Silva?, no hay dramas, créeme que es así, amigo de OVACIÓN, flaco, alto, melenudo, pero, a su vez, sobrio, punzante..Conjuga fuerza con talento, irreverente, encarador, decidido “a despecho” de su ductilidad, requiebres, y pirotecnia verbal, es un exquisito cuando elabora la jugada, pero, cuando marca, mejor no jugar de rival, reparte leña como loco…
Pienso en todos ellos y digo, ¡que plantel!, qué cuadro no desearía tenerlos?, ¿eh?….
CAMACA
Revista Ovación, lunes 30 de diciembre de 1991
